De izquierda a derecha, el representante de la oposición, Gerardo Blyde; Dan Nylander, diplomático noruego; Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y el canciller mexicano Marcelo Ebrard, durante la firma del Memorando de Entendimiento. Foto: AP Autor: AP Publicado: 21/08/2021 | 09:24 pm
A medio camino entre las jornadas inaugurales el fin de semana pasado y el nuevo encuentro previsto para inicios de septiembre, el cuarto diálogo instalado en torno a Venezuela sigue sonando por los puntos que ha anotado a favor de la institucionalidad y la paz, aun cuando todavía no pueda hablarse de acuerdos.
Uno de los primeros logros es el propio hecho de que en el lado de la mesa donde se sienta la dispersa y dividida oposición estén los representantes de las facciones golpistas representadas por Juan Guaidó, lo que reconoce la legitimidad del Gobierno de Nicolás Maduro y, al propio tiempo, vocea el fracaso del autotitulado mandatario interino.
El otro elemento que muestra la entrada de la situación en un nuevo momento, es el visto bueno que Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea han dado a las conversaciones. Ello significa que si bien su política agresiva sigue intacta al día de hoy, Washington ha comprendido que la estrategia materializada hasta ahora, en general, ha sido derrotada. Algunos estiman que para la Casa Blanca, es tiempo de cambiarla.
Ni el asedio económico ni los intentos de deslegitimar en el plano diplomático al ejecutivo bolivariano, han resultado suficientes para torcer la apuesta de la mayoritaria parte de la población que reiteradamente ha dado su voto por el proceso que inauguró Chávez.
Que los agresores envíen a sus representantes a la mesa, constituye un monumento a la resistencia de ese pueblo frente a las adversidades de las medidas punitivas, el terror sembrado por las guarimbas violentas de 2017 con el incendio de chavistas como piras humanas, y los intentos de magnicidio y hasta de secuestro del Presidente constitucional cuando, en la era Trump, funcionarios de su administración ofrecieron dinero por su cabeza, como si hablase cualquier matón de un filme de cowboys.
El otro elemento descollante resulta la inclusión, en el temario de siete puntos que debe guiar el diálogo, de la exigencia bolivariana del levantamiento de esas sanciones que horadan la economía nacional para convertir el Estado en «fallido», y responsable de la crisis que se abate sobre la ciudadanía.
Ese punto, junto al abandono de la violencia, y el respeto a la Constitución, constituyen para Caracas los aspectos principales del temario en estas rondas de diálogo. Conseguir que resulten compromisos será una victoria para un libre ejercicio de la economía y las finanzas que derrotaría la crisis, y en pos de la paz y la estabilidad, pues trasladaría de una vez el campo de batalla opositor, totalmente, al plano electoral, donde ya han reservado puestos algunos de los líderes de la derecha.
Precisamente, la anuencia de varios de sus dirigentes a participar en las elecciones regionales que tendrán lugar el próximo noviembre, ha resultado uno de los empujones principales para sentar en la silla a los sectores duros. Tal actitud ha terminado por dividir hasta a partidos tradicionales como Acción Democrática, y dejó más solos a quienes, finalmente, han accedido a conversar, así como debió persuadir a sus tutores.
Desde luego, ello no garantiza que todo vaya a resolverse en la mesa, que en sus primeras jornadas tuvo a México como sede en su calidad de presidente pro-témpore de la Celac, lo que, de paso, vuelve a poner en planos de vanguardia en la búsqueda de la paz, al enclave unitario más completo que hayan conseguido Latinoamérica y el Caribe.
Del lado de la oposición están anotados en la agenda aspectos tales como el establecimiento de un calendario de elecciones «libres» y «observables» —como si comicios no fuera lo que más abunda en Venezuela hasta hoy— y la liberación de los denominados presos políticos, entre otros tópicos favorables para «todos los bandos».
En lo que debe entenderse como un gesto de buena voluntad gubernamental que abona el diálogo, se supo, algunas horas después de establecidas las negociaciones, de la liberación del opositor derechista Freddy Guevara, vocero de Guaidó y quien estuvo vinculado con hechos violentos que justificaron su arresto. De él se dice ahora que podría tomar asiento para participar en la próxima ronda de conversaciones.
Aunque a los representantes de Caracas su presencia pudo resultar molesta toda vez que no pareció avisada, constituye un éxito que dos hombres allegados a Guaidó: su designado «embajador» en Estados unidos, Carlos Veccio, y su declarado «embajador» en Colombia, Tomás Guanipa, formaran parte de la delegación opositora en la primera vuelta.
Optimista, el presidente Nicolás Maduro ha dicho que no descarta, incluso, sentarse a conversar directamente con la administración estadounidense, en tanto Guaidó daba a conocer mediante Twitter, el 13 de agosto, su criterio de que el proceso de negociación es «la posibilidad de que mediante un Acuerdo Integral logremos una solución a la catástrofe (… )».
En Caracas seguro serán bienvenidos sus declarados deseos anticatastrofistas, que deben empezar a materializarse por él y su cohorte.
Cierto, como señalan algunos, que el levantamiento de las sanciones no es una decisión que pueda asumir la oposición, pues está en manos de la Casa Blanca, pero está claro que esa parte de la derecha a la que se ha dado hasta la facultad de mal usar el dinero incautado al Estado venezolano, puede influir en la adopción de esa eventual medida.
En otras declaraciones, el paladín antichavista de la administración Trump también ha dejado traslucir la posibilidad de anuencia a la legítima exigencia venezolana de que se levante el asedio económico.
Lo andado
Después del ajuste de la agenda, los primeros consensos se ubican en el Memorando de entendimiento suscrito por las partes, que conversan con Noruega como país garante y el acompañamiento de Rusia y Holanda, naciones a las que podrían sumarse otras.
El texto fue aprobado después, incluso, por la Asamblea Nacional y publicado en la Gaceta, lo que lo relegitima y atribuye carácter oficial.
Como otro resultado temprano de ese primer gran acuerdo general que fija el cronograma, la agenda, y otros principios, podría entenderse que el sector duro de Primero Justicia liderado por Tomás Guanipa, esté valorando la posibilidad de enrolarse en los comicios de noviembre, una eventualidad que seguiría aportando credibilidad a las legítimas elecciones regionales, y deshaciendo el tablero de la agresión económica y la violencia.