La Acrópolis de Atenas puede considerarse la más representativa de todas las griegas. La conocida como «ciudad alta» tenía doble función: defensiva y sede de los principales lugares de culto. Esta se halla situada en una cima que se alza 156 metros sobre el nivel del mar. La entrada se realiza por una gran puerta llamada los Propileos. En el siglo V a. C., la Acrópolis adoptó su forma definitiva.