Expertos estadounidenses han descubierto un «marcador» en el fluido espinal de los pacientes que sufren Alzheimer, que podría ser clave para el diagnóstico de la enfermedad
Investigadores estadounidenses han descubierto un «marcador» en el fluido espinal de los pacientes que sufren Alzheimer, que podría ser clave para el diagnóstico de la enfermedad, según un artículo publicado en la revista Archives of Neurology.
El estudio incluyó a más de 300 pacientes mayores de 70 años, de los cuales 114 tenían memoria normal, 200 mostraban problemas de memoria y 102 sufrían el mal de Alzheimer.
Los investigadores analizaron el fluido espinal de estos pacientes en busca del fragmento de una proteína que interviene en la formación de placas en el cerebro, el órgano al que ataca esta enfermedad.
Se trata del beta amiloide, un péptido (molécula formada por la unión covalente de dos o más aminoácidos) que es el principal componente de las placas seniles en el tejido cerebral y por ende una de las moléculas moduladoras de la enfermedad de Alzheimer.
Asimismo, buscaron la tau, una proteína microtubular que abunda en las neuronas y se acumula en las células nerviosas muertas y agonizantes del cerebro.
Con un seguimiento de cinco años, fueron capaces de predecir casi con un ciento por ciento de seguridad los pacientes cuyo deterioro cognitivo muy moderado iba a progresar al mal de Alzheimer pleno.
Igualmente, todos los pacientes sin problemas cognitivos en el momento de realizarse la prueba, pero que dieron positivo a la proteína, desarrollaron la enfermedad en un plazo de cinco años.
Esto sugiere que la patología es activa y podría detectarse mucho más temprano. Los expertos en Alzheimer han llegado al consenso de que el desarrollo del mal comienza una década o más antes de que las personas muestren síntomas, y cuando son evidentes, es quizá demasiado tarde para proteger el cerebro.