Está activa en Twitter la famosa votación de la revista Science para que los usuarios elijan el hito científico más descollante del último año
Cierto que después de dos largos años de pandemia, si a uno le preguntaran qué es lo que ha logrado la ciencia, señalaríamos las vacunas, el trabajo titánico de los profesionales sanitarios y de los especialistas de Salud mental. Pero eso sería desconocer, que a pesar de vientos y mareas pandémicos, la ciencia ha persistido en avanzar en diversos campos, donde también otras áreas han aportado a la marcha de la vida.
Esta misma semana está abierta en Twitter la famosa votación de la revista Science para que los usuarios elijan cuál consideran el hito más descollante de los últimos 12 meses. Si bien el número de candidatos es mucho menos al de otros calendarios, el peso de estos descubrimientos es capaz de inspirarnos. Veamos.
Con este collage la revista Science pone a votación su selección de lo mejor del año. Foto: @ScienceMagazine.
Lo decimos y lo repetimos, y no nos cansamos de decirlo, porque lleva razón. CrisprCas es una técnica de edición genética que dará un giro a la historia, y que ya lo está empezando a hacer.
La técnica que llevó a las manos de Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudnael el premio nobel de Química en 2020 y viene causando revuelo desde mucho antes, promete aplicaciones médicas en el tratamiento de enfermedades de todo tipo, con tan solo corregir las secciones del código genético que estén asociadas a alguna condición.
¿Y por qué vuelve a hacer titulares? Pues, porque hasta ahora se había probado en células fuera del organismo, y se esperaba la refinación del marcado enzimático para asegurar que el corte se efectuara sin daños a material genético sano, pero este año ha ido por una dirección realmente imprevista: la CRISPR se usó por primera vez in vivo para editar los genes de personas con un tipo de ceguera congénita.
Por lo pronto, el tratamiento no devolvió la capacidad visual totalmente, pero los pacientes tratados sí pudieron ver formas de objetos y colores. Suficiente para sentir que hay mucho más potencial en las famosas tijeras genéticas.
La edición genética va un paso más cerca de aplicaciones terapéuticas al aplicarse en pacientes vivos. Foto: Muy Interesante.
Lo comentamos en esta columna cuando el avance salió a los medios internacionales y no es inmerecido que lo volvamos a comentar. Este año la humanidad vio por vez primera cómo la Inteligencia Artificial, esa que cada vez demuestra más sus aplicaciones en el campo de la Salud, predijera satisfactoriamente la formación de proteínas vitales.
¿Traducimos? Por supuesto: Para decirlo claro y rápido, las proteínas son moléculas muy grandes y con estructuras tridimensionales muy complejas dictadas por los genes. Ya que estas estructuras deciden sus funciones específicas en el organismo, llegar a predecir la forma precisa de una proteína permite un sinnúmero de aplicaciones para la salud. El pasado mes de julio calificamos el hito como el mayor aporte de la IA para la ciencia, y al día de hoy nos arriesgamos a repetirlo.
Eso sucedió justo este año, cuando el sistema de inteligencia artificial AlphaFold2, de Google, logró determinar con precisión la estructura tridimensional de miles de proteínas, creando una especie de mapeo del proteoma humano, a partir de las moléculas pequeñas que las componen, los aminoácidos. Se trata de un aporte comparable al mapeo del genoma humano, en el pasado siglo.
Por si fuera poco, el proyecto derivó en un mapa abierto, en que la colaboración científica será la bandera para que este gran tejido siga leyéndose poco a poco y sin secretos para nadie.
Gracias a este avance, ya es posible predecir las estructuras de 350 000 proteínas de humanos y de otros organismos y se facilitará el hallazgo de nuevos medicamentos y tratamientos específicos.
Los responsables, que queden claros sus nombres porque es un hito que también hará historia, fueron la empresa de inteligencia artificial DeepMind, y su programa de IA AlphaFold, junto al equipo del Laboratorio Europeo de Biología Molecular.
El tercer estudio que logra colarse entre los únicos candidatos de la prestigiosa votación de este año se va al campo de la antropología. Y no, no se trata de otro homínido como los que frecuentemente son hallados, se trata más bien de un hallazgo más sistémico y profundo.
Ahora ya es posible obtener ADN de ancestros muy antiguos a partir de una simple muestra de suelo. Suena increíble hasta escribirlo.
Hasta ahora, identificar el material genético de restos de homínidos que vivieron en la Tierra para rastrear sus relaciones con nuestra especie solo era posible a partir de una muestra orgánica, lo cual hacía más difícil hallar nuevos especímenes analizables.
Aunque los especialistas han alertado que no es tan sencillo obtener el ADN de la muestra de suelo, pues las muestras ambientales deben ser purificadas arduamente, sin dudas, la técnica se ha ido refinando durante años, y es ahora que, probada por varios equipos, hará mucho más simple agregar nuevas piezas al mosaico que dibuja nuestra historia.
Así lo demostraron este 2021 varios equipos que ya echaron mano de la nueva técnica para identificar especies de homínidos como los más recientes hallazgos de Homo neandertalensis, en restos fósiles que se fusionaron con el suelo tras más de 400 000 años de antigüedad.
De seguro este año ve una lista mucho más reducida de «mejores hitos», pero como toda lista, no es más que una selección muy discutible. Lo que no tiene discusión, de cualquier manera, es la valía inmensa de estos logros y lo que pueden aportar en el futuro cercano.