Desde 1978 Cuba no cumple con la tasa ideal de reemplazo generacional: dos hijas por mujer; la disponibilidad de vientres se reduce; y muchas jóvenes ponen en riesgo su salud reproductiva acudiendo al aborto como anticonceptivo regular. JR se acerca al tema
Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor,
la electricidad y la energía
atómica: la voluntad.
Albert Einstein
«Lo que no nace no crece», decía mi abuela paterna refiriéndose a los buenos sentimientos. Ella, que tuvo ocho hijos y 22 nietos, estaría muy lejos de sospechar que esa popular sentencia dejaría de ser metáfora para describir la realidad demográfica de nuestro país.
Desde 1978 Cuba no cumple con la tasa ideal de reemplazo generacional: dos hijas por mujer. Eso significa que la disponibilidad de vientres se reduce, y como muchas jóvenes ponen en riesgo su salud reproductiva acudiendo al aborto como anticonceptivo regular, el discreto crecimiento de este año en la curva de nacimientos puede verse amenazado.
A las razones económicas y de desarrollo personal esgrimidas en las últimas décadas para aplazar la maternidad, se suma ahora el bumerán de tales decisiones: parir después de los 30 o 35 años implica ser casi adulta mayor cuando esa hija entre en edad de tener su propia familia, ¿y quién piensa en criar varios hijos cuando debe ocuparse de sus padres o abuelos?
Para invertir la curva de natalidad no basta con estimular a las mujeres para que tengan tres o más hijos, aunque no es despreciable esa gestión, propuesta en varias ocasiones por la Comisión de Salud y Deporte del Parlamento cubano. Sin una infraestructura que se ocupe de todas las personas a su cargo, las mujeres en edad reproductiva no podrán ser, además de madres e hijas cuidadoras, agentes productivas y promotoras de cambio social.
Roberto Álvarez Fumero, jefe del Programa Materno Infantil (PAMI), explicó en la citada Comisión que la fecundidad en Cuba no solo es baja (1,69 hijos por mujer) sino que se desplaza hacia edades extremas: adolescentes y mujeres en su cuarta o quinta década de vida.
Las añosas aportan muchos de los nacimientos actuales, precisó. En lugar de cuestionarles su decisión, el personal de salud debe verlas como reserva importante de crecimiento poblacional y acompañarlas para que enfrenten el embarazo en las mejores condiciones físicas y emocionales. Preventivamente deberían inculcarse hábitos saludables en todas las mujeres en edad reproductiva y trabajar para detectar patologías que aumentan el riesgo preconcepcional, sobre todo las enfermedades crónicas y las ITS.
La captación temprana de las embarazadas que eligen seguir adelante fue otro elemento señalado en el debate. No solo para determinar en qué estado de salud llegan y qué medidas se adoptan para prevenir complicaciones, sino también para proceder a un diagnóstico genético oportuno que alerte de posibles malformaciones del futuro bebé y ayude a ofrecer alternativas a la familia.
Las cifras manejadas esta semana por el experto del PAMI son elocuentes: de cada cien mujeres que se embarazan, cerca de 40 acuden al aborto. Evitar embarazos no deseados constituye hoy la principal reserva de natalidad para el país. Cada vez que una mujer opta por una interrupción, además de que se pierde ese potencial bebé, pone en riesgo su capacidad reproductiva y hasta la vida.
Contrario a lo que piensan adolescentes y jóvenes, los abortos y las regulaciones no son métodos de planificación familiar, sino evidencias de fallas estratégicas en la promoción de los verdaderos anticonceptivos, de los que en Cuba se tiene alta disponibilidad.
Nadie discute el derecho femenino a decidir sobre su cuerpo, pero es importante actuar con responsabilidad y promover mejores patrones de anticoncepción, insistió el doctor Jorge González, presidente de la Comisión y Rector de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana.
Por eso el PAMI propone reducir el uso de dispositivos intrauterinos del 50 al 30 por ciento de las usuarias y aumentar los métodos hormonales inyectables al 20 por ciento y los orales al 30, además de estabilizar el mercado de condones, que es el anticonceptivo más eficaz.
También ayudará multiplicar el acceso a la anticoncepción de emergencia (la conocida píldora del día después), disponer de pruebas químicas para confirmar embarazo antes de ejecutar regulaciones menstruales en los policlínicos y propiciar que el 80 por ciento de los abortos sean medicamentosos, no por vía quirúrgica. Donde estas medidas no se cumplan es por problemas organizativos de los que hay que informar al Ministerio de Salud Pública, dijo Álvarez Fumero.
El ministro, doctor Roberto Morales Ojeda, reafirmó en la Comisión que la baja fecundidad no es un tema acabado: sus causas son multisectoriales, trascienden al sistema de salud e involucran a la comunidad, donde debe aumentarse la labor de promoción de una cultura sexual y reproductiva más responsable desde edades tempranas.
La Comisión para la implementación de los Lineamientos del VI Congreso del Partido trabaja para integrar esos elementos y numerosas entidades científicas tributan con sus estudios a la conformación de nuevas políticas públicas, pero no hay que esperar conclusiones para ir acotando el fenómeno y dar respuesta a lo que esté a nuestro alcance, insistió.