A Tania Haase el violín le ha cambiado la vida. Autor: Cortesía de la entrevistada Publicado: 12/05/2021 | 10:44 pm
Es el alma de Cuba, y sobre todo la de Tania Haase Solórzano y Rodrigo García Ameneiro, la maravilla que concentra Cuban Soul, el disco que finalmente se materializó este 2021, pero que empezó a tejerse desde el momento en el que el dúo Espiral obtuvo el Primer Premio y el Premio Especial en el Grand Prize Virtuoso Competition de Ámsterdam.
Seguido muy de cerca por los organizadores del prestigioso certamen en la figura de María Victoria Montserrat, su directora artística y ejecutiva, Cuban Soul, ópera prima de Espiral, nació bajo el sello KNS Classical, con la producción musical de Daiana García y Aldo López Gavilán, según le contó Tania a JR, llena de felicidad. «Esperábamos el disco con ansias. Era parte del reconocimiento que recibimos en el concurso, el cual también posibilitó que Rodrigo y yo ofreciéramos un concierto en la afamada sala Real Concert gebouw de Ámsterdam, en los Países Bajos.
«Esa edición de 2019 se realizó online, de modo que enviamos un video para competir en la categoría de Música de cámara con la pieza Viernes de ciudad, de Aldo López-Gavilán, y de pronto nos llegó una invitación para participar en la Gala de Premiados. La alegría fue tanta, que cargamos con toda la familia; todos se nos unieron para apoyarnos.
«No olvidaremos jamás ese día: había muchísimos concursantes y fuimos de los últimos. Aguardamos como tres horas para tocar, pero nos sentíamos dueños del mundo, así que salimos a darlo todo con Viernes de ciudad, una obra que nos acompaña desde hace tiempo. Luego nos sorprendió el mensaje con ese regalo tan lindo del concierto y el disco que grabamos el año pasado con la disquera catalana. Como productores, Aldo y Daiana, son superespeciales. Ellos no solo se convirtieron en nuestros oídos en el estudio, sino que desde antes estuvieron preparando las obras con nosotros, puliendo cada detalle buscando la perfección. Es una dicha tremenda que Cuban Soul, donde junto a Rodrigo aparecen compositores de la talla de Guido López Gavilán, Carlos Fariñas, Andrés Alén, Aldo López-Gavilán, Ruy y Harold López-Nussa, y Ernesto Oliva, sea nuestro primer disco.Sí, estamos muy, muy contentos».
—Tania, tú eres de las que inspiras cuando tocas el violín...
—Si supieras: lo del violín, en mi caso,ocurrió realmente de un modo un poco«raro». Mi padre,cuando niño,estudió piano. No lo terminó, porque no sentía ninguna afinidad con su maestra, sin embargo, mi abuela paterna se quedó con el anhelo de que hubiera un músico en la familia. Para darle ese gusto, mi mamá propuso intentarlo conmigo. Empecé a dar clases de ese instrumento a los 4 años de edad de manera particular, preparándome en talleres para entrar en un conservatorio. Aprobé en el de Guanabacoa, donde solo había plazas de chelo y violín, de los cuales apenas tenía noción. Sin demasiado entusiasmo opté por este último, bajo la tutela de la profesora África Rodríguez. A los dos años me trasladé a la escuela Manuel Saumell, y cuando vine a ver ya era parte indisoluble de mi vida...
—Es que sin dudas la música te gustaba...
—Me gustaba, sí, aunque siempre los niños hacen cierto rechazo cuando comprenden que se acabó el juego en grande con los amiguitos y lo que toca es estudiar y estudiar. Supongo que algo así ocurrió conmigo, mas no lo recuerdo bien. Mi mamá me cuenta que el principio hice mi rechacito, sin embrago,el amor por la música pudo más y ahora mismo es mi vida, la verdad.
—¿Cómo asimilaste el paso de piano a violín?
—¡Durísimo! Son totalmente diferentes. Con el violín se trataba de comenzar de cero, ni siquiera lo había tenido en las manos, no lo conocía, no podía imaginar cómo sonaba. Fue superdifícil... Tuve varios profesores en Saumell hasta que me establecí, en séptimo grado,con AllaTarán, quien me situó ya en el camino. Luego Iresi García se convirtió en mi guía, en mi luz en el nivel medio, etapa en la que supe con seguridad que no había marcha atrás. A ella le agradezco tremendamente, y ahora a Alfredo Muñoz, quien como se sabe es un genio, y mi profesor en el ISA.
«Quizá te preguntes cómo entonces conseguí vencer el pase de nivel de elemental a medio. Y te respondo: me salió bien, pero ciertamente no como hubiera querido. En estos momentos ayudo a mi sobrina Alicita en sus estudios de violín, quien cursa el octavo grado, y cuando evalúo su desarrollo veo a la estudiante que hubiera deseado ser a esa edad. Todo el tiempo estoy tratando de lograr en ella lo que yo no fui».
—¿Qué tuvieron de especial Alfredo Muñoz e Iresi García?
—Iresi es una persona muy dulce y me sentía a su lado como si estuviera con mi segunda mamá. Con ella podía hablar de cualquier tema, me soltaba, al tiempo que logró que aprendiera a expresarme a través del violín. Sacó de mí toda la musicalidad que tenía adentro. Iresi fue mi motor impulsor, me permitió soñar con el ISA.
«Alfredo lo es todo en el violín para mí. Aún no he podido graduarme del ISA por el coronavirus, pero él constituye mi mayor referencia. Ha conseguido que me sienta plena musicalmente, que logre expresarme con libertad absoluta. Después de haber estudiado con el maestro, ya no creo en pasajes imposibles. Alfredo Muñoz ha sido especial,algo de otro mundo».
—Lo de cantar comenzó en tu etapa de estudiante, ¿no?
—Sí, y ha resultado genial. Siento que después que aprendí a cantar una melodía, me es mucho más fácil en el violín, que puedo expresar mucho más. Había estado en coros, pero en ese caso formas parte de un ensemble, no estás sola con tu voz. Pero sucedió que un buen día Sander Morgado, profesor de Saumell, musicalizó unos poemas de Antonio Guerrero y me dijo:«Quiero que tú los cantes». Fuimos a un estudio a grabar y me gustó. Sin embargo, esa inquietud permaneció medio «dormida» hasta que la volvió a despertar el grupo Ceda el Paso.
«Te confieso que es maravilloso cada vez que Rochyme da la oportunidad de cantar con ella, admito que me encanta. Cantar me ha marcado, tanto que quisiera llevar las dos vertientes».
—Mencionas a Ceda el Paso, a Rochy, y aunque no lo nombres uno enseguida piensa en Rodrigo. En los últimos años, tú y él parecen una sola persona...
—Esa es una historia preciosa. Nos conocimos cuando teníamos diez años, estábamos en quinto grado, y yo me enamoré de él a primera vista, te lo puedo jurar. Recuerdo que llegué a mi casa y le dije a mi mamá: «Mamá, he visto a un chinito que me encanta». ¡Era Rodrigo!¡El primer día de la escuela!Me volvió «loca», aunque nuestra pareja se concretó en octavo o noveno: yo había cumplido 13 y él 14. Es decir, que ya son ocho años de relación, casi nueve. Y lo mejor que nos ha sucedido es poder tocar juntos, porque no solo compartimos este lindo sentimiento, sino también nuestra pasión por la música».
—Y Espiral,¿surgió antes o después de la relación?
—En el medio. Si mal no recuerdo, surgió en el 2014. O sea, dos años después de que decidiéramos unirnos.Hubo un momento en que queríamos presentarnos en más espacios, en concursos, y fue como: «pero si estamos viviendo juntos, por qué no crear un dúo y mostrar nuestra música». Le pusimos Espiral por una obra de Aldo López Gavilán que nos fascina.
«Ceda el Paso apareció un poquito después. La agrupación la fundó Rodrigo con amigos del Conservatorio Amadeo Roldán. Al principio me desempeñaba solo como violinista,pero ahora incursiono también en el canto cada vez que a cualquiera de los muchachos se les ocurre una obra a la cual quiere ponerle voz. Ceda el Paso nos permite movernos en otros géneros como el jazz o la música cubana contemporánea, y defender un repertorio constituido por creaciones muchas veces propias».
—Sé que desde este marzo también te involucraste en un nuevo proyecto discográfico liderado por Rochy...
—Efectivamente, se trata de un proyecto infantil a partir de la obra de Gisela Hernández y Olga de Blanck, presentada ahora con nuevos arreglos. Como en Cancioncita para ti (sello Abdala),Rodrigo se encarga de la dirección musical,los arreglos y pianos. En el disco, además de cantar uno de los temas como invitada, estoy en las cuerdas. Ellos dos me dieron, además, la oportunidad de trabajar con los niños que hacen los coros. Un atrevimiento mío, porque no sé dirigir ni mucho menos, pero voy guiándolos, lo cual me complace. La experiencia ha sido lindísima.
—¿Cómo te va con la Orquesta de Cámara de La Habana?
—La Orquesta de Cámara de La Habana, bajo la batuta de la maestra Daiana García, está siendo otra escuela. Se aprende mucho cuando se trabaja con rigor, cuando no se descuida ni un solo detalle, cuando no puedes dejar de estudiar, cuando cada concierto se realiza con un gusto tremendo y la música es especialísima. Es muy estimulante cuando logras superarte día a día.
—Tú y Rodrigo han sido de los que no se han detenido a pesar de la pandemia...
—Teníamos que buscar alternativas con las que sentirnos satisfechos y que estimulara nuestra creatividad. Así nacieron los Car Sessions que ya van por tres. Empezamos por MyFunny Valentine, el conocido standard de jazz de Richard Rodgers, que yo canto mientras manejo un carro, mientras Rodrigo, autor del arreglo, se responsabilizó de filmar y editar el video.
«Para el segundo, en el cual sumamos a Ceda el Paso en pleno,ya no cabíamos en un carro, de modo que optamos por la cama de un camión. Y esa vez seleccionamos la canción Cry me a River, de Arthur Hamilton. Igual sucedió con la tercera propuesta, en que además invitamos al Cuartero de Cuerdas Habana y entonces elegimos, por el 14 de febrero, un tema tan hermoso como Mis impulsos sobre ti, de AleksSyntek... Si bien en este tiempo de pandemia no nos ha escaseado el trabajo, siempre andamos detrás de nuevas motivaciones».
—Tú papá no es cubano...
—Mis padres se conocieron en el mundo de los medios de comunicación hace un montón de años, y luego de estar un tiempo viviendo juntos decidieron traerme al mundo. Ya mi mamá tenía una hija de 14 años, mi hermana Yaíma, a quien le preguntaron si estaba de acuerdo. Quiere decir que no te estuviera haciendo este cuento de haberse negado (sonríe). Gracias a Dios están juntos y han sido la vida mía. Mi mamá, siempre anda detrás de mí, y mi papá no se aparta de nosotras ni un solo instante.