Acuse de recibo
Raquel María Lavernia Naranjo, residente en Rafael Oro 55, entre Mercedes y Esperanza, en la ciudad de Manzanillo, provincia de Granma cuenta que contrajo matrimonio con Gaspar Verdecia Novás en la notaría de esa ciudad el 22 de noviembre de 1974, asentado en el tomo 70 y folio 22 del Registro Civil. Y en 2005, Raquel solicitó en el Registro Civil la certificación de matrimonio, y no aparecía. Hubo que hacerlo por Búsqueda, con el consiguiente pago de diez pesos.
Al fin apareció: los datos del esposo estaban perfectos, no así los de ella: figuraba como Raquel Lavernia Arias. Faltaba el segundo nombre y el segundo apellido estaba cambiado. Legalmente no era ella quien había contraído nupcias 31 años antes.
En el Registro Civil le orientaron que debía solicitar los servicios de un abogado en el Bufete Colectivo para iniciar un proceso de subsanación. Eso le costó 115 pesos más sellos de timbre, búsqueda de las inscripciones de nacimiento de ella y de su mamá, además de numerosas entrevistas con la abogada. Por culpa de errores y descuidos ajenos.
Refiere Raquel que todo al fin se hizo y pasó al Tribunal de Manzanillo, el cual —no explica las razones—, declaró sin lugar la reclamación para subsanar errores mediante la sentencia 284 del 9 de agosto de 2005.
Raquel intentó de nuevo contratar a otra abogada, quien le dijo que el procedimiento a seguir era que su esposo le hiciera una demanda, por haberse casado con otro apellido, mediante el consiguiente pago de los servicios. Ella se negó, «pues no soy culpable de que me hayan puesto mal mi nombre, cuando toda la documentación necesaria fue presentada correctamente el día de la boda».
Y al reclamarle a la abogada que llevaba el proceso por los gastos monetarios y de tiempo, y el hecho de que todo seguía exactamente igual cuando era algo tan sencillo, esta le orientó que se casaran de nuevo y todo quedaría arreglado (¡¿…?!).
Para ello, sacaron el certificado de soltería (¿cómo habrá sido posible?), el pago de los servicios y sellos de timbre. ¡Y volvieron a casarse el 3 de noviembre de 2005!, quedando registrado en el tomo 126, folio 381.
Confiada en que se libraría del fantasma que siempre la perseguía, Raquel sacó la flamante certificación de matrimonio el 6 de marzo de 2012. Y todos los datos coincidían con exactitud. ¡Qué bien!
Pero más adelante, para hacer nuevos trámites, solicitó la certificación de matrimonio. Y apareció la primera, porque la segunda había sido congelada. Todo volvió a su punto de origen. Y en el Registro Civil le dijeron que tenía que volver a contratar un abogado.
«Mi temor es que pase lo mismo, afirma, gastando tiempo y dinero, que no están para botarlos. Según me informan, yo estoy casada dos veces porque tengo dos certificaciones; pero al mismo tiempo me dicen que ninguna de las dos son válidas.
«Yo no comprendo por qué, pues la segunda tiene todos los datos correctos. Sería eliminar la primera, que fue realizada mal en ese momento; y dejar la correcta. No comprendo qué quieren que haga. ¿Tendré que casarme una tercera vez? Alguien me dijo que me divorciara, pero si supuestamente no estoy casada, ¿cómo voy a divorciarme?
«Sé que las cosas llevan sus mecanismos y controles, pero no me parece que este sea el caso. Han pasado muchos años y muchos gastos para que me digan algo tan ambiguo como que estoy casada dos veces y al mismo tiempo no lo estoy. Espero ver si este caso tiene solución. Tanto yo como mi esposo somos de la tercera edad, vamos a cumplir 45 años de casados y queremos dejarles todo en orden a nuestros hijos», concluye Raquel.