La práctica médica en los últimos tiempos ha tenido que hacerle frente a diversas enfermedades relacionadas con el sobreuso de computadoras y la radiación térmica que ellas irradian
Dos doctores norteamericanos, Ryan R. Riahi y Philip R. Cohen, quedaron profundamente impresionados hace un tiempo con el caso de una paciente de 21 años que presentaba lesiones en la piel que correspondían a quemaduras de baja intensidad.
El diagnóstico fue de eritema ab igne, un padecimiento dermatológico causado por la exposición a radiación térmica prolongada, insuficiente para causar quemaduras, pero lo suficientemente aguda como para dejar marcas en la piel.
Generalmente indoloras, estas lesiones se desarrollaban en piernas de individuos que trabajaban cerca de estufas de carbón, e incluso son típicas en brazos y cara de cocineros.
Otros trabajadores en los que se han detectado laboran en fundiciones e incluso también aparecen en pacientes de unidades de cuidados intensivos que usan mantas calefactoras, o en personas ancianas que se sientan cerca de chimeneas o radiadores por períodos de tiempo prolongados.
La sorpresa de los dermatólogos fue que se viera en los muslos de una muchacha joven, cuya situación no correspondía a ninguna de las descritas anteriormente, y en búsqueda de la causa encontraron que la razón era el sobreuso de la laptop.
En estos días de excesivo calor, pero también de vacaciones, es común ver a muchos jóvenes permanecer muchas horas usando computadoras portátiles, en la mayoría de los casos apoyadas en sus muslos para una manipulación más fácil.
Juegos y videos son los usos más comunes, los cuales por su naturaleza requieren tiempo prolongado, y por ende excesivo sobrecalentamiento de los componentes, generando un calor que es transmitido hacia el cuerpo y puede ocasionar diversos padecimientos.
En el caso de las lesiones de eritema ab igne, las cuales los especialistas indican que por lo general son indoloras, se han reportado también síntomas como la sensación de ardor y picazón, aunque la mayor evidencia casi siempre es el oscurecimiento de la zona: la piel adquiere una pigmentación carmelitosa en el caso de los blancos, y rojo-violácea en personas de tez negra.
Los doctores Ryan R. Riahi y Philip R. Cohen, en su trabajo publicado en el Dermatology Online Journal, sugieren que por lo general estas manchas desaparecen cuando se elimina la fuente de calor, aunque si se ha estado mucho tiempo con estas pueden llegar a ser crónicas y hasta derivar en otros padecimientos malignos.
Los expertos aducen que todavía se desconoce el mecanismo exacto mediante el cual se forman estas «manchas», aunque diferentes estudios sugieren que se deben a transformaciones a nivel celular, que comienzan a surgir cuando la exposición al calor se eleva al rango de 43 a 47ºC, una temperatura muy típica de las laptops modernas, que incluso puede llegar a 50ºC.
Lo curioso es que estas semiquemaduras no solo pueden ser causadas por las portátiles, sino que existen reportes aislados de casos en los que el causante ha sido el teléfono celular, especialmente por la costumbre de tenerlo por largo tiempo en la cintura, recibiendo los rayos del sol y generando por sí mismo un sobrecalentamiento en esa área de la piel.
El calor y las laptops se han combinado desde siempre de forma letal para ambas partes, equipos y humanos. Los unos por las frecuentes roturas, los otros por problemas médicos cada vez más comunes.
El uso de cualquier equipo computacional, por sí solo, genera una elevación de tres a cuatro grados o más de temperatura a su alrededor. Si se trata de un portátil es mucho mayor, ya que las baterías tienden a sobrecalentarse, entre otras razones por un efecto circular de calor en las piernas y estas, tapando las aberturas por las que circula el aire y por ende generando que suba más la temperatura de la laptop.
Si todo fuera a quedar en posibles quemaduras, ya de por sí peligrosas, la alarma no sería grande. Pero es que la situación puede volverse aún más preocupantes, pues otros estudios médicos plantean que este sobreexceso está ocasionando otros padecimientos como la infertilidad, tanto masculina como femenina.
Más frecuente en el caso de los hombres, la razón de la problemática estriba en el incremento de la temperatura en la bolsa que contiene los testículos o escroto, la cual debe ser inferior a la del cuerpo si se quiere que haya una correcta producción de espermatozoides.
De hecho, con apenas 15 minutos de exposición a un excesivo calor, los espermatozoides pueden incrementar su temperatura habitual hasta en 2,5º C, lo cual ocasiona su disfuncionamiento. Si estamos más de media hora con una laptop en el regazo, calculemos cuánto se incrementa este sofoco.
Un estudio de la Asociación Americana de Urología, de Estados Unidos, reveló que una de cada seis parejas en ese país tiene problemas para concebir hijos, y en el 50 por ciento de los casos se debe a infertilidad masculina.
Por otro lado, investigadores del State University of New York, en una pesquisa publicada en la revista Fertility and Sterility, encontró que apenas un grado más de aumento de la temperatura del escroto es suficiente para dañar la calidad del esperma.
Claro está, hay otros factores que también pueden influir, como la calidad de vida, la alimentación, la falta de ejercicio físico, algunas de las cuales se relacionan precisamente con formas de vida muy propensas a seguir por quienes están muchas horas sentados delante, o mejor dicho, bajo una computadora.
A esto sumémosle la mala postura, que influye en la aparición de problemas en la columna, así como afectaciones en la vista y frecuentes cefaleas.
Por si todo lo anterior fuera poco, los sudores que despide el cuerpo contribuyen a aumentar la humedad interna de los equipos, mientras que la suciedad y los pelos obstruyen los orificios de ventilación, contribuyendo a generar todavía más calor.
No se trata de «botar el sofá por la ventana» y evitar a priori el uso de computadoras portátiles, sino de darles un uso adecuado y tomar medidas para minimizar sus efectos negativos como, por ejemplo, poner un paño de tela u otra superficie que permita la circulación del aire, e impida esa transmisión de calor entre el cuerpo y el equipo que tan dañina puede llegar a ser.