Estudio asegura que el clímax sexual en las mujeres es un vestigio de nuestro pasado evolutivo
El 8 de agosto se celebró en muchas partes del mundo el Día Internacional del Orgasmo Femenino. El lema de la curiosa jornada fue «Háganlo, no lo finjan», pues según una encuesta realizada a más de 13 000 mujeres latinoamericanas, el 54 por ciento de ellas declaró haber simulado el clímax con su pareja.
El orgasmo en las relaciones sexuales es imprescindible para que el coito se disfrute de forma plena. No obstante, hombres y mujeres lo experimentan de una forma diferente, algo que ha inquietado a los científicos por muchos años.
La cuestión más polémica en el estudio de la evolución de la sexualidad humana es sin duda si el orgasmo femenino es o no una adaptación funcional. En otras palabras, si toma o no partido en la supervivencia; algo a lo que parece haber respondido recientemente la ciencia.
Un nuevo estudio de científicos de la Universidad de Yale y el Hospital de Niños de Cincinnati, Estados Unidos, sugiere que el orgasmo femenino es un vestigio de nuestro pasado evolutivo, cuando las fuertes descargas de hormonas que acompañan el clímax eran necesarias para ovular.
Desde un punto de vista fisiológico, el placer masculino es una adaptación para expulsar los espermatozoides mediante contracciones musculares. Sin embargo, para la fecundación de sus óvulos las mujeres no necesitan tener orgasmos y ni siquiera estos ocurren siempre en las relaciones sexuales.
Esto ha llevado a considerar el orgasmo femenino como un mero subproducto del masculino, teniendo en cuenta que las féminas comparten algo de su ontogenia temprana con los hombres, en la que el orgasmo es una adaptación.
Otra de las hipótesis más extendidas sugiere que el orgasmo femenino habría surgido como un mecanismo de retención del esperma en el interior del tracto genital, para así facilitar la fecundación, por lo que tendría también una verdadera utilidad.
Según la reciente investigación de la Universidad de Yale y el Hospital de Niños de Cincinnati, publicada en la revista JEZ-Molecular and Developmental Evolution, el orgasmo femenino en la actualidad no cumple ninguna función, más allá del mero placer. Es decir, que se trata de un esquivo «lujo» evolutivo, gracias a que la aparición de la ovulación cíclica desligó reproducción y placer en las hembras de los primates.
Los científicos se centraron en el estudio evolutivo y en diferentes especies de uno de los fenómenos que acompaña el orgasmo femenino, la fuerte descarga de hormonas como prolactina y oxitocina.
«Investigaciones anteriores se enfocaron en la biología humana, pero no en la evolución de una determinada característica en diferentes especies», comentó Günter Wagner, profesor de Ecología y Biología Evolutiva en Yale y uno de los autores del estudio.
«Las características homólogas en especies suelen ser muy difíciles de rastrear», afirmó la coautora Mihaela Pavlicev, del Hospital de Niños de Cincinnati.
«Las fuertes descargas hormonales caracterizan uno de los aspectos del orgasmo femenino y por eso seguimos la pista evolutiva de esa característica en diferentes especies», aseveró.
En muchos mamíferos, como gatos o conejos, esta descarga hormonal ocurre durante la relación sexual con el macho y es necesaria para estimular la liberación de óvulos. Pero en los seres humanos y otros primates, la ovulación es espontánea e independiente de la estimulación sexual.
Los investigadores señalan que la ovulación inducida apareció antes que la ovulación espontánea, que habría surgido hace unos 75 millones de años. El orgasmo femenino sería, entonces, un vestigio de ese pasado ancestral común, cuando una fuerte descarga hormonal era necesaria para una función tan vital como la ovulación.
Con la ovulación cíclica, que se produce de forma regular e independiente de las relaciones sexuales, el orgasmo femenino quedó libre de una función concreta, y el clítoris, responsable de la sensación placentera, se convirtió en algo accesorio para la reproducción.
En la mayoría de los mamíferos con ovulación inducida por actividad sexual, el clítoris se encuentra dentro o muy cerca del canal vaginal. La cópula va ligada a la excitación de este órgano, que induce la secreción hormonal que, a su vez, provoca la liberación de óvulos, para aumentar la eficacia reproductiva.
En el caso de las mujeres, la aparición de la ovulación espontánea también habría llevado a otros cambios evolutivos, especialmente la reubicación del clítoris, que ahora se encuentra más distante del canal vaginal.
Pero este cambio anatómico hace que sea menos probable que el clítoris reciba la estimulación adecuada durante la relación sexual, para provocar el reflejo neuroendocrino conocido en los humanos como el orgasmo.
«Esto explicaría por qué la cópula no está necesariamente acompañada por el orgasmo», afirmó Pavlicev, quien no descartó que la fuerte descarga hormonal pueda estar asociada a otras funciones.
«Aún hay mucho debate sobre si el orgasmo podría cumplir otras funciones, como un fortalecimiento del vínculo emocional. Así que no podemos excluir que aunque perdió su conexión con la reproducción, el orgasmo femenino puede tener otras funciones», concluyó.
No obstante, algunos investigadores apuestan por otras explicaciones. Ese es el caso de Elisabeth Lloyd, profesora de Biología de la Universidad de Indiana y autora del libro El caso del orgasmo femenino, quien describió el trabajo de Yale como «importante», por su enfoque original de estudiar la evolución de especies.
Lloyd aseguró que aún se sabe muy poco sobre el orgasmo en los animales y que, además de la descarga hormonal, es necesario tener en cuenta otros aspectos neurológicos y musculares que intervienen en el fenómeno.
Para ella, el orgasmo femenino es simplemente un vestigio del desarrollo embrionario. «Solo a las ocho semanas se produce una fuerte descarga de hormonas que transforma los genitales en genitales masculinos», explicó.
Los hombres necesitan el orgasmo para transferir esperma, pero las mujeres, según la científica, tendrán también los tejidos musculares y terminales nerviosas para el orgasmo, lo que la autora describió como una «yapa fantástica».
«Aparte del placer, parece no tener un objetivo. Pero esto no significa que el orgasmo femenino no sea importante. Simplemente no parece tener una función desde el punto de vista evolutivo», argumentó.
Existen varias teorías sobre el origen del Día Internacional del Orgasmo Femenino. La más difundida es que nació en Brasil en el año 2006, por iniciativa del concejal del pueblo brasileño de Esperantina, Arimateio Dantas, quien decidió compensar a su esposa por algunas deudas sexuales que tenía con ella.
En un primer momento, los habitantes de Esperantina fueron obligados por ley a que cada 9 de mayo deberían realizar un esfuerzo para que su pareja llegara a conseguir el orgasmo. Tiempo después se cambió al 8 de agosto.
A partir de ese particular comienzo, organizaciones de mujeres en todo el mundo comenzaron a promover la fecha para alentar a otras a disfrutar de su sexualidad y dejar atrás los tabúes. La celebración se ha extendido ya a países como Dinamarca, Noruega, España, México, Argentina y Perú.
En Dinamarca y Noruega, por ejemplo, se rinde homenaje a las mujeres de distintas épocas que fueron en contra de los prejuicios y mandatos culturales.
En Noruega es declarado como día feriado, y en Dinamarca el orgasmo es obligatorio. De no cumplirse ese día, el hombre es multado con un año de abstinencia vigilada por una mujer policía.