Desde 1976, los cubanos acuden a las urnas para elegir a sus representantes, pero en 1992 lo hacían en un mundo que había cambiado de forma drástica.
La llamada comunidad socialista había desaparecido y no existía la Unión Soviética. Se proclamaba el fin de la Historia, y organizaciones y figuras de izquierda torcían el rumbo mientras otros mostraban arrepentimiento de lo que habían sido.
Presuntos vencedores de la Guerra Fría pretendían instaurar en el mundo el modelo neoliberal como paradigma universal, mientras a Cuba se le quisieron imponer normas y regulaciones que habían sido abolidas desde el triunfo de la Revolución.
Resultó el momento adecuado para que al Sistema Electoral Cubano se le introdujeran importantes modificaciones. Desde 1992, los diputados nacionales y los delegados a las asambleas provinciales, que eran elegidos por las asambleas municipales, los elegiría el pueblo mediante voto secreto y directo.
Esos delegados se encargarían de aprobar las candidaturas a diputados nacionales y sus homólogos de provincia, seleccionados en un amplio proceso de consultas con todos los sectores de la sociedad, de los cuales hasta la mitad pueden provenir de las bases.
La puesta en práctica de métodos propios para realizar las elecciones, concuerda con los nuevos aires democráticos que soplan en América Latina y el resurgir del ideario de Martí y Bolívar.
Martí nunca concibió el tipo de democracia que se practica mayoritariamente en el mundo y Bolívar tampoco concibió esa forma para los países latinoamericanos, pues criticó a los que trataban de imitar los procederes de organizaciones políticas de Francia o Estados Unidos.
La democracia cubana está fuera de los esquemas de las llamadas democracias multipartidistas. El Partido no nomina candidatos; son los vecinos de los barrios los que postulan y votan.
A diferencia de otras convocatorias a la urnas que basan en la propaganda electoral el peso fundamental de la campaña, el método cubano difiere en ese aspecto al permitir solo la foto de los candidatos con una breve biografía, mientras crea una sólida estructura en colegios y comisiones electorales en municipios, provincias y nación.
Otra tipicidad de estos comicios es la confección de los registros de electores, elaborados según los libros de registros de direcciones existentes en cada cuadra y que está en correspondencia con el carné de identidad individual.
Ello excluye cualquier posibilidad de doble empadronamiento o la utilización del nombre de un fallecido, como ocurría en mayor o menor cuantía en las elecciones antes de 1959.
Otra peculiaridad son las mesas electorales, integradas por cinco personas de prestigio y autoridad en la comunidad y que, en presencia de los vecinos, realizan los escrutinios.
En Cuba no puede ocurrir que un militar se robe una urna o depositen en ella votos en forma fraudulenta, pues la custodia está a cargo de los pioneros.