Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Liborio

Autor:

Jesús Arencibia Lorenzo

Hago un zoom back en la memoria y me lo encuentro risueño en la más reciente tertulia de JR con alfabetizadores, contándonos cómo brillaba la Plaza de los cubanos aquel 22 de diciembre de 1961. Él no había alfabetizado, pero buena parte de las mejores imágenes de aquella campaña de la bondad se deben a su lente.

Hago un zoom back en la memoria y lo veo en el retrato que mi profe Roger Ricardo tiene colgado en su oficina del Instituto de Periodismo: jóvenes ambos de pelo negro y patilla manigüera en Alturas del Naranjo, en plena Sierra Maestra.

Busco sus instantáneas eternas a Fidel: desde el retrato juvenil con boina irreverente hasta las de barba veterana mesada con sabiduría. Vuelvo al candor que atrapó en el Che: botas enfangadas del trabajo voluntario; tomando agua con una humilde latica o dirigiéndose a obreros; mirada tan destellante de futuro que nada podía enturbiarla.

Claro que recuerdo sus primerísimos planos a las arrugas venerables de Robaina, el tabaquero pinareño; y sus ángulos anchos de los tanques de guerra cuando la Crisis de Octubre. También los detalles del otoño en alguna ciudad europea; los adoquines de la Vieja Habana...

Cada vez que salía de Cuba, al regresar tenía la tradición invariable de recorrer el centro histórico de la capital, especialmente la cintura de mar que la distingue, como para decirle: «¿Me extrañaste mucho, novia mía?».

Hago un zoom back en la memoria y veo a aquel guajiro con sombrero de guano parado frente a la lujosa vitrina de una tienda donde se exponían decenas de sombreros de paño. Y él, el montuno, como el propio fotorreportero, repitiéndose con los ojos: «ninguno tan fresco como el mío».

No entiendo entonces por qué  la locutora del Noticiero me dice que Liborio ya no está, que el obturador de su cámara se rompió de pronto.

¿Y los archivos de Revolución, INRA, Granma, sabrán que uno de sus surtidores ya no revelará más emociones? ¿Y sus amigos, adaptados al tono medio seco y los raspes resabiosos, pero fieles y fraternos, tendrán a mano un diafragma, una lámpara de flash, para detener y eternizar el compromiso?

Hago un zoom back en la memoria y Liborio Noval sonríe y me rectifica: el tiempo de esta cámara no retrocede. Entonces corrijo y hago un zoom in.

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