En septiembre, la peña de la UH será el martes 11 a las 4:30 p.m.: Sexo y equidad es el tema propuesto. Pronto estaremos compartiendo el cuadernillo Juegos prohibidos, con todas las narraciones que llegaron a nuestro concurso veraniego
Por si no alcanzaste matrícula a mediados de mes, OM Meditación está convocando a un nuevo curso-taller de Integración bioemocional (lunes 27 y martes 28, 5:00 p.m.), en el capitalino teatro Trianón (Línea y Paseo). Ya hay planes para extender las charlas sobre esta valiosa metodología de autoconocimiento a otras provincias.
En septiembre, la peña de la UH será el martes 11 a las 4:30 p.m.: Sexo y equidad es el tema propuesto. Pronto estaremos compartiendo el cuadernillo Juegos prohibidos, con todas las narraciones que llegaron a nuestro concurso veraniego. Pídelo a sentido@juventudrebelde.cu.
Juegos prohibidos
Nada podía salir mal esa noche. Había planeado con lujuria premeditada cada detalle. El aromático olor a sándalo que inundaba el cuarto, la cama vestida con sábanas blancas y la tenue luz de las velas esparcidas armónicamente, auguraban un buen rencuentro.
Su pelo caía por la espalda como cascada de fuego, en ligero contraste con una piel morena que exhibía sin pizca de recato. Esa desnudez coqueta la hacía verse —y ella misma se veía— increíblemente sexy, con la seguridad que solo proporcionan unos años bien vividos.
Por eso no titubeó frente a él. Sus ojos se encontraron y se perdieron en un abrazo infinito. Él la miraba con genuino descaro, y más que mirarla, de sus pupilas brotaban manos, manos que presurosas recorrían su cuerpo. No hicieron falta palabras para escuchar lo que decían en silencio.
No tuvo noción exacta del momento en que sus cuerpos se fueron entrelazando. Unos dedos algo toscos juguetearon hábilmente en su seno convulso. Quiso gritar en un mar de emociones, pero unos labios ávidos de placer sellaron con un beso todo intento. Sin dar tregua a su trepidante interior, unos dedos sabedores del camino avanzaron en prolongada caricia por el interior de sus muslos para detenerse, sin dejar de moverse, en el medio palpitante.
Ella no se había equivocado: nada podía salir mal esa noche. Cerró los ojos, se abandonó al abismo de placer y como nunca se sintió tan de él, tan de ella, tan de la vida… pero sobre todo, tan libre. (Legna)