Santiago de Cuba, y con ella la Isla toda, se estremeció esta mañana. Fidel fue al encuentro del Apóstol, de los patriotas de la independencia, de sus hermanos de lucha, de la Historia
Raúl usó los tres tiempos del verbo que más define a esta Isla: se pudo, se puede y se podrá, aludiendo de paso a los obstáculos, amenazas y turbulencias que pudieran aparecernos en medio del camino
Como él, casi todo Santiago se había blindado un brazo con el brazalete bicolor con un fin más que anunciado: la ciudad iba a levantarse
Fidel es quien guía, el pueblo aclama igual, aunque haya cambiado el signo de las lágrimas. Pasada su columna, era tarea fácil hallar en el asfalto el hilo de la Patria
Siendo nuestros más elevados jefes independentistas, Martí y Fidel comparten los genes patrióticos de Céspedes, ese «padre de todos los cubanos» que no pudo concebir, para sus filas, mejores hijos-soldados
Porque su marcha no es la pena exclusiva de una Isla, sino sensible pérdida planetaria, el deceso de Fidel continúa provocando reacciones en las figuras de Estado y en los intelectuales, en los artistas y obreros, en las mayorías populares y las minorías relegadas que en todo el mundo lo han mirado de continuo, buscando en él entendimiento, justicia y mejora para los tiempos difíciles que vive la humanidad. Este es apenas otro resumen de la repercusión que ha tenido la noticia que hoy llora toda Cuba
Las delegaciones del puerto de Barcelona y del comité ejecutivo del Consejo de Cámaras de Cataluña intercambiaron con directivos cubanos en torno al potencial de cooperación