Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Con el escaño a cuestas

Autor:

Norland Rosendo

Cuba se ha dado un Parlamento más chiquito y más grande. Son menos diputados y mayores los desafíos. Cuba, que anda renovándose, reinventándose y reafirmando su destino en medio de complejos escenarios, sabe que el mejor Parlamento es el que sesiona conectado con la gente.

Previo a las Elecciones Nacionales del pasado 26 de marzo los entonces candidatos, hoy todos diputados, recorrieron y, mejor aún, dialogaron, con sus electores en un ejercicio que según ha dicho el Presidente Díaz-Canel ha de ser brújula para que la democracia socialista se haga fuerte donde nace.

Tendremos un Parlamento hecho a la medida de la Cuba actual si quienes lo integran asumen que ellos solo son voz de los millones que ejercen diariamente en el parlamento de la vida cotidiana y construyen el país que nos debemos todos.

Se avecina una legislatura de intensos debates y definiciones en aras del ordenamiento, desarrollo y prosperidad de Cuba. Han de ser fecundas las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, ricas en profundidad de análisis y sin miedo a las polémicas con argumentos.

Los 470 diputados, representantes de una sociedad que no es lo homogénea que algunos creen (o intentan hacernos creer), deben multiplicar las horas de cada día para cumplir con el mandato constitucional y hacerlo a la altura de estos tiempos.

Será más genuino nuestro Parlamento si sus miembros andan con el escaño a cuestas. No es asunto de ir a una sala grande a hablar y votar. Es época de poner ese asiento imaginario en medio de las comunidades para construir juntos lo que luego se aprobará allá.

Habrá que ir una y otra vez, siempre, a donde está el pueblo, cruce de todos los caminos, de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, para hacer más auténtico y seguro el rumbo de Cuba socialista.

El tejido ha de ser de todas las redes sociales posibles, físicas y digitales. Donde quepan todos y sean tan abiertas como plurales; donde se hable, pero también se escuche; y poco a poco, sin desdeñar ninguna palabra, se armen las oraciones que luego se dirán en las sesiones del Parlamento.

El futuro, como el presente, es retador. Solo se conquista juntando, empoderando a quienes construyen. Y los diputados, una suerte de misioneros que multiplican las voces del pueblo por todos los caminos, han de ser protagonistas en ese empeño.

¿Que son menos en número para tamaño desafío? Sabrán crecerse, y nosotros con ellos.  

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