El empleo de fibra óptica para la transmisión de datos a alta velocidad es una de las tecnologías de punta que sostienen la arquitectura de Internet
Desarrollada a finales de la década de 1970, la fibra óptica revolucionó las telecomunicaciones a nivel global. Esta tecnología se basa en la transmisión de señales de luz en forma de ondas electromagnéticas, las cuales se convierten luego en impulsos eléctricos que son decodificados por los receptores.
Así, propagar datos es relativamente fácil, ya sea a través del uso de comunicaciones de voz, información digital o televisión por cable.
Al mismo tiempo la fibra óptica es utilizada en sensores para medir tensión, temperatura, presión y otros parámetros atmosféricos. Es empleada además para detectar sismos y en la confección de hidrófonos, aparatos destinados a industrias como la petrolera, donde pueden determinar la temperatura y presión de los pozos.
En la aviación, la compañía Boeing la emplea en uno de sus equipos, el giroscopio, destinado a tareas de estabilización de sus aviones.
Otro uso que se le da a la fibra óptica es la iluminación de cualquier espacio, y en esta función tiene ventajas como la ausencia de electricidad y calor, la posibilidad de adoptar cualquier color y la flexibilidad que permite que con una sola lámpara se puedan extender los cables para iluminar espacios mayores.
También está presente este material en los endoscopios médicos, ese molesto pero necesario dispositivo que permite a los médicos mirar dentro de nuestros cuerpos en espacios donde sería imposible hacerlo de forma natural.
Uno de sus usos más «curiosos» es como parte del hormigón translúcido, invención del arquitecto húngaro Ron Losonczi, que consiste en una mezcla de hormigón y fibra óptica formando un nuevo material que ofrece la resistencia del hormigón pero, adicionalmente, presenta la particularidad de dejar traspasar la luz.
Además de todas estas aplicaciones, la fibra óptica se ha convertido en el mejor método para transmitir datos a gran escala y de forma rápida, por lo que es un componente fundamental en lo que conocemos como la gran red de redes: Internet.
Datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones indican que hoy se encuentran conectados a Internet menos del 40 por ciento de los más siete mil millones de habitantes del planeta, siendo los países desarrollados los más privilegiados, así como algunos otros de los conocidos como «economías emergentes».
Sin embargo, conectividad no significa velocidad, un aspecto que a juicio de varios analistas es una deuda para la humanidad si quiere evolucionar en este campo.
Cuando se habla en campos académicos del tránsito hacia una web más audiovisual, solo unos pocos países han logrado adoptar un ancho de banda que permita altas velocidades de descarga y subida de archivos, necesarias para la visualización de videos y la transmisión de datos masivos.
El líder en este campo es Corea del Sur, con un 97 por ciento de adopción de banda ancha y velocidades de descarga promedio de 23,5 megabytes por segundo, indica el último reporte de la corporación estadounidense Akamai, especializada en medir el estado de Internet.
El éxito de esta nación asiática está dado por la implementación masiva de redes de fibra óptica para la transmisión de datos, a partir de que cuentan con compañías de alto impacto en el mundo de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.
De cara al futuro, la penetración de los aparatos computarizados en nuestras vidas, además de innegable, es cada vez mayor. Tanto así que en algunos lugares del mundo comienzan a utilizarse dispositivos conectados en lo que se conoce como la Internet de las cosas, mientras otros puntos del planeta, específicamente las ciudades, transitan hacia diseños más «inteligentes».
Todo este fenómeno tecnológico genera una gran cantidad de datos que son hoy transportados por fibra óptica u otras tecnologías superiores como el Li-Fi, que utiliza la luz en redes inalámbricas, aunque todavía no tenga esta última una explotación a gran escala. De ahí que sea necesaria la optimización de las redes informáticas.
La ciudad de Kansas City, ubicada entre los estados de Kansas y Missouri, en Estados Unidos, poco a poco se ha convertido en un referente tecnológico de la nación norteña.
Desde que en la década de 1970 compañías como Microsoft y Garmin establecieron allí sedes, la ciudad se ha configurado como un gran centro tecnológico.
Con el boom comunicacional de los últimos años autoridades locales y empresarios se han unido en un esfuerzo para desarrollar una ciudad «inteligente» a partir de una coalición conocida como KC Next.
El presidente de la entidad, Ryan Weber, explicó a Juventud Rebelde que, según la visión del proyecto, Kansas City se hará más eficiente con la instalación de sistemas capaces de controlar, por ejemplo, la iluminación de sus calles. «Cuando todos vamos a dormir, las luces de la ciudad están permanentemente encendidas. Si instalamos un sistema capaz de detectar el movimiento podríamos hacer que las luces se utilicen en función de las necesidades del tránsito», explicó Weber.
Algo similar ocurriría con los sistemas de recogida de desechos en la ciudad, donde se prevé llevar tanques con sensores capaces de indicar a la compañía encargada de esta tarea dónde es necesario colectar la basura, y así evitar viajes a lugares que realmente no lo necesiten.
Al mismo tiempo, en Kansas City hoy se construye un tranvía que contará con tecnología de conexión inalámbrica para enviar información a los transeúntes a sus dispositivos móviles.
En esta ruta se instalarán además quioscos digitales con información de relevancia para los peatones, explicó Chris Hernández, director municipal de comunicaciones en Kansas City.
Todo esto será posible, en buena medida, por el desarrollo de conectividad impulsado con redes de fibra óptica, las cuales llevó de forma experimental hace tres años un gigante de Internet: Google.