Júbilo en estas líneas, a pesar de las duras condiciones económicas que entorpecen —la ficción calma e incita la creación— para ir hacia delante y pongo el acelerador en las exceptuadas de esa añeja circunstancia que nos acompaña contra viento y marea.
Esa trama de continuos resbalones es capaz de aturdir, desalentar y tirar para la cuneta las mejores intenciones. ¿Estamos de acuerdo estimadísimo? Presiento que sí.
Estas ¿disquisiciones? las originó la lectura de un análisis de las estrategias de desarrollo de Villa Clara en el 2023, muy aceptadas y tiro la yagua antes… para atajar a los suspicaces siempre al acecho.
Lo que camina, lenta, pero inexorablemente, busca reanimar la economía, un anhelo descomunal de la tribuna de la calle, para lograr una vida más llevadera en nuestra sociedad, que pasa, lo sabemos, por diversos engranajes, pero el principal, pienso, radica en sacarle el máximo a lo que tenemos y esto solo resulta posible con un bregar eficiente basado más en la exigencia que pedir que se haga bien.
Hay que decirlo con toda claridad: muchísimos se han acostumbrado a ese lenguaje benevolente y de llamado a la conciencia, cuyos resultados tampoco siempre han sido los mejores.
Tampoco albergo la menor duda sobre la existencia de muy buenos trabajadores en los diversos sectores, sin desconocer a los remolones. ¿Estamos?
Pero los planes, con la perspicacia puesta más en la tierra que en las nubes, se deben cimentar estrictamente en lo factible, de acuerdo con los recursos disponibles, sin planificaciones por arriba o por debajo de la potencialidad para luego vanagloriarse de un sobrecumplimiento inventado, una treta casi tan vieja como Matusalén.
En ese análisis del desarrollo villaclareño salió a la palestra cómo existen reservas y potencialidades en los territorios sin que estén reflejadas en la estrategia.
«A estas alturas con ese recado» puede exclamar usted y le asiste la razón, aunque está fuera de toda duda esa verdad verdadera, porque en el análisis, encabezado por las máximas autoridades provinciales del Partido y el Gobierno, estaban los presidentes de asambleas municipales, consejos populares, secretarios del Partido de los municipios, directores de empresas, jefes de organismos y de organizaciones políticas y de masas.
Hubo más: aún hay territorios en los cuales carece de un aceptado desarrollo el programa de soberanía alimentaria, hay demoras en la entrega de tierras debido a mecanismos burocráticos y creación de pocos módulos pecuarios para la producción de proteínas.
Obvio, a veces tampoco se mantiene un control riguroso de planes bien dibujados y mal definidos, que retrasan el progreso, gracias a la falta de la persistencia. Y lo peor, si cabe, deviene un mal nacional. ¡Le ronca el mango!
Si se atendieran los problemas con el propósito de arrancarles cada día un pedazo, el tránsito hacia el horizonte que deseamos fuera más expedito y llevadero. ¡Sin duda!
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