Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Bohemia de cumpleaños

La revista, ahora con 116 años de fundada, es una institución nacional

Autor:

Ciro Bianchi Ross

La anécdota no tiene desperdicio. Son las diez de la noche del sábado 10 de enero de 1959 y el Comandante en Jefe Fidel Castro hace una visita al edificio que la revista Bohemia acaba prácticamente de estrenar en Boyeros y San Pedro. Entra por la puerta de los talleres y lleva en la mano el pan con lechón que acaba de comprar en un timbiriche situado frente al inmueble. Se imprime el primer volumen de los tres que conformarían la Edición de la Libertad y nadie espera su llegada. Saluda Fidel a todos y dice sentirse como en casa cuando uno de los operarios, Israel Cuesta, le arranca el pan de la mano a fin de asegurarse de que nada malo sucedería al Jefe de la Revolución de ingerirlo. ¡Oye, mulato, me vas a matar de hambre!, bromea Fidel, mientras Cuesta, intuyendo que no habría peligro alguno, le devuelve el entrepán.

El número que ha entrado en la imprenta, y cuya tirada alcanzará el millón de ejemplares certificados, debe estar el lunes en la calle con sus 210 páginas, y ha exigido un esfuerzo colosal de directivos, redactores, colaboradores, fotógrafos, diseñadores… A la hora de la visita, la Redacción está vacía y el director se ha ido a su casa. Le avisan, y durante la espera Fidel, que se hace acompañar por el comandante Juan Almeida y otros combatientes, va leyendo la revista, con la tinta todavía caliente, mientras las páginas salen del «gusano».

No demora en llegar Miguel Ángel Quevedo, el director-propietario. Suben a la dirección y se enfrascan en una charla de tres horas. Hay mucho de qué conversar, anécdotas, recuerdos, planes, temas graves que demandan seriedad y reflexión. «Fueron horas de gran emoción», expresó uno de los testigos de esa charla, de la que no quedó registro. Y es que Bohemia ha sido la casa de Fidel  desde 1947, cuando era todavía estudiante de Derecho, y dio cabida a sus artículos de opinión desde 1953, y en la propia fecha, la del asalto al Moncada, lo incluye, con una caricatura excepcional de Juan David, entre las personalidades cubanas e internacionales del año. Su prosa vigorosa y polémica aparece una y otra vez en la revista, así como declaraciones y mensajes suyos, fotos y entrevistas que concede.

Por eso, en su saludo a la publicación, llama a Bohemia «nuestro más firme baluarte», Y añade: «Espero que nos ayude en la paz como nos ayudó en estos largos años de lucha, porque ahora comienza nuestra tarea más difícil y dura».

Números de culto

Bohemia, que cumplió ahora 116 años de fundada, no es una revista; es una institución nacional, y no es casual entonces que para muchos Bohemia y revista sean sinónimos.

Muchos de sus números, de antes y de después de 1959, son objeto de culto por parte de coleccionistas dentro y fuera de Cuba.

Atesoro algunos de ellos: la edición por el aniversario 25 de la publicación, en 1934, y la que, dos décadas después, dedicó a sus 45 años. El número de
septiembre de 1947, que insertó las fotos captadas por Guayo en la llamada masacre de Orfila. Los tres números de la Edición de la Libertad de enero y febrero de 1959. La edición del 1ro. de enero de 2000 sobre el siglo que se iba, y la especial del 29 de septiembre del propio año, con su recuento de la vida cubana desde 1901, que se complementa en el número siguiente. La edición del 24 de noviembre del 2006 sobre el 50 aniversario del desembarco del Granma, que tuvo el acierto de reproducir los artículos de Fidel publicados en la revista en 1955 y 1956.

Cuando yo era niño, las infaltables visitas dominicales del tío Oscar constituían una fiesta porque, aparte de los caramelos y otras golosinas que llevaba para los más pequeños de la casa, llevaba siempre, como obsequio para los mayores, el último número de Bohemia.

Fue entonces que me habitué a hojearla al revés, esto es, de atrás hacia adelante. Me deleitaba antes que todo con las fotos de las modelos y bailarinas que mostraban sus encantos en las páginas de la sección La farándula pasa para caer enseguida en las de El hombre siniestro, de Prohías. En los años 70 me leí todas y cada una de las entradas de la sección En Cuba, desde 1943 hasta 1960. Fue una gran escuela. Por esa época conocí personalmente e hice amistad con Juan David y también con Loló de la Torriente y Enrique de la Osa, principal impulsor y redactor de En Cuba y director de la revista durante largos años.

Diez pesos para Juan Gualberto

De julio del 48 a febrero del 53, Bohemia pasó de 125 000 a 259 821 ejemplares semanales. A su fundador, Miguel Ángel Quevedo Pérez, 5 000 ejemplares le parecían suficientes. Nació Bohemia el 10 de mayo de 1908 y Quevedo Pérez tomó como modelo la revista El Fígaro para hacer una revista literaria. Esa Bohemia no cristalizó, pero volvió a estar en la calle el 10 de mayo de 1910, esa vez para quedarse. Tenía carácter literario, artístico y social, y sus referentes fueron L’Ilustration, de París, y la española La Esfera. Tomaba su nombre de una ópera de Puccini.

Para sacarla adelante, el director apeló a los concursos, las competencias, las encuestas. Organizó certámenes de belleza y también de ojos y perfiles femeninos. Carreras de automóviles de niños, de ciclistas y patinadores. Promovió el movimiento de los Boy Scouts y, llegada la 1ra. Guerra Mundial, lanzó la idea de una colecta para adquirir una flota de submarinos para Cuba. Publicaba novelas por entregas y partituras musicales. El éxito parecía arrollador y la competencia se batía en retirada. En 1914, Bohemia estrenaba edificio propio en Trocadero, casi esquina a Galiano, y su director decidía publicar otra revista, Mundial. Fue un fracaso económico.

La mala hora llegó para Bohemia. Las cosas iban tan mal en la segunda mitad de la década del 20 que Quevedo Pérez determinó cerrar la revista. A punto ya de darle de baja en la Secretaría de Gobernación, su hijo le pidió, en el propio edificio, que le diera un chance para experimentar. Tenía sus propias ideas Miguel Ángel Quevedo de la Lastra: convertir Bohemia en una gran revista informativa y de opinión. Claro que no todo fue coser y cantar. Más de una vez Quevedo debió pedir diez pesos prestados al bodeguero de la esquina para abonar la colaboración de Juan Gualberto Gómez, porque le indignaba que el viejo patricio, que vivía en Mantilla y se movía en transporte público, regresara a la casa sin su dinero.

Temida y buscada

Como en los tiempos de Quevedo padre, Bohemia supo atraer a los mejores periodistas y escritores cubanos. El departamento de surveys, que desde los años 40 dirigió el doctor Raúl Gutiérrez, fue uno de los triunfos resonantes de Bohemia, como lo fue, a partir de 1943, la sección En Cuba.

En una encuesta que, por orden de Quevedo, acometió Gutiérrez, reveló que la sección más leída de la revista era La feria de la actualidad, de Guido García Inclán, que incluía su columna ¡Arriba, corazones! Le seguía el Horóscopo, a cargo de María Josefa Sánchez, y los chistes de las páginas finales. En cuanto a las portadas, las preferidas eran las del dibujante Gleen Jones, cuyos originales Quevedo mandaba a enmarcar y colgaba después en el comedor y en la bodega de vinos de su finca Buenavista, en Arroyo Arenas. En esa encuesta, En Cuba alcanzó el cuarto lugar en la preferencia de los lectores.

Enrique de la Osa y Carlos Lechuga, periodistas jóvenes y entusiastas, querían salirse de la Redacción del periódico El Mundo. Conversaron con Quevedo. Discutieron. Hicieron planes. Se publicaba entonces en Bohemia la sección Así va el mundo, tomada de la revista Times, y Quevedo quería algo similar relativo a Cuba. ¿Serían ellos capaces de hacerlo? El primer intento no gustó al director, pero insistieron. Para Lechuga y Enrique la noticia merecía ser como una película. Que no incluyera solo lo que dijo una persona, sino cómo lo dijo, con qué gestos acompañó sus palabras, cómo vestía, quiénes lo rodeaban, de manera que el lector pudiera reconstruir una escena de manera íntegra.

Colaboraron con Enrique periodistas como Lisandro Otero, Marta Rojas, Fulvio Fuentes, Benito Novás, e intelectuales como Marinello, Roa, Guillén. También choferes, camareros, secretarios… que aportaban otra dimensión a la noticia, sin olvidar a los políticos, que también aportaban lo suyo.

En Cuba fue temida y buscada. Temida por los gobernantes y buscada por el público. Y consiguió, al igual que la revista que ahora llega a 116 años, el mérito indiscutible de transmitir la verdadera imagen política, económica y social del país.

 

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