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Impresión 3D, la nueva revolución industrial

Aunque tiene décadas de vida, ahora es que esta tecnología ha permitido a la humanidad desarrollar la fabricación de objetos cotidianos a partir del uso de materiales sintéticos o naturales

Autor:

Yurisander Guevara

Los puentes, la comida, la ropa, los zapatos, los órganos y las casas no tienen a primera vista nada en común. Pero si surgen a partir de una impresora en tres dimensiones (3D), entonces todos están emparentados.

Con una historia de vida relativamente breve, las impresoras 3D se están convirtiendo en tecnología de uso cotidiano, aunque todavía sus precios se mantengan elevados. El horizonte de posibilidades que abren estos aparatos es tan ancho que el límite parece estar solo en la imaginación humana.

¿Estéreo qué?

En 1992 el estadounidense Charles Hull inventó la estereolitografía, un proceso de impresión que permite obtener objetos en tres dimensiones. La tecnología crea los modelos a partir de una imagen, y no es necesario un proceso de ensamblado.

La estereolitografía data de 1983, cuando Hull tuvo por vez primera la idea, aunque curiosamente no fue el único. Tres inventores franceses habían llegado a mapear este proceso al mismo tiempo que el estadounidense, pero la entonces Compañía Francesa de Electricidad (hoy Alcatel-Alsthom), desechó la idea por «falta de perspectiva para negocios», según recoge el sitio web de registro de patentes en el país europeo.

Mientras esta idea no fue tomada en cuenta en París, Hull tuvo más suerte, pues en la compañía donde trabajaba le asignaron un laboratorio para experimentar acerca del uso de polímeros para la fabricación de materiales.

Así nació la impresión de objetos en tres dimensiones. De acuerdo con una entrevista que Hull concediera a CNN, esta técnica usa fotopolímeros, materiales basados en acrílicos, que normalmente son líquidos, hasta que se encuentran con una fuente de luz ultravioleta. Entonces se vuelven sólidos al instante.

No sería, sin embargo, hasta 1992, que la empresa 3D Systems, liderada por Hull, manufacturaría su primer modelo de impresora para esta tecnología, capaz de crear objetos capa por capa. Desde entonces, junto a otros avances logrados por más investigadores, son varios los hitos registrados en este campo.

Órganos In Vitro

En 1999, recoge la historia resumida por la web impresoras3D.com, el Instituto de Medicina Regenerativa Wake Forest, en Carolina del Norte, Estados Unidos, «crió» una vejiga urinaria a partir del recubrimiento sintético de sus propias células.

Este método abrió las puertas para el desarrollo de otras estrategias ingenieriles capaces de permitir la réplica de órganos a partir de la creación de células. Los órganos son impresos capa por capa y, en teoría, como las células a emplear serían las del mismo paciente, el riesgo de rechazo es casi nulo.

Tres años después el mismo instituto imprimió un riñón totalmente funcional, capaz de filtrar la sangre y producir orina diluida, el cual fuera implantado en un animal.

Un punto de giro

En la historia de la impresión 3D un punto de giro lo constituye el año 2006, con la creación de la primera máquina de sintetización de láser selectivo. Básicamente este aparato usa un láser para fundir los materiales que pueden ser usados en la creación de objetos tridimensionales.

Ya en 2008, la empresa Object crea una máquina que, además de polímeros, era capaz de imprimir objetos a partir de elastómeros (aquellos tipos de compuestos que incluyen no metales en su composición y que muestran un comportamiento elástico). Ello significó que se podían crear piezas con diferentes densidades en sus partes.

Los investigadores de este campo no se detuvieron ahí, y así apareció en 2008 Darwin, una impresora capaz de fabricar sus propias partes. Con ella, los dueños tenían la posibilidad de imprimir un equipo similar para sus amigos, o crear piezas de repuesto para el suyo.

También en 2008 se lanzó la web Shapeways, en la cual comenzaron a compartirse diseños de objetos para impresoras 3D a partir de creaciones de los propios usuarios. Arquitectos y diseñadores encontraron en este nicho un territorio inexplorado. Era el inicio de la llamada web 2.0, donde compartir contenidos se puso de moda.

Menos contaminación

En el pequeño pueblo holandés de Gemert-Bakel, a 130 kilómetros al sur de Ámsterdam, se terminó de instalar, hace una semana, el primer puente impreso en 3D.

La publicación especializada Xataka explica que está pensado para bicicletas, uno de los principales medios de transporte en ese país europeo.

El puente es obra de uno de los mayores consorcios holandeses especializados en construcción, Royal BAM Group, que utilizó las instalaciones de la Universidad de Tecnología de Eindhoven, informó la institución en su página web.

Con ocho metros de largo por 3,5 de ancho, es capaz de soportar hasta cinco toneladas de carga y tiene una vida útil de 30 años. Está compuesto de unas 800 capas de cemento comprimido, y su construcción, que empezó en junio, tardó tres meses, explicaron fuentes de la universidad holandesa al diario The Guardian.

Una de las ventajas de esta técnica es que reduce las emisiones de CO2 en comparación con la tradicional, ya que emplea menos cemento: en vez de rellenar un molde, la impresora lo deposita solo donde se necesita.

Una carta tridimensional

Food Ink es un restaurante que abrió en Londres, Reino Unido, en julio de 2016. Y es el primer lugar donde toda la comida se genera mediante impresoras 3D.

La comida, por supuesto, no surge por arte de magia. Se hace a partir de impresoras como Foodini, creada por la compañía española Natural Machines, que genera alimentos a partir del uso de estos en estado líquido, o triturados.

Las máquinas reciben la pulpa del alimento y crean el producto final a partir del proceso de impresión capa por capa.

Y aunque este redactor desconoce el sabor de dichos productos, llama la atención sobre otra característica de Foodini: cuenta con un escáner que puede generar un modelo, digamos, de un adorno, y luego imprime esa forma en nuestra comida favorita. Lo dicho, la imaginación humana parece ser el límite para esta tecnología.

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