El lago salado Poopó, de Bolivia, el segundo más grande del país tras el Titicaca, casi se ha evaporado
El segundo lago más grande de Bolivia se ha secado prácticamente, lo ha confirmado hace días el satélite Proba-V.
La noticia fue divulgada por la Agencia Espacial Europea (ESA), que explicó que el Proba-V es un satélite en miniatura que desempeña una tarea a gran escala: cartografiar la cubierta terrestre y el crecimiento de la vegetación en todo el planeta cada dos días.
El ancho de barrido transcontinental de 2 250 kilómetros que posee su cámara principal —explicó ESA—, recoge la luz en las bandas de frecuencia azul, rojo, infrarrojo cercano e infrarrojo medio, a 300 metros de resolución y hasta cien metros de resolución en su campo de visión central.
Según la agencia, Proba-V tomó tres imágenes comparativas del lago boliviano: el 27 de abril de 2014, el 20 de julio de 2015 y el 22 de enero de 2016. Las instantáneas muestran la reducción paulatina de la masa de agua.
Poopó ocupaba una depresión de la cordillera del Altiplano y cubría una superficie de 3 000 kilómetros cuadrados, aproximadamente. Pero ahora ha quedado reducido a tres humedales de menos de un kilómetro cuadrado y escasos 30 centímetros de profundidad.
Al decir de expertos, la naturaleza superficial del lago, que poseía una profundidad media de solo tres metros, unida al entorno árido montañoso, ocasionaba que fuese muy sensible a las fluctuaciones del clima.
El lago Poopó está reconocido como humedal conservado por la Convención Internacional Ramsar. Como es de suponer, esta catástrofe, anunciada desde hace años, tiene un fuerte impacto ecológico, económico y social.
El minisatélite tomó imágenes en tres momentos distintos, que muestran la reducción paulatina de la masa de agua del lago boliviano. Foto: El País
Unas 350 familias, en su mayoría pesqueras, se han visto afectadas, arrojan los últimos reportes. Con su forzado desplazamiento, también se pierde la cultura de la comunidad de este lugar, que tiene una economía lacustre de subsistencia.
«Tenemos un lago que ha desaparecido, ahora es una pampa, un desierto donde no se puede sembrar nada ni producir, no hay nada, mucho menos vida», declaró a la agencia EFE el dirigente campesino Valerio Rojas.
La escasez del líquido vital también implica la destrucción de todo un ecosistema. Según expertos en conservación, desaparecieron unas 200 especies de aves, peces, mamíferos, reptiles y gran variedad de plantas.
Por solo mencionar dos ejemplos, el Poopó era una parada de descanso para las aves que emigraban de norte a sur y también fuente de agua para especies altamente amenazadas como el puma andino.
El ornitólogo Carlos Capriles declaró al diario La Razón que entre las aves forzadas a abandonar el lugar, había tres especies de flamencos en peligro de extinción.
Desaparecieron cerca de 200 especies de aves, peces, mamíferos, reptiles y gran variedad de plantas. Foto: Reuters
Otros activistas ambientales añadieron que numerosos mamíferos, reptiles y anfibios quedaron sin hábitat y alimento con la transformación del lago en prácticamente un desierto.
La peor parte se la llevaron los peces, subrayó Capriles, pues no pudieron migrar como los otros animales y murieron en el lugar.
Las extracciones de agua del lago para minería y agricultura, la constante sequía provocada por el calentamiento del océano Pacífico a causa de El Niño y el cambio climático, los malos manejos de los recursos acuíferos, la contaminación y la falta de atención a un desastre previsto, se han identificado como las principales causas del problema.
El viceministro de Recursos Hídricos y Riego de Bolivia, Carlos Ortuño, citó datos científicos que establecen que la temperatura mínima aumentó 2,06 grados centígrados en los últimos 56 años y El Niño ha provocado sequías desde octubre.
La segunda condicionante —dijo— es la disponibilidad de agua. Los lagos Poopó y Titicaca dependen del aporte del río Desaguadero, pero un plan regulador establecido en la década de los 90 resultó preferencial para los niveles del Titicaca, al impedir el paso de agua hacia el Poopó.
Además, el propio río está afectado por la actividad humana, que lo usa para sus cultivos, y por sistemas industriales y mineros, que causan contaminación. Oruro es un departamento minero y la extracción desde hace años se realiza de una forma no responsable, indicó el Viceministro.
También apuntó a la «mala administración» de un fondo que estaba asignado para evitar la sequía del lago.
Aunque no es la primera vez que el lago Poopó se evapora —la última fue en 1994—, existe temor de que esta vez tarde muchos años en rellenarse, en caso de que llegara a ocurrir.
El Gobierno boliviano estimó que sería necesaria una inversión de 800 millones de bolivianos (unos 114 millones de dólares) y ya anunció un plan para la recuperación del lago, de conjunto con el departamento minero de Oruro.
En rueda de prensa, el viceministro de Recursos Hídricos y Riego, Carlos Ortuño, y el gobernador de Oruro, Víctor Hugo Vásquez, informaron que se destinarían 3,25 millones de dólares a la ayuda humanitaria y a un trabajo técnico sobre el caudal del agua que llega al Poopó a través del río Desaguadero.
Al mismo tiempo, gestionarán un financiamiento internacional para el llamado Plan Director de la Cuenca del Poopó, que se elaborará por especialistas nacionales e internacionales. Al decir de Ortuño, este será el desafío mayor.