El anuncio de que Microsoft no dará más soporte técnico a uno de sus sistemas operativos más famosos para computadoras, ha causado una verdadera conmoción en el universo tecnológico
El próximo 8 de abril el sistema operativo Windows XP será declarado oficialmente muerto. Con apenas 13 años de edad, se ha vuelto viejo y obsoleto, según Microsoft, la empresa que lo produce y la más importante del mundo de las computadoras personales. Por eso, desde esa fecha, no le darán más soporte técnico.
A simple vista algunos pudieran creer que no se trata de un problema muy grave, especialmente para quienes usan estos sistemas «crackeados» o pirateados de una u otra forma, en copias que no pagan derecho de autor.
Además, para muchos esta pérdida de soporte no será muy visible, ya que la notificación sobre el tema solo estará disponible para quienes tienen activada la actualización automática, y aparecerá en el octavo día de cada mes, algo similar a lo que sucede cuando se trata de una copia espuria. Ante ello, la persona podrá cerrar la ventana emergente y seguir trabajando, e incluso, podrá desactivar las actualizaciones y continuar delante de la pantalla como si nada hubiera pasado.
Pero perder sus sistemas de apoyo implicará para los millones de usuarios de XP en el mundo que no habrá arreglos ni actualizaciones, y que por ende, estarán mucho más expuestos a los ataques informáticos, e incluso a no poder conectar a las computadoras que usen este sistema nuevos equipos que salgan al mercado, simplemente porque no habrá, en muchos casos, los códigos necesarios.
Para las empresas, en cambio, será mucho más complicado, ya que perderán sus garantías de seguridad y deberán, casi obligatoriamente, migrar hacia nuevas versiones, como Windows 8, con el consiguiente pago de licencias.
Tampoco en números la polémica es para despreciar. Datos de la firma norteamericana NetMarketshare, especializada en estudios de tecnología, indican que Windows XP todavía tiene una impresionante cuota del 29,53 por ciento del mercado. Solo es superado por el Windows 7, con el 47,31 por ciento, pues la versión más moderna, el W8, solo tiene el 6,38 por ciento.
Incluso la pérdida de soporte técnico pudiera ocasionar graves problemas en los sistemas bancarios, pues según filtró a la prensa NCR, uno de los mayores fabricantes de cajeros automáticos del mundo, solo un tercio de los 2,2 millones de dispensadores de dinero ubicados en todo el planeta se han actualizado a una nueva plataforma de Windows.
Hasta el Gobierno de Estados Unidos se verá en aprietos, ya que un despacho de Reuters consigna los datos de varios expertos anónimos de que hasta el diez por ciento de las computadoras de todos los organismos gubernamentales siguen funcionando con este sistema, lo cual se traduciría en varias decenas de miles de ordenadores.
Tanto en la nación norteña, cuna de Microsoft, como en otras latitudes del planeta, computadoras con Windows XP controlan infraestructuras críticas de abasto de electricidad, agua, gas, grandes bases de datos y otros aspectos. Todas se verían potencialmente expuestas ante la carencia de soporte.
Ante ese caótico panorama, solo cabe una pregunta: ¿por qué Microsoft deja a un lado el XP?
Desde la extensión de los primeros sistemas computacionales, más allá de los mismos equipos, la ganancia más jugosa para las empresas ha estado en los derechos de autor sobre ellos, y por ende, en el cobro de licencias por los mismos.
Y no se trata solo de las instalaciones que se venden en las tiendas, o del pago por sus actualizaciones, operaciones que se pueden realizar ya totalmente on line, sino de aquellas que pagan los fabricantes de equipos como computadoras de escritorio, portátiles, tablets y recientemente hasta los móviles.
Microsoft, por ejemplo, cobra un precio que ronda los 50 dólares por equipo por una licencia de instalación nueva, aunque tiene acuerdos con grandes fabricantes para que paguen un poco menos.
De hecho, en aras de lograr un mayor impulso a Windows 8 y 8.1, que han tenido un pálido desempeño, ya anunció su disposición a bajar los precios hasta en 15 USD por cada equipo, para hacerles competencia a los fuertes opositores que encuentra en el mercado.
Aún así, y tomando datos de la misma NetMarketshare, hay que tener en cuenta que Windows domina los sistemas operativos del mundo, con el 90,73 por ciento del mercado; seguido muy de lejos por Mac, con un 7,54 por ciento, y por Linux, con un 1,73 por ciento.
Lo anterior implica, siguiendo una matemática simple, que las cifras que recibe Microsoft por pago de licencias son millonarias, incluso descartando a todos aquellos que usan versiones espurias, y por ende es ahí donde está una de las verdaderas tajadas de su negocio.
En ese contexto, empujar a los usuarios a que migren a nuevas versiones, especialmente al W8, sería aparentemente una buena estrategia para los chicos de Redmond, si lograran superar los múltiples problemas y estragos que han ocasionado los sucesores del XP, los cuales no han podido convencer de ser tan estables.
La cancelación del soporte para Windows XP, según los expertos, podría provocarle problemas a Microsoft, ya que como las versiones más nuevas son poco confiables, podría acelerarse la migración que poco a poco se está produciendo a otros sistemas operativos más robustos, como Mac o Linux.
Windows XP no se irá solo a la tumba. Con él se llevará también a otro producto estrella de Microsoft, la suite Office 2003, con su famoso procesador de texto Word o su presentador de diapositivas Power Point, por solo citar dos de los programas más usados.
Los usuarios de estos también deberán actualizarse con nuevas versiones casi a la fuerza, ya que perderán desde ahora el acceso a utilidades como los diccionarios, los cuales son muy útiles para las correcciones automáticas de texto.
Los analistas opinan que se trata de una estrategia encaminada en dos sentidos: ahorrar costos de sistemas y programas cada vez más viejos, y a su vez impulsar la adopción de las nuevas entregas, la cual va demasiado lenta, con excepción del Windows 7, que ha tenido una aceptación mejor, pero nunca como la de su antecesor, el XP.
De una u otra manera, nadie duda que el impacto será negativo, y por eso muchas entidades y Gobiernos se han apresurado en pedir frenar la decisión, o al menos negociar una extensión de los plazos, ante lo cual Microsoft se protege alegando que el anuncio de la fecha de extinción lo había hecho desde 2007.
Cuba tampoco está ajena a esta situación. Escuelas, hospitales, universidades, centros culturales, científicos y de investigación siguen utilizando computadoras con Windows XP, muchas de estas condenadas, además, a seguir en el mismo statu quo, pues las bajas prestaciones que tienen en cuanto a capacidad de disco duro, memoria RAM y velocidad de procesamiento, les impide siquiera soñar con actualizarse hacia versiones superiores de Windows.
Una vez más la necesidad de repensar las estrategias tecnológicas del país, los sistemas computacionales que se usan, y lo imperioso de desempolvar la necesaria migración hacia sistemas de código abierto se hace imprescindible.
En pocos días sepultaremos a Windows XP. Luego le daremos el pésame al Office 2003.