Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Discurso de Hugo Chávez en la clausura de la IV Cumbre de Petrocaribe

El evento se desarrolló en la Refinería «Camilo Cienfuegos», en la ciudad de Cienfuegos, el 21 de diciembre de 2007, «Año 49 de la Revolución»

Autor:

Juventud Rebelde

Foto: Juvenal Balán No, yo no voy a hablar mucho, yo no voy a hablar mucho.

¡Viva Cuba! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Viva Venezuela! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Viva el Caribe! (Exclamaciones de: “¡Viva!”), ¡Petrocaribe! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Viva Cienfuegos! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Viva la refinería! (Exclamaciones de: “¡Viva!”), ¡los trabajadores! (Exclamaciones de: “¡Vivan!”), ¡los estudiantes! (Exclamaciones de: “¡Vivan!”)

¡Viva Fidel! (Exclamaciones de: “¡Viva!”), ¡Bolívar! (Exclamaciones de: “¡Viva!”), ¡Martí! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

Bueno, yo no voy a hablar mucho (Risas). No, no puedo. Sí puedo, no debo (Risas). Así que voy a obviar el protocolo.

Querido hermano Presidente encargado de la República de Cuba, Raúl;

Queridos hermanos presidentes, primeros ministros, ministros, ministras, cancilleres, altos representantes de los gobiernos de Petrocaribe;

Hermanas y hermanos de Cienfuegos, de toda Cuba, de Venezuela, de América Latina, del Caribe;

Señores de los medios de comunicación;

Cubanas, cubanos;

Venezolanas, venezolanos;

Estudiantes de Venezuela, del Caribe:

Yo estaba recordando, mientras oíamos a Raúl, que hace ya mucho más de una década, exactamente podemos sacar la cuenta, era el año 1994; es decir, 13 años hace que por primera vez llegué a Cuba, físicamente —como lo dije en aquella ocasión—; físicamente, porque desde mucho tiempo atrás uno soñaba con venir a la Cuba revolucionaria, a la Cuba socialista.

Comienzo de esta manera estas cortas palabras —insisto, y me insisto a mí mismo—, porque pudiera pensar alguien, pudiera decir alguien, como muchas veces lo oímos, en expresiones diversas que salen del corazón del pueblo de Cuba, de otros pueblos hermanos, palabras de agradecimiento.

Voy a repetir una expresión que es de Fidel. Desde aquí, Fidel, ¿qué tal? Vamos a mandarle un aplauso a Fidel desde aquí. Ese nos está viendo allá en La Habana (Aplausos): “¡Fidel, qué será lo que tiene Fidel que el imperialismo no puede con él!”

A Fidel una vez le decíamos algunos de nosotros, gracias por esto, gracias por aquello, y él dijo: “No me den las gracias, porque me da pena”. Y es así, a mí me da pena que me den las gracias, de verdad, porque no es para agradecer nada, porque no son favores lo que nos estamos dando; no, nos estamos dando el alma. Estamos aquí impulsados por la conciencia de que solo unidos nosotros podremos ser libres, independientes; solo unidos podremos construir el sueño de tantas y de tantos. Y, en todo caso, los venezolanos, las venezolanas, tenemos mucho que agradecer; los latinoamericanos, los caribeños, el mundo, a Cuba. Incluso pudiéramos decir: Nosotros estamos en deuda con Cuba.

¡Cuánto ha apoyado Cuba al mundo, a la causa de la humanidad, a la causa de los pueblos, a la lucha contra el imperialismo, contra la explotación, contra la dominación! ¡Cuánto! No solo en el Caribe, no solo en América Latina; en África, en Asia. Hoy lo recordábamos en nuestra cumbre de Petrocaribe.

Recordábamos también hoy que precisamente dos de las más grandes revoluciones que en el mundo han ocurrido se iniciaron en el Caribe: la de Haití, concluyendo el siglo XVIII o comenzando el XIX, y la Revolución Cubana.

Y, fíjense, paralelismos, pudiéramos decir, de la historia, la Revolución Haitiana, de los jacobinos negros de Toussaint Louverture... Ahí está el presidente de Haití, René Preval (Aplausos). El reconocimiento de los pueblos del Caribe y de América Latina para el pueblo de Haití (Aplausos), pueblo grande, pueblo heroico, pueblo inmenso. A pesar de que luego las fuerzas imperialistas golpearon y golpearon a la Revolución Haitiana hasta que la derrotaron; sin embargo, desde Haití se extendió el ideal revolucionario hacia el continente, allá en Suramérica, hace 201 años, después de que durante 300 años vinieron barcos y barcos y barcos colonialistas, imperialistas, cargados de muerte desde Europa, desde el norte, pues, hacia el Caribe, hacia la América del Sur. ¡Trescientos años de barcos navegando del Atlántico al Caribe, de norte a sur, trayendo la muerte, el coloniaje, la dominación.

Foto: Juvenal Balán El primer barco que en esos 300 años cruzó el Atlántico, cruzó el Caribe; el primer barco que trajo una bandera libertadora, un sueño libertador, un juramento libertador de ser libres o morir; el primer barco, dirigido por un capitán, por un mariscal, por un soldado infinito, ese primer barco, con esa bandera tricolor izada, con un modesto cañón, con una imprenta, pero con un sueño grande y con una semilla eterna; ese primer barco, comandado por el general Miranda hace 201 años, llegó precisamente a Haití (Aplausos), y en Haití se multiplicó —era 1806— en más barcos, y el pequeño escuadrón de quijotes se multiplicó en otros escuadrones y en otros fusiles y en otras gentes. Y de Haití salieron rumbo al sur, a las costas de Venezuela, donde al fin desembarcaron en agosto de 1806, lanzando el juramento aquel, “¡juro ser libre!”, a los pueblos libres del Caribe y de Suramérica. ¡Mil ochocientos seis!

Diez años después Simón Bolívar, derrotado, caída la Segunda República en Venezuela, sin armas, sin gente, sin recursos, ¿adónde llegó? De nuevo a Haití, Petion, y allí consiguió afecto, apoyo, fuerza revolucionaria de los jacobinos negros que gritaban, que cantaban: “¡Igualdad, libertad, fraternidad!” Y se multiplicó de nuevo la fuerza, aparecieron hombres, aparecieron armas, aparecieron barcos, apareció logística; y en 1816, desde los cayos de San Luis, salió Bolívar al frente, rumbo a Venezuela, para sembrar la semilla definitivamente de la independencia del imperio español. Y a los pocos años estaba Bolívar libertando la Nueva Granada, cruzando los Andes, libertando Quito, Guayaquil, y abrazándose con San Martín; y a los pocos años estaba libertando el Perú con el Mariscal de Ayacucho, y creando la Gran Colombia. Paralelismo, decía: Haití y su revolución; vino el viento del norte y llevó el fuego sagrado de la revolución hacia las tierras del sur. Casi 200 años después, Cuba, la Revolución Cubana.

Se apagaron las luces en el mundo, se arriaron casi todas las banderas de batalla por un mundo de justos y de iguales, que no tiene otro nombre que el socialismo, porque el socialismo es el único camino hacia la justicia, hacia la igualdad, hacia la libertad; no hay otro camino que el del socialismo, no hay terceros caminos posibles (Aplausos). El capitalismo es el camino al infierno, el camino a la destrucción de la sociedad, a la destrucción de la humanidad. Y el socialismo, el camino —incluso, decimos nosotros los cristianos— hacia el reino que vino Cristo a anunciar, del amor entre nosotros; el camino hacia el mundo que anunció Martí, Bolívar, San Martín, Morazán, Manuela Saenz, Miranda, ellos y ellas (Aplausos).

Pues bien, paralelismo, las dos grandes revoluciones del Caribe, y el viento del Caribe las llevó sobre el sur. Igual pasó con Cuba. Recuerdo cuando vine aquí a Cuba por primera vez, físicamente, aquel diciembre de 1994, saliendo de prisión; no teníamos rumbo todavía nosotros en Venezuela. Venezuela crujía, Venezuela se incendiaba, crujía una rebelión, una revolución, otra rebelión, pero no había rumbo definido. Cuba, en pleno período especial; Cuba, bloqueada; Cuba, hostigada, casi todo el continente le dio la espalda —me refiero a los gobiernos, porque no a los pueblos—, el imperio allí mismo, apretando el bloqueo, apretando la presión sobre los demás países. Hay que reconocer que en medio de todo esto, lo sabemos, ustedes, la mayoría de los países del Caribe, se mantuvieron firmes y solidarios con la Cuba revolucionaria, para grandeza de los pueblos caribeños, del Caribe insular (Aplausos), que no me refiero al continente.

Entonces, yo hoy pudiera decir: La llama o el fuego sagrado de la Revolución socialista cubana ahora se ha extendido, el mismo viento del sur la ha llevado; la ha llevado y ahí está en Suramérica. Ahí está el continente suramericano, centroamericano, revolviéndose de nuevo, levantando de nuevo las banderas; millones y millones de hombres y mujeres se han levantado de nuevo, nos hemos levantado de nuevo con nuestras banderas de siempre, con las banderas de los pueblos. Desde Venezuela decimos, como desde Cuba: socialismo.

Y esa insurgencia popular, que está cambiando de manera acelerada el mapa político, geopolítico de la América Latina, debe mucho, debe muchísimo a la conciencia, al coraje, a la voluntad, a la capacidad de resistencia del heroico pueblo cubano, al que desde aquí rendimos tributo, al pueblo cubano, a sus líderes y a su líder fundamental, Fidel Castro (Aplausos).

Paralelismos, decía, de la historia, paralelismos. Y hoy, 200 años después de aquella llamarada, nosotros tenemos que decirnos, como aquel general venezolano, José Félix Ribas; poco antes de una gran batalla, les dijo a sus soldados, a su pueblo: “No podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer.” Hoy hay que decirlo, 200 años después de aquella independencia trunca, que se vino abajo y se desplomó, como hoy lo recordábamos también, citando una frase de Bolívar escrita por allá por 1828, desde Guayaquil, dicha a un general venezolano, viendo cómo ya se movían, se venían abajo las bases del proyecto de la Gran Colombia, Bolívar decía: Si nuestra América no se llama al orden y a la razón, nada garantizará la estabilidad de nuestros nacientes gobiernos, de nuestras nacientes repúblicas, y un nuevo coloniaje legaremos a la posteridad.

Eso fue lo que ocurrió, se vinieron abajo gobiernos, se vinieron abajo repúblicas, se vinieron abajo proyectos, se vino abajo el gran sueño. Y aquí estamos hoy, dos siglos después, retomando la batalla por nuestra plena independencia.

Foto: Franklin Reyes Ahora, tengamos cada día más conciencia de que para nosotros ser verdaderamente independientes y, además, para garantizar la permanencia, para garantizar en el futuro, en este siglo y en los que vienen, nuestra independencia y nuestro desarrollo, habrá muchas cosas que hacen falta, pero hay una que es fundamental: la unidad, la unidad. Solo unidos nosotros seremos verdaderamente independientes; solo unidos nosotros seremos verdaderamente libres. Unidos podemos hacer milagros, incluso, de llevar a la realidad lo que parece imposible. Este es un ejemplo, la refinería de Cienfuegos. Solo la unión que hemos logrado entre Venezuela y Cuba ha hecho posible esta maravilla, este milagro, esta especie de resurrección (Aplausos).

Hace dos meses y una semana vinimos por aquí, a la preinauguración de la refinería, un domingo, el domingo 14 de octubre, hicimos el Aló Presidente en Santa Clara, rendimos homenaje al Che Guevara, al Che, a nuestro Che; desde aquí rindamos tributo al Che, a los mártires, a Camilo Cienfuegos, cuyo nombre ilumina esta refinería, este sueño y este proyecto (Aplausos).

Y ustedes saben que el Che —lo saben ustedes mejor que yo— le dedicó a Camilo líneas maravillosas. En una ocasión escribió: “No sé si Camilo” —dice el Che— “conocía la máxima de Danton sobre los movimientos revolucionarios: ‘audacia, audacia y más audacia’. De todas maneras la practicó con su acción, dándole además el condimento de las otras condiciones necesarias al guerrillero: el análisis preciso y rápido de la situación y la meditación anticipada sobre los problemas a resolver en el futuro, eso fue Camilo: audacia, audacia, audacia (Aplausos). Audacia, hace falta audacia cuando se trata de hacer una revolución, de cambiar un mundo. Sin audacia no se logra nada.

Bolívar hablaba también de la audacia. El 15 de mayo de 1828 Simón Bolívar dijo lo siguiente: “Cuando me hablan de valor y de audacia, siento revivir todo mi ser y vuelvo a nacer, por decirlo así, para la patria y para la gloria.” Sin audacia no habría patria, sin audacia no habría gloria. Más adelante dice Bolívar: “Así como la justicia justifica la audacia de haberla emprendido, la imposibilidad de su adquisición califica la insuficiencia de los medios.” Más adelante dijo: “Las fuerzas deben reunirse para obrar con audacia en el plan y con prudencia en la ejecución.” Una máxima de Bolívar: “Audacia en el plan y prudencia en la ejecución.”

Bueno, audaces hemos sido, hemos aprendido mucho. Hemos aprendido mucho de Cuba revolucionaria, y todos estos proyectos de integración, de unión son producto de la audacia. A Cuba se le ocurrió, a ustedes, la audacia del cuartel Moncada, se le ocurrió a ustedes, a un grupo; la audacia de la Sierra Maestra, la audacia rumbo a la patria, rumbo a la gloria. Nosotros seguimos ese camino.

Se nos ocurrió la audacia de ser libres. Venezuela era una colonia norteamericana hasta hace muy pocos años, si hablamos del siglo XX podemos decir: 100 años de coloniaje político, cultural, económico, petrolero. Deben saberlo ustedes muy bien, compañeros, compañeras del Caribe, de los países de Petrocaribe, también de los países de América Latina.

Hacia allá queda Venezuela, allá está nuestro Caribe (Señala). A unos 2 000 ó 2 500 kilómetros de este punto hacia el sureste está la reserva de petróleo más grande que hay en este planeta, una reserva de petróleo que bien administrada nos garantiza energía para todos nosotros, para nuestros hijos, para nuestros nietos, para los nietos de nuestros nietos; es decir, hay energía allí para 200 años, por lo menos, ¡para doscientos años! (Aplausos.)

Se nos ocurrió la audacia de recuperar la propiedad de esa riqueza que estaba en manos de Estados Unidos. Desde 1914 Venezuela comenzó a producir petróleo en cantidades suficientes para la exportación, y deben ustedes saber, yo lo decía hoy allá en la inauguración de la Cumbre, que desde 1920 hasta 1960, Venezuela fue el primer exportador mundial de petróleo y todo ese petróleo se fue hacia Estados Unidos, y por aquí pasaron, por este mar Caribe nuestro, miles y miles de barcos cargados de petróleo; pero no dejaron nada para el beneficio de los pueblos del Caribe. Hoy la Venezuela revolucionaria coloca esa riqueza, primero que todo, a la orden de los pueblos hermanos del Caribe, de los pueblos hermanos de la América Latina; no a la orden del imperio norteamericano (Aplausos). Y esa es una de las razones fundamentales de las permanentes agresiones contra Venezuela, de las permanentes conspiraciones contra Venezuela, hoy recordadas y muy bien explicadas, por cierto, que agradezco mucho, por nuestro hermano el comandante presidente de Nicaragua sandinista, Daniel Ortega (Aplausos), conspiraciones a la orden del día, amenazas; pero no nos importan, no nos pesa nada. Estamos nosotros cumpliendo el papel que la geografía y la historia nos han asignado. Somos los hijos de Miranda, somos los hijos de Bolívar, somos los hijos de Martí, somos los hijos de Toussaint Louverture, y las hijas (Aplausos).

Esta refinería —yo quiero unirme a las palabras de Raúl, de felicitación a todos los que han hecho posible este milagro: trabajadores cubanos, trabajadores venezolanos, felicitar a sus gerentes, a Luis Gómez, el gerente general de la refinería, a todos los ingenieros, los técnicos, especialistas, trabajadores, trabajadoras (Aplausos)—, es un ejemplo de todo lo que nosotros podemos hacer cuando nos juntamos de verdad, sin estar haciendo cálculos egoístas o mezquinos. Aquí está Cienfuegos, de nuevo con sus llamas encendidas, después de casi dos décadas. Me decía Lage que esto parecía un cementerio.

Y fíjense, Venezuela —ustedes saben, y eso lo hemos heredado nosotros—, posee, son de su propiedad siete grandes refinerías en Estados Unidos, y hasta hace 10 años había un plan en Venezuela para continuar ampliando y construyendo refinerías en Estados Unidos, y había un plan llamado el Megaplan de la vieja PDVSA, para llevar la producción de petróleo hasta 6 millones de barriles diarios, para llevar petróleo a Estados Unidos.

Cuando llegamos nosotros —yo quiero saludar y hacer un reconocimiento especial a nuestro embajador aquí en Cuba, Alí Rodríguez Araque, extraordinario combatiente, compañero, él fue presidente de PDVSA, Ministro de Energía, presidente de la OPEP, Secretario General de la OPEP, ahí está Alí con su humildad y su grandeza (Aplausos); Rafael Ramírez, nuestro Ministro de Energía y Petróleo, todos los compañeros de Petróleos de Venezuela, de la nueva PDVSA (Aplausos), que nos costó sangre, sudor y lágrimas recuperarla, después de las grandes confrontaciones contra el imperialismo y los pitiyankis durante los años 2001, 2002, 2003. Pero en fin, ese era el plan que tenían, ese plan no lo elaboran en Venezuela, ese plan lo elaboraban en Washington. Llegamos nosotros y dijimos: No, este plan hay que frenarlo. Claro que al frenarlo empezó a crujir todo, y esa fue la causa fundamental del golpe de Estado de abril de 2002, y del sabotaje petrolero, planificado y dirigido desde Washington, desde Estados Unidos.

Ahora, nosotros frenamos ese plan y hemos puesto en marcha otro plan totalmente distinto. Hace unos días estábamos en el río de La Plata, en Buenos Aires, aquel día de fiesta inolvidable, cuando tomó posesión la nueva Presidenta argentina. Desde aquí un saludo a nuestros hermanos del Cono Sur, a la presidenta Cristina Fernández (Aplausos), allá estábamos firmando el Banco del Sur, creando el Banco del Sur. Hemos creado el Banco del Sur, como hemos creado el Banco del ALBA también, un banco para nosotros.

Nosotros no podemos seguir dependiendo del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, esos son instrumentos del imperialismo, está demostrado y más que demostrado una y cien veces. Debemos crear nuestros propios instrumentos, solo así podremos ser libres, mientras tanto, nos seguirán encadenando, y como dijo Bolívar: un nuevo coloniaje legaríamos a nuestros hijos, a nuestros descendientes. Hagámoslo ahora, tenemos al frente una gran oportunidad.

El nuevo plan de la PDVSA bolivariana y revolucionaria, del gobierno revolucionario no es construir nuevas refinerías en Estados Unidos, no es ampliar las refinerías en Estados Unidos. Ah, porque es un negocio muy bueno para el imperio llevarse 2 millones de barriles diarios de petróleo de Venezuela, petróleo crudo y refinarlo allá en su territorio. Saquen ustedes la cuenta, que son muy estudiosos y estudiosas, la diferencia entre un barril de petróleo crudo y ese mismo barril refinado, a los precios de hoy, está por encima de 20 dólares por barril. Un millón de barriles, multipliquemos: 20 millones de dólares por día; multipliquemos por 365: 6 000, 7 000, casi 8 000 millones de dólares al año.

Preguntemos cuál es el Producto Interno Bruto de los países del Caribe, sumemos todo para que veamos que esa cifra sola es superior al Producto Interno Bruto de los países del Caribe, y en esa situación nos han tenido desde hace un siglo, en el caso del petróleo. Hemos dicho basta.

Estaba recordando con el ministro Rafael Ramírez, que nosotros hemos lanzado un plan para los próximos 10 años. Por eso es que están desesperados porque yo me vaya, desesperados porque la Revolución Bolivariana caiga, porque este plan, por supuesto, no le gusta nada al imperio.

Lo hemos anunciado. Nosotros tenemos un plan para construir, entre nuevas refinerías y expansiones como esta, 10 nuevas refinerías y ocho expansiones de refinerías en el territorio de América Latina y el Caribe para los próximos 10 años, con una inversión que llega a 22 000 millones de dólares, que ya comenzamos, esta es la primera.

Estamos inaugurando hoy la primera de esas nuevas expansiones y nuevas refinerías de esta próxima década que está comenzando ahora para traer el petróleo venezolano crudo; en vez de llevarlo a Estados Unidos, traerlo a Cienfuegos, traerlo a Haití, traerlo o llevarlo a Dominica, llevarlo a Nicaragua, procesarlo, convertirlo en todos esos productos que no solo son gasolina, diesel, fuel oil. No, ya lo decía Raúl, que es experto petrolero por lo que veo —cómo sabe Raúl de petróleo, además de guerrillero y de líder—, de las corrientes de refinación salen muchas cosas.

Ustedes aquí van a obtener la nafta, por ejemplo; de la nafta se obtiene la olefina. Vamos a construir ahora la expansión, la segunda etapa, la fase para llevar la capacidad de refinación hasta 150 000 barriles diarios aquí en Cienfuegos, de 65 como está hoy a 150 000.

Uno de los productos de la refinación son las olefinas; la nafta, luego las olefinas. Esas olefinas se combinan con sal, con el cloro que sale de la sal que está ahí mismo en el mar, y se produce el policloruro de vinilo, con el cual, entre muchas otras cosas, hemos hecho las petrocasas, para que veamos solo un ejemplo del potencial gigantesco que tiene todo lo que es el proceso de darle valor agregado, lo que llaman también aguas abajo, al procesamiento de las materias primas.

Este es un ejemplo, pues, de cuánto nosotros podemos lograr así, unidos, y cuánto vamos a lograr. ¡Sirva este ejemplo! ¡Sirva esta joya!, porque es una joya dentro de otra joya más grande que se llama Cienfuegos. Es una joya de la humanidad dentro de otra joya que es Cuba. Es una joya Cienfuegos y su refinería.

¡Sirva como estímulo para los que duden! ¡Sirva como ejemplo para los que teman! No estamos en tiempos de temores, no estamos en tiempo de duda. Este es un ejemplo y seguiremos viendo ejemplos, seguiremos viendo joyas que van a ir surgiendo en el horizonte.

En Nicaragua pusimos la primera piedra hace ya unos cuatro o cinco meses, para una refinería allá en el Pacífico, en León. No debemos perder un día ahí, esa es una refinería para 150 000 barriles. Bueno, el petróleo venezolano irá a esa refinería, primero, para que Nicaragua no tenga que estar importando productos; pero, luego, van a exportar también y a procesar, como también se ha dicho aquí.

Fidel, con su visión estratégica, lo dijo en el año 1975: “Aquí se instalará un gran polo petrolero y petroquímico.” Pues aquí vamos a montar también el polo petroquímico y a traer gas de Venezuela.

También Venezuela tiene una gran reserva de gas para impulsar, por ejemplo, la fábrica de fertilizantes y con ello impulsar la agricultura, el desarrollo, la producción de alimentos, y así vamos encadenando procesos.

Con un pueblo consciente, capacitado, organizado, con los recursos necesarios para llevar adelante distintos proyectos de desarrollo social, económico, con la tecnología necesaria, con los recursos financieros necesarios, no habrá quien nos detenga en la marcha acelerada, cada día más, hacia nuestros grandes objetivos históricos.

Los que duden por alguna razón todavía, vean esto, vean las petrocasas. En 60 días construyó el pueblo cubano, con una modesta ayuda de un grupo de trabajadores venezolanos y de técnicos venezolanos, esa urbanización “Simón Bolívar”; pero pronto estará también en República Dominicana, en una zona que fue devastada hace poco, lamentablemente, por unas inundaciones; y en el Perú, producto del terremoto, hasta allá mandamos 150 petrocasas y las están montando por allá al sur del Perú.

Ahora, dentro de una década tendremos fábricas de petrocasas, así lo creo, así lo veo, en todo este Caribe, en Centroamérica, para que en 10, en 20 años, todos nuestros pueblos tengan casas dignas. De esta manera contribuiremos con ese objetivo: viviendas dignas para los pueblos, para las familias, viviendas dignas para nuestras familias (Aplausos).

Se trata de esa visión estratégica bolivariana, de ahí el ALBA, que nace de la visión bolivariana.

Bolívar hablaba de la nación de repúblicas. Fortalezcamos nuestra conciencia de que nosotros somos una sola nación.

Por tanto, esta reunión no es una reunión internacional, no; esta es una reunión, Petrocaribe, uninacional. Todos somos nosotros, todos nosotros somos de una misma y sola nación (Aplausos).

¡Ah!, Bolívar hablaba de la nación de repúblicas. Que si ustedes, Spencer, hablan inglés. Claro, sabemos por qué ustedes hablan inglés; pero mira el color que tú tienes. Que ustedes hablan francés, sabemos por qué hablan francés; pero mira el color que tú tienes. Esta mezcla que somos, la mezcla perfecta me dijo un día una muchacha deportista, campeona cubana, por cierto: la mezcla perfecta.

Bolívar decía: “Nosotros no somos ni europeos ni americanos del Norte ni africanos ni asiáticos, somos una mezcla de todo eso.”

La frontera imperial de la que nos habla Juan Bosch, el Caribe.

Somos una sola nación, pero es necesario, y sobre todo en los más jóvenes, en los estudiantes, en los niños, en las niñas, nosotros debemos ayudar a esa siembra de conciencia.

Aquí en Cuba yo no me siento extranjero, porque yo estoy en mi patria aquí en Cuba (Aplausos); como ninguno de ustedes en Venezuela debe sentirse extranjero, porque Venezuela es parte de la gran patria, de la gran nación (Aplausos).

Esa conciencia, solo esa conciencia es la que puede activar... Persson decía que la conciencia es la posibilidad de la acción. El que no sabe es como el que no ve. La conciencia es eso, conocimiento, más nada; la conciencia es, decía Víctor Hugo, la suma de las ciencias, la suma del conocimiento. El que tiene conciencia, entonces tiene un motor potencial, tiene por dentro la grandísima posibilidad de la acción, y, sobre todo, de la acción transformadora, la conciencia activa, la voluntad. Y solo de una gran voluntad colectiva de millones y millones es que podemos nosotros ir construyendo estos espacios, esos proyectos de los que hoy hablábamos en la Cumbre de Petrocaribe, tan exitosa.

Se nos ocurrió aquí cuando vinimos a visitar la refinería; bajo una lluvia diluviana aquel día domingo, retornando, se nos ocurrió: Oye, ¿por qué no hacemos aquí la Cumbre de Petrocaribe en homenaje a esta ciudad heroica, a este pueblo heroico de Cienfuegos, en homenaje a Camilo? (Aplausos.)

Pero todos esos proyectos complementarios en lo social, en lo tecnológico, en lo económico, en lo productivo deben ir conformando, debemos nosotros elaborarlo: el autobús del que tú hablabas hoy, el barco del que hablaba Ralph Gonsalves, el barco donde estemos todos en un rumbo. Un proyecto común debemos elaborar, no podemos seguir nosotros cada uno con un proyecto particular, no iremos a ninguna parte; pero eso solo es posible el día que tengamos la conciencia suficientemente alta de que somos una sola nación, de que somos una sola patria o no somos nada. ¡O somos una sola gran patria o no seremos nada! ¡No habrá patria para nadie! (Aplausos.) Será mentira todo, sería mentira todo. Ni Venezuela sola, ni Nicaragua sola, ni Cuba sola, ni Dominicana sola, ni Dominica sola, ni nadie solo podría tener patria, convenzámonos de ello; pero convenzámonos de verdad, porque el imperio siembra intriga, el imperio tiene mil fatas Morgana, el imperio hala, amenaza, presiona para dividirnos, para mantenernos divididos, y si no divididos plenamente y enfrentados, como muchas veces lo ha logrado, para evitar nuestra unión efectiva, nuestra unión creadora, nuestra unión transformadora.

Es una campaña permanente del imperio, que a los colegas presidentes en la Cumbre de MERCOSUR, en Montevideo, hace apenas tres días, yo les contaba una anécdota, para que veamos la labor de zapa del imperio cómo hace daño, ¡cómo hace daño! Y ahora están arreciando la campaña contra nosotros, contra todo este esfuerzo, y contra Venezuela, en particular, y contra Cuba, en particular; en Bolivia, allá donde está ese pueblo que ha resucitado y está allá aquel gran líder, el primer indio que llega a la presidencia de Bolivia en 500 años de resistencia, el compañero Evo Morales (Aplausos). Desde aquí vaya nuestro aplauso, nuestra solidaridad, nuestro compromiso inclaudicable con Bolivia; la nueva Bolivia, la Bolivia de los bolivianos, no la Bolivia de los gringos (Aplausos).

Pues bien, se ha dedicado el imperio a hacernos tal campaña utilizando a los pitiyankis, que, como alguien dijo, los pitiyankis son peores que los yankis, los vendepatria, los lacayos, son peores que los yankis, utilizando medios de comunicación todos los días: televisión, radio, cine, todo, le han hecho creer a una parte de los bolivianos que Venezuela está llevando armas a Bolivia, que en Bolivia mandamos los venezolanos; que el “imperialismo venezolano” —imagínense ustedes, “el imperialismo venezolano”— está haciendo estragos en Bolivia. Lo mismo que han dicho con relación a Cuba y Venezuela; pero la locura en Bolivia ha llegado a niveles donde en Venezuela ni siquiera llegó.

Hace poco un avión Hércules —de los poquitos que nos quedan volando, porque los gringos no nos quieren vender los repuestos de nuestros viejos aviones Hércules, que son unos caballos de batalla, sobre todo, para labores humanitarias dentro de Venezuela y fuera de Venezuela— aterrizaba en una ciudad de Bolivia a llevar medicinas, unas antenas para unas radios comunitarias que está montando el gobierno para darles algo de poder comunicacional a los pueblos; materiales, maquinarias, porque estamos ayudando a hacer un terraplén ahí en Trinidad, donde hubo grandes inundaciones el año pasado y se está haciendo un terraplén de 50 kilómetros, y tenemos allí unos soldados que no llevan ni siquiera una pistolita de agua, lo que llevan es maquinarias y trabajan allá junto con los bolivianos; unos médicos. Bueno, le han hecho creer a una parte de ese pueblo, que además lo envenenan y por los medios de comunicación de la oligarquía los instigan cargados de odio... El avión aterrizaba, lo apedrearon, y no fueron gringos, fueron bolivianos, que da más dolor, da más dolor por la conciencia de los pueblos. ¡Y es Bolivia! Claro, una minoría, una minoría; pero cuánto daño hacen.

Apedrearon el avión. Le rompieron un parabrisas, tuvieron que despegar los muchachos en emergencia. No tenían combustible porque ahí mismo tenían planificado reabastecer. Casi sin combustible, que por poco se estrellan en la selva, esa es la Amazonia; en un pueblo fronterizo del lado de Brasil aterrizaron de emergencia, sin combustible. Por poco termina eso en una tragedia, y 20 venezolanas y venezolanos dentro con medicinas, agua y unas maquinarias. ¿Y qué dijeron todos los medios de comunicación? Que el avión iba lleno de fusiles y de explosivos. En Brasil fueron a verificar. Ni siquiera los pilotos cargan la pistola de reglamento, porque es una orden que hemos dado, ¡ni la pistola de reglamento!, porque son fuerzas humanitarias.

Pero yo pongo este ejemplo, esta anécdota para que veamos la labor de zapa del imperialismo. Y no descansarán tratando de detener este esfuerzo, modesto pero grande, de la Venezuela revolucionaria para extender sus brazos y su corazón, en unión verdadera, a los pueblos de nuestra América, como dijo José Martí, el infinito, el inmortal (Aplausos).

Nada nos detendrá en este camino, nada, nada; en este esfuerzo para continuar elaborando el proyecto común complementario, un proyecto de desarrollo nuestro, propio, un proyecto de independencia, un proyecto de liberación.

Queda pues, señor Presidente encargado; queda pues, señor Presidente eterno, Fidel (Aplausos); queda pues, Fidel, aquí, donde tú dijiste hace ya treinta y tantos años que se iba a construir una gran refinería y un polo petroquímico para el desarrollo de Cuba, queda pues inaugurada, y qué bonito este día, en la Cumbre de Petrocaribe, con la presencia de tantos hermanos del Caribe, presidentes, primeros ministros, delegaciones, con una cumbre tan hermosa como la de hoy, tan bonita como la de hoy, en estos días maravillosos de diciembre, queda inaugurada pues la primera etapa de la gran refinería de Cienfuegos, primera obra del gran polo petroquímico de Cienfuegos; uno de los proyectos de la integración del Caribe, de la integración verdadera de nuestros pueblos, de nuestra América, para que sea realidad ese sueño de Bolívar cuando dijo, aquí mismo (Señala), desde Jamaica, señor Primer Ministro, en 1816: “Soy el primero en soñar cómo se conforma en esta parte del mundo la más grande nación del universo, menos por su extensión y su riqueza que por su libertad y su gloria.”

¡Que viva Cuba revolucionaria! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Que viva el Caribe! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Que viva Fidel! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Que viva Camilo! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Patria, Socialismo o Muerte!

¡Venceremos!

(Ovación.)

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