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Mujeres de campo y valor

El reconocimiento de la diversidad de contribuciones de las mujeres cubanas a la soberanía alimentaria y la sostenibilidad ambiental continúa siendo un reto, por lo que urge crear espacios para dar a conocer su imprescindible labor

 

Autor:

Monica Lezcano Lavandera

Los trabajos en el campo casi siempre se asocian al rol masculino. La producción de alimentos —esa que aporta a la soberanía alimentaria de un país— es, tradicionalmente, cosa de hombres. Debido al machismo estructural que, apesar de los esfuerzos por extinguirlo, todavía existe en Cuba, la labor de ellas en la tierra queda relegada en el imaginario popular.

¿Cuántas de las mujeres que producen, lideran y aportan al país quedan solamente como la esposa del campesino? La realidad hoy nos demuestra que el sector femenino en la agricultura crece y se hace sentir con mayor fuerza. Desde las fincas, cooperativas, mercados, centros de beneficio y minindustrias, ellas apoyan y orientan a otras personas, encabezan procesos y espacios comunitarios, trabajan en huertos, patios y parcelas… Sienten y viven nuestros campos, y merecen ser respetadas por ello.

Cuba ha puesto atención a esta temática. Ya sea desde el recién aprobado Programa nacional para el adelanto de las mujeres, el cual promueve el empoderamiento económico de las trabajadoras y el reconocimiento de su labor, o desde la Federación de Mujeres Cubanas, que establece como prioridad la atención a las campesinas, estimulándolas a solicitar tierras, a participar en la agricultura urbana y suburbana, capacitándolas para la preparación de fertilizantes, la lombricultura, la cría de animales y todo lo que eleve su nivel de empleo y de ingresos, y aporte a la alimentación de las familias.

En los últimos años, la producción de alimentos ha hecho más visible el rol de las cubanas en el autoabastecimiento local. Desde 2015 existe en el país la estrategia de género del Sistema de la Agricultura en Cuba y en 2020 se aprobó el Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional, que incluye la equidad de género y generacional entre sus enfoques estratégicos. Todos estos esfuerzos ayudan a potenciar ese desarrollo femenino que tanto se ha demandado, pero aún continúa la lucha.

Cuando todas crecen

Cada mujer lleva muchas dentro, porque son a la vez activista, proveedora, gestora, creadora, y tiene maneras diferentes de vivir esas aristas de su propio universo y de enfrentar los retos que cada una supone, también porque conecta con otras mujeres, con la causa de todas, en un sistema patriarcal que pone límites a la justicia y a la plenitud de la vida para todas las personas.

Con esta premisa, desde hace algunas semanas circulan en las redes sociales materiales comunicativos que visibilizan los aportes de mujeres diversas, vinculadas a las cadenas agroalimentarias en el Sistema de la Agricultura, ello gracias a la campaña de comunicación «Soy Todas». De la mano del proyecto de sostenibilidad alimentaria en los municipios (Prosam), esta campaña trabaja para lograr un cambio de imaginarios en mujeres y hombres, dando lugar a un entorno más propicio para transformaciones en las relaciones y estructuras que discriminan a las mujeres en este tipo de labor.

Fomentar un liderazgo femenino través del desarrollo de capacidades técnicas, la comprensión de la perspectiva de género, el acceso a recursos y el intercambio de experiencias, propicia para ellas mayor autonomía personal y reconocimiento de sus contribuciones, y es sobre esa base que actualmente se trabaja en la campaña.

El amor hacia las labores de la tierra que comparte Anna Amarilis Darias, presidenta de la UBPC Cinco Palmas, de Artemisa, quien desde los años 90 está vinculada al trabajo con las cooperativas, ha crecido un poco más desde que comenzó a trabajar con Prosam, pues ha podido mejorar su negocio, dedicado fundamentalmente a la producción de posturas.

Muchas mujeres han encontrado el éxito y la satisfacción profesional en el trabajo con la tierra. Foto: Cortesía de la campaña «Soy Todas».

Otra de las beneficiadas, Maryanis Lay Veria, trabajadora de la finca Santa Teresa, también en Artemisa, siente que el trabajo productivo que realiza no solo la beneficia emocional y económicamente, sino que ha incidido de gran manera en sus prácticas de alimentación y en la educación nutricional de su familia. Mientras que para Lázara O’Farril, especialista de la Delegación Municipal de la Agricultura en Madruga, Mayabeque, lo mejor de convertirse en referente de género del proyecto ha sido incidir en otras mujeres para que encuentren fuentes de empleo en la producción de alimentos, una vía importante para que se empoderen.

Precisamente, para compartir las experiencias de ellas y otras mujeres, surgió esta iniciativa. Kenia Lorenzo Chávez, especialista de género de la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales, indicó que la campaña comparte los aprendizajes derivados delproceso de empoderamiento de las beneficiadas con Prosam, que ha trabajado directamente con 450 mujeres entre directivas, técnicas, científicas, empleadas de minindustrias, mercados, fincas, entre otras que incluyen a los gobiernos de los municipios implicados como Madruga, Güines, Guanabacoa, Artemisa y Bejucal.

Afirmó, además, que las voces y rostros de estas mujeres se articulan para compartir, crear y formar parte de procesos nuevos y más amplios, por lo que se darán a conocer sus historias en diferentes formatos mediante las redes digitales y otros productos que se compartirán hasta el mes de septiembre.

Por su parte, Oneida Hernández, directora científica del Instituto de Suelos y directora del proyecto Prosam, indica que entre los principales logros del proyecto está el incremento del papel femenino en estas labores y la mejoría de las condiciones de trabajo para la producción de biofertilizantes.

La organización no gubernamental (ONG) Oxfam Internacional en Cuba es una de las partes involucradas en esta campaña. Elena Gentili, su representante, precisó que la pandemia ha demostrado aún más la desigualdad y vulnerabilidad en cuanto a los sistemas alimentarios y medioambientales, por lo que se necesita buscar soluciones ante la crisis que vivimos. De ahí que sea necesario ponderar valores como la equidad de género, que resalten el liderazgo de las mujeres como actor principal en la construcción de la soberanía alimentaria y la sostenibilidad ambiental.

Entretanto, Carla Vitantonio, representante de la ONG Care en Cuba, indicó que gracias al involucramiento activo y no discriminatorio de las mujeres, es posible alcanzar de forma sostenible sistemas de producción, transformación, distribución y consumo de alimentos satisfactorios.

Estos procesos en Cuba cuentan con el apoyo del Gobierno de Canadá, que mediante sus financiamientos promueve políticas feministas y de igualdad de género, mediante el establecimiento de alianzas con organizaciones cubanas que trabajan también por la equidad, entre ellas, el Instituto de Suelos, en sinergia con la estrategia de género del Ministerio de la Agricultura, manifestó.

La alianza más fuerte —enfatizó Carla Vitantonio— es con las lideresas de las iniciativas, empleadas, fuerza de trabajo y trabajadoras de producción y servicios, integrantes todas de la Federación de Mujeres Cubanas, que se han apropiado de concepciones no sexistas y han encontrado en el proyecto un espacio de superación, defienden la autonomía ganada y se apoyan para el avance individual y colectivo.

Mostrar rostros y voces

Una plataforma online figura entre los principales aportes de la campaña. A modo de mapa interactivo de Cuba permite encontrar según su ubicación, las disimiles experiencias innovadoras lideradas por mujeres que apuestan hoy en Cuba por la sostenibilidad alimentaria, fruto del trabajo de Prosam.

Próxima a estrenarse, en sus inicios solo incluirá a beneficiarias del proyecto, pero en el futuro podrán integrarse otras iniciativas de mujeres vinculadas a la producción, que se animen a entretejer sus historias de vida, compartan metas comunes, las articulen con sus proyectos individuales y se acompañen para crecer en su liderazgo.

Las mujeres aportan a la soberanía alimentaria de diversas maneras. Foto: Cortesía de la campaña «Soy Todas».

Como parte de las acciones de «Soy Todas» también se creó un audiovisual de 27 minutos —a estrenarse en el mes de mayo— que recoge las historias de varias mujeres que reflexionan sobre su papel como productoras, comercializadoras y decisoras, y cómo conectan con la realidad cubana actual.

Igualmente forman parte de la iniciativa, la presentación de prácticas y aprendizajes en agroecología, inocuidad y manejo de residuos, etc., que se han promovido durante el proyecto y son puestos en práctica. Estos pueden encontrase en las redes sociales y espacios web, para resaltar el trabajo de todas las mujeres que generan contribuciones y enfrentan múltiples retos.

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