Agua, comida y luz entre las carencias boricuas. Autor: Internet Publicado: 09/10/2017 | 09:05 pm
En vez de ser reconstruido, Puerto Rico podría ser vuelto a ocupar por las empresas privadas de Estados Unidos luego de la devastación ocasionada por el huracán María, un fenómeno meteorológico que ha dejado a la isla, física y políticamente hablando, como en 1898: sin edificios, agua ni electricidad, y con 10 000 efectivos militares estadounidenses sobre su suelo.
Así lo han alertado en conferencia de prensa Rosa Meneses Albizu Campos, delegada del Partido Nacionalista de Puerto Rico en el exterior, y Linda Backiel, abogada constitucionalista y especialista en Derecho Criminal, estadounidense resiente en la isla, quienes acaban de llegar de allí.
Rosa reconoce en conversación informal y ante las indagaciones de la reportera que sí, está más delgada, porque en la isla «todos hemos perdido peso» después del huracán. Ambas se consideran, jocosamente, las «primeras refugiadas del huracán María en Cuba»,y llegan impactadas por lo que Edwin González, representante de la Misión de Puerto Rico en Cuba, ha dado en llamar «desastre natural y desastre colonial».
María ha dejado hasta ahora 34 muertos y a miles de puertorriqueños sin empleo; comercios que no han abierto ni volverán a abrir jamás; pérdida de cosechas; pacientes sin diálisis ni oxígeno durante 14 días; colas ante cajeros y supermercados donde los productos duplicaron y triplicaron sus precios; tribunales paralizados que no imparten justicia; hoteles que los de mayores ingresos no pueden ocupar porque están copados por los soldados estadounidenses.
La oscuridad y el silencio solo fueron rotos en las primeras horas por una emisora insuficiente para propagar el toque de queda,razón por la cual nunca se cumplió: las personas no se habían enterado…
En medio de esa devastación que ha hecho de este Puerto Rico otra isla les preocupa, justamente, la alta presencia militar estadounidense que, se ha dicho, podría incrementarse con la llegada de unos 60 barcos con más tropas, y una imposibilidad de Puerto Rico de recuperarse por sí que hace que María se convierta en la oportunidad de Washington para apoderarse de lo que pudiera quedar en territorio nacional.
El terreno está preparado, pues la aprobación de la ley Promesa por el Congreso de EE. UU. en 2016, ya había instrumentado vías para que los acreedores pudieran apropiarse activos tales como las tierras en fideicomiso y los fondos de los pensionados, entre otros, como método para «recibir» los pagos de una deuda valorada en 70 000 millones de dólares que, aclara Meneses, «no es de los puertorriqueños: son los gastos de la administración colonial y son ellos quienes se los deben a Puerto Rico».
Para graficar, Linda apunta tener noticias de que ya la compañía General Electric (GE) ha mostrado su interés por hacerse del monopolio de la electricidad, que el consorcio ofreció comprar a precio de ganga, por lo cual se le rechazó; pero ella ha escuchado que GE insiste… Y en Puerto Rico apremia la electricidad.
Además, abunda Meneses, hay yacimientos mineros por explotar y otros focos de atención como los puertos o recursos hidrográficos. «Arrasarán con todo gracias a la ley Promesa», augura, pues la denominada Junta de Control Fiscal está facultada por la legislación para que se adquieran además fondos adicionales, con vista a la amortización de la deuda (…)El huracán María les ha venido como anillo al dedo», afirma.
En ese contexto, ella valora la reciente visita de Donald Trump como «una bofetada» para quienes esperaban con ansias su presencia. Igual ocurrió después con el viaje de su vice, Mike Pence.
«La gente se ha quedado esperando algo que no va a llegar», aseguran ambas.
OTROS DAÑOS
La incomunicación de las personas, explican, es todavía hoy una de las secuelas del ciclón, junto a ese sistema eléctrico cuya generación no se recupera. El suministro había ascendido a 15 por ciento de los abonados, pero una rotura hizo que volviera otra vez a solo el seis por ciento.
La emigración forzosa por la situación económica se incrementa con familias enteras partiendo hacia la ciudad de Orlando, en la Florida; pero antes de María ya había provocado que más boricuas vivan en territorio de Estados Unidos (cinco millones), que en la propia isla (3,6 millones).
La ayuda hecha desembarcar por FEMA (Agencia federal para el manejo de emergencias) en las costas puertorriqueñas no llega a todos los lugares donde se le necesita, cuentan. Son los vecinos quienes han ido abriendo caminos y carreteras, y no los efectivos enviados.
Lo que ha denunciado la alcaldesa de San Juan, Carmen YulínCruz. «La gente se está muriendo de hambre y sed».