En esta segunda «temporada», JR pretende retomar con mayor asiduidad esta sección, que en lo adelante alternará la página de los martes con ¡De Impacto!
Me encantan las series de abogados. Si tuviéramos que ir a juicio, ellas serían las «culpables» de que saque tiempo de donde no tengo para seguir sus capítulos. Algunas hasta me han quitado el sueño. También por momentos lo ha conseguido Suits, presentada por Multivisión como La clave del éxito: con sus ocho temporadas, uno de los proyectos más rentables de USA Network.
Para que sus seguidores puedan despedirse de ella (no pocos han ido abandonándola a lo largo de ocho años), habrá todavía una última entrega en este 2019, según ya anunció el presidente del mencionado canal norteamericano de pago, Chris McCumber. Y no obstante, de lo que nadie duda es de la eficacia de profesiones como los médicos, los policías, los periodistas, los bomberos, y por supuesto, los abogados para inspirar ficciones que se conecten con las grandes audiencias, seguramente porque los sienten muy próximos.
Los abogados creados por Aaron Korsh desde junio de 2011, empezando por Harvey Specter (Gabriel Macht) y Mike Ross (Patrick J. Adams) no son de esos que se ocupan de asesinatos, robos, violaciones, sino del tipo corporativo, es decir, se encargan de resolver casos relacionados con el mundo de las acciones, fusiones, adquisiciones, compra de propiedades, etcétera.
Fue Specter, uno de los abogados más exitosos de Manhattan, quien descubrió en Ross el complemento que necesitaba para seguir siendo imbatible en los juicios. Lo conoció en una entrevista de trabajo en la que, como nuevo socio mayoritario del bufete, podía elegir un asociado. Cierto que las reglas de la empresa establecían que solo se podía contratar un egresado de Harvard, pero Harvey decidió arriesgarse y tomar a Mike, igual de brillante como él y con un don superútil: es dueño de lo que llamaríamos una memoria fotográfica (o de elefante, diría mi madre), aunque había hecho tantas malas trastadas en su corta vida que nunca llegó a materializar su mayor sueño en la universidad.
Es así como el simpático Mike no solo logró impresionar a quien se convertiría en su más cercano compinche, sino que empezó a trabajar en la prestigiosa firma Pearson Hardman sin que Jessica Pearson (Gina Torres), la socia gerente; ni Louis Litt (Rick Hoffman), el principal rival de Harvey, estén enterados de tan pequeño «detalle». Tampoco, cuando comienzan a desarrollarse los primeros capítulos de La clave del éxito están al tanto del importante secreto ni Rachel Zane (Meghan Markle), la bella asistente legal que terminará en los brazos de Mike, ni Donna Paulsen (Sarah Rafferty) la mejor y más atractiva y sexy secretaria que pueda existir (quien hace rato cayó en los brazos del otro irresistible).
Queda entonces claro que la trama de La clave del éxito gira alrededor de una mentira, que el público acepta con gusto, a pesar de lo poco verosímil de que en estos tiempos de informatización no se logren comprobar las referencias de una persona, máxime si se trata de un graduado de esa categoría. También es evidente que su showrunner, Aaron Korsh, sabe cómo escribir guiones que sostengan el interés, la tensión dramática, manteniendo la misma premisa.
Porque si bien ha quedado demostrado que esta ficción funciona perfectamente, la clave del éxito de Suits no ha estado en la estructura narrativa, pues aquí los capítulos se desarrollan al igual que en la mayoría de sus homólogas: presentación de un caso, siempre complicado de llevar a buen término, que aunque uno crea que esta vez sí estará perdido, un giro de guion repentino conseguirá que al final salga airoso el equipazo que conforman Harvey y Mike. Lo que sí hay que reconocerle a La clave del éxito es que está narrado con un magnífico ritmo y que los personajes se echan en un bolsillo a los televidentes.
Son justamente los caracteres creados por Korsh su fórmula secreta para poder alargarla durante casi una década. En la primera temporada se dedicó a hacernos cómplices de las historias entre el mentor y el pupilo: el primero, como ya he dicho, un abogado de inteligencia notable y sobrados encantos, pero con pocos escrúpulos y dispuesto a romper las convenciones con tal de triunfar, aunque sabemos que en el fondo su corazón no es tan malo, a pesar de su apariencia fría y dura.
Su aventajado alumno, por su parte, es el típico joven descarrilado, quien se ha dejado llevar por las malas influencias y lo mismo ha traficado drogas que ha suplantado a otros en sus exámenes de Derecho para ganarse el sustento, hasta que cae casi «de milagro» en la oficina de su futuro tutor para comenzar a redimirse. Su maestro lo hará crecer profesionalmente, y entre muchas otras enseñanzas le hará comprender que en ese universo donde se mueven es fundamental la apariencia, la imagen, el estilo, la elegancia, por ello hay que llevar trajes bien caros, de marca (de ahí el título original de la serie, Suits), como corresponde a un bufete de esa clase. El muchacho hará que Harvey deje al descubierto, de vez en vez, su faceta más humana y hasta crea más en el poder de la justicia.
Es la empatía que se va creando entre ellos, su relación de amor-odio, lo que nos va amarrando al asiento. También la nómina de formidables personajes secundarios que terminan por robarse el show, especialmente Rick Hoffman, quien no solo le da el toque de comedia que tanto se agradece, sino que, sobre todo, llena de matices a su solitario abogado Louis Litt, el tipo responsabilizado con la parte sucia de la empresa y que añora ser reconocido y sentir que también es aceptado en esa singular «familia». La otra que ha fascinado a los fans es Sarah Rafferty, con su fuerte y magnética personalidad, su evidente control sobre aquello que sucede en el bufete y su sentido de lealtad, el valor sobre el cual más se enfatiza en La clave del éxito.
El resto del reparto asume con eficiencia sus labores. Gracias a este dramatizado, la mayoría ha logrado saltar a la fama, porque en verdad casi ninguno había desarrollado una carrera destacada hasta ese momento, empezando por Gabriel Macht, un modelo devenido actor. Ellos han sabido sostener esta producción que se sustenta, además, en las rivalidades entre los miembros del grupo, las guerras internas que se producen en la firma para alcanzar el poder, los enemigos externos, las traiciones y cambios de bando, los problemas personales de los protagonistas, los difíciles casos que se presentan, la evolución que van tomando los juicios, las relaciones sentimentales..., lo cual termina de darle el punto de «agarre».
Para finales de este año se espera que se transmita la última temporada de Suits, una serie que empezó a perder audiencia a partir de la salida de Patrick J. Adams, quien abandonó en la séptima cuando advirtió, según ha confesado, que su personaje ya no tenía mucho más que aportar; y de la hoy duquesa de Sussex, Meghan Markle, tras haber iniciado un vínculo amoroso con el Príncipe Harry de Inglaterra.
Cierto que luego se incorporó al elenco Katherine Heigl (Samantha Wheeler), la recordada Izzie Stevens de Anatomía de Grey; mientras que los roles interpretados por Amanda Schull (Katrina Bennett) y Dulé Hill (Alex Williams) han adquirido un peso mayor. Sin embargo, no hay marcha atrás, el veredicto ya fue dado.
Para los fans de Suits hay una buena noticia: la franquicia continuará con el spin-off Pearson, encabezado por Gina Torres, el cual se estrenará este año. La nueva ficción seguirá a la sofisticada exabogada Jessica Pearson, quien se muda a Chicago para adentrarse en el mundo de la política. El proyecto también es de Aaron Korsh, junto al productor ejecutivo Daniel Arkin. La actriz, nacida en Nueva York, pero de origen cubano, oficiará aquí de productora ejecutiva y compartirá cartel con Morgan Spector (Homeland) y Bethany Joy Lenz (One Tree Hill), entre otros.
De las series de abogados han surgido personajes que han quedado en la memoria de los televidentes por la manera como nos impactaron con sus historias. Entre ellos, la Alicia Florrick protagonista de The Good Wife, interpretada por Julianna Margulies; Annalise Keating, la impresionante profesora de Derecho penal que viste Viola Davis en How to Get Away with Murder; la cruel, manipuladora y brillante Patty Hewes de Glenn Close (Damages); la sorprendente Ally McBeal (Calista Flockhart) que da nombre a la exitosa serie emitida entre 1997 y 2002; al igual que el carismático Shark, a quien James Woods le puso su particular sello.