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«Lecturas» para un viaje

Cuando armonizas con el entorno, aumenta tu flexibilidad hacia lo novedoso y se allana el camino a una comunicación más empática con personas que viajan contigo o viven en el sitio visitado

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

La inteligencia camina más que el corazón, pero no va tan lejos

Proverbio chino

Las vacaciones suelen ser una oportunidad para conocer personas que probablemente no vuelvas a ver, a menos que pretendas un encuentro posterior. Si viajas hacia polos turísticos o fuera del país, toparás con costumbres muy diferentes a los de tu marco de referencia, pero el deseo (consciente o inconsciente) de ampliar tu leyenda personal predispone el encuentro con esa otredad, lo cual no excluye la posibilidad de sexo si existe la motivación y no hay obstáculos para intentarlo.

Cuando armonizas con el entorno, aumenta tu flexibilidad hacia lo novedoso y se allana el camino a una comunicación más empática con personas que viajan contigo o viven en el sitio visitado. Así propicias un rencuentro con el lado espontáneo y divertido de tu personalidad, pues para una mente relajada es más fácil disfrutar placeres simples como bailar, caminar sin prisa, comer libremente y ceder a contactos físicos sin que necesariamente haya un después.

Confía en tus instintos

Siempre es un reto entenderse, hasta con quienes hablan tu idioma. Algunas palabras son tan nuevas como la realidad que nombran. Otras son conocidas, pero el significado es diferente y caes en situaciones incómodas o divertidas.

Ese inconveniente no frena el juego de la seducción, porque las palabras son solo el siete por ciento del lenguaje humano; el resto fluye a través de lo extraverbal: tono de voz, microexpresiones, posturas y gestos dicen más de tu estado de ánimo que cualquier frase bien o mal utilizada.

Aprender a «leer» a una persona hace valioso cada momento a su lado, porque te ofrece mucha información confiable, y confianza es algo que se necesita en un entorno desconocido.

Como esa habilidad evita inconvenientes y acelera reconciliaciones, un viaje es buen momento para entrenarla: al no controlar las circunstancias, el juego del gato y el ratón toma matices nuevos, incluso con tu pareja habitual.

La intuición es el lazarillo ideal para estimar intenciones ajenas a partir de lo que se ve o se adivina en hechos. Aunque escuchar es clave, el buen juicio se complementa con mensajes recibidos a través del olfato, la vista, el tacto e incluso el sexto sentido, el de la propiocepción, encargado de ubicarte espacialmente y vigilar los ritmos internos del cuerpo. Todo ese bagaje te dice si necesitas saber más, porque a veces las preguntas hacen más daño que las respuestas.

Señales y emociones

Entre vacacionistas es importante establecer una línea base de conducta antes de sospechar un interés particular hacia ti, para no hacer el ridículo o perder una amistad potencial. Los seres humanos compartimos cerca de 3 000 expresiones faciales que muchas veces desmienten las palabras. Siete de ellas coinciden en todas las culturas para reflejar los principales estados de ánimo: felicidad, tristeza, asco, ira, sorpresa, desdén y miedo.

El código facial es tan obvio que se incorporó a la correspondencia electrónica casi desde sus inicios mediante las llamadas caritas o emoticons. Ignorar esas señales denota poca inteligencia emocional, especialmente si buscas acercarte a personas desconocidas.

También es necesario cuidar las señales que emites y aclarar por las buenas cualquier equívoco. La gente te juzga por tu manera de caminar, hablar, mirar o vestir, pero en zonas turísticas no siempre es fácil estimar de dónde eres y si estás actuando según tus tradiciones o te las saltas a propósito con el ánimo de ligar pareja.

Hay verdades universales: la mala o buena salud, el nivel de alerta o cansancio y la predisposición al intercambio erótico se traducen en el ritmo, fuerza y dirección de los movimientos, tanto al desplazarse como en reposo.

En cambio, la distancia mínima varía de una nación a otra. En la cultura latina es común rozarse, hablar alto y gesticular casi en la cara, pero para gente de otras latitudes puede no quedar claro si se le están insinuando, amenazan su integridad física o solo es un mal hábito.

Ante la duda es mejor restablecer los límites, con cortesía, pero con firmeza, y dejar bien claro cómo prefieres que te traten para no sentir incomodidad o desasosiego en una jornada que soñabas destinada al placer.

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