El martes 17 de marzo escribí: “El Clásico fue organizado por los que administran la explotación del deporte en Estados Unidos...” De inmediato añadí: “A los tres mejores equipos del Clásico y las Olimpiadas: Japón, Corea y Cuba, los pusieron en el mismo grupo para que se eliminaran entre sí. La vez anterior nos ubicaron en el grupo latinoamericano, esta vez en el grupo asiático.
“Por ello, en San Diego, entre hoy y mañana, uno de los tres será eliminado irremisiblemente...”
En ese mismo artículo expresé, con relación a los jugadores de la selección de la República de Corea: “Constituyen el adversario principal, porque son también metódicos y batean con más fuerza que los japoneses.”
Dos días más tarde, el 19 de marzo expliqué: “En el juego que concluyó hoy casi a las 3 de la madrugada entre los equipos de Japón y Cuba, fuimos inobjetablemente vencidos.”
“Dudo sin embargo que algún equipo de Occidente pueda derrotar a Japón y a Corea en el grupo de competidores que jugarán en Los Ángeles los próximos 3 días. Solo uno de los dos países asiáticos con su calidad decidirá quiénes ocuparán el primero y segundo lugares del Clásico.”
Respecto a los japoneses ofrecí detalles:
“Los entrenamientos son increíblemente rigurosos y metódicos. Han elaborado métodos técnicos para desarrollar los reflejos que se requieren de cada jugador. Los bateadores le tiran cada día a cientos de lanzamientos...Los pitchers por su parte se ven obligados a realizar cuatrocientos lanzamientos cada día. Si cometen algún error en el juego deben entonces realizar cien lanzamientos más. Lo hacen gustosamente, como un auto castigo...Es por ello que sus lanzadores asombran por su capacidad de ubicar las bolas en los puntos exactos que deciden. Aplican métodos similares a cada una de las actividades que debe realizar cada atleta en las posiciones que defiende y en sus actividades como bateador.
“Con características similares se desarrollan los atletas del otro país asiático: la República de Corea, convertida ya en poderosa potencia del béisbol profesional mundial.”
Los hechos han venido ocurriendo exactamente así:
Ayer, pasadas las 12 y 30 de la noche, hora de Cuba, el equipo de Corea venció 10 a 2 al equipo de Venezuela, a pesar de la magnifica calidad profesional de esa selección. No tenían posibilidad de vencer frente a la metodología sofisticada de preparación y el rigor coreanos.
Pudo ahorrársele al abridor venezolano, Carlos Silva, una innecesaria humillación cuando, después de base por bola al primer bateador y dos errores consecutivos de la defensa, le conectaron tres hits seguidos, poniendo el marcador uno a cero y las bases llenas, sin out, en el primer inning. Los coreanos estaban descifrando los lanzamientos de Silva y debió ser sustituido sin vacilación. Le conectaron un jonrón con tres en base que dio a Corea la ventaja de 5 a 0 en el propio primer inning. Con un equipo como el del país asiático, en ese inning el juego estaba ya decidido, aunque es justo señalar que la selección de Venezuela luchó y no se desmoralizó a lo largo del partido. Al final su objetivo era solo evitar el marcador de knockout.
El juego de esta noche entre Japón y Estados Unidos es un partido de mero trámite.
El lunes los espectadores, dentro y fuera de ese país, podrán apreciar el encuentro entre las dos potencias asiáticas del béisbol profesional.
Muy duro será el camino para restablecer de nuevo la primacía de Cuba en esa actividad deportiva, donde el patriotismo, el orgullo nacional y nuestra lucha por el deporte sano y educativo alcanzó las más altas cimas.
Muchas son las lecciones que debemos derivar del último Clásico.
Fidel Castro Ruz
Marzo 22 de 2009
1 y 54 p.m.