África está en la mirilla de Estados Unidos. Hasta allí Washington piensa llevar su falsa cruzada contra el terrorismo para asegurarse el saqueo de los abundantes recursos del continente, principalmente petróleo y gas. El propósito lo confirma el llamado Libro Blanco del Comando de Movilidad Aérea (AMC) de las Fuerzas Armadas estadounidenses.
El documento Global Enroute Strategy —expuesto por el mandatario venezolano Hugo Chávez en la reciente cumbre de la Unión de Naciones Sudamericanas en Bariloche (Argentina)— ratifica las intenciones del Pentágono de incluir a América del Sur en la llamada «estrategia de ruta global» que le permita a Estados Unidos el control de los recursos naturales de nuestra región, entre otros intereses, y, a la vez, les facilite la rápida movilidad de sus tropas y armamentos hacia África, otro de los paraísos mineros y petroleros.
En su nueva concepción, Estados Unidos busca reorganizar las conexiones y rutas entre sus bases militares distribuidas en todo el mundo y los escenarios que considera de importancia estratégica como África, el sureste y suroeste asiático, Eurasia, Corea e Indonesia, identificados en el manuscrito del AMC como «zonas claves» que necesitan mayor apoyo en el transporte aéreo.
Por tanto, el poder militar norteamericano se encuentra enfrascado en la construcción de una arquitectura de rutas que le permita mover hacia estas regiones un número arrollador de efectivos, armamentos, vehículos de combate y suministros, entre otros pertrechos imprescindibles en una contienda bélica.
África es uno de los escenarios a los cuales Estados Unidos tiene menor acceso: es el continente de menor presencia de bases militares extranjeras. Por otra parte, la administración de George W. Bush no pudo desplegar allí su Comando Militar para África (AFRICOM), diseñado para garantizar sus incursiones en ese continente, asumidas hasta ahora por los comandos Europa, Pacífico y Central. Por ello, la movilidad del Pentágono dentro del continente no tiene la agilidad deseada por los sectores militares, en estrecha alianza con las transnacionales petroleras. Y esa libertad de movimiento intra e intercontinental es un asunto de suma importancia para AFRICOM, según la opinión de su comandante, el General William «Kip» Ward, recogida también en el Libro Blanco del AMC.
Muchos gobiernos y organismos regionales se opusieron a la presencia de una base militar permanente, pero hoy EE.UU. defiende otra concepción: Washington ya no planifica establecerse permanentemente, sino crear una red que le garantice llegar a África desde diversos puntos de la geografía sudamericana y europea.
No obstante, el Pentágono utiliza una base asentada en Camp Lemonier, Djibouti, estado fronterizo con Somalia, uno de los campos africanos donde EE.UU. ya ha barajado la posibilidad de una intervención militar directa. El antiguo enclave francés alberga desde junio de 2002 a unos 1 800 soldados norteamericanos, mientras Washington anunció que ampliaría su superficie.
El documento del AMC destaca que una de las rutas más favorables para llegar al Cuerno Africano —formado por Djibouti, Eritrea, Etiopía, Somalia— y al este de ese continente es, precisamente a través de la Península Ibérica y el Mediterráneo. En este trayecto pueden ser utilizadas las bases Rota (Cádiz), Morón (Sevilla), Singonella (Sicilia), y Souda Bay (isla griega de Creta).
Según el AMC, en esta región las condiciones climáticas son muy favorables para operaciones aéreas, además de que es una línea en la que convergen pocos vuelos internacionales.
«Es la ruta ideal para comenzar las operaciones en el continente africano», dice sin tapujos ese mando militar.
Otro de los enclaves que pretende usar el Pentágono para que sus aviones y soldados lleguen a África, y cuya posición adquiere ahora un carácter más estratégico es la base aeronaval británica de la Isla Ascensión (Atlántico sur), usada durante mucho tiempo por EE.UU. Pero un avión C-17 —uno de los punteros de la Fuerza Aérea de EE.UU.— no podría llegar desde el territorio estadounidense hasta allí sin reabastecerse.
Es en este escenario donde cobra protagonismo el Comando Sur, que ha localizado a Cayenne, en la Guayana Francesa, como una de las posibles bases ahora denominadas por Estados Unidos como «de Localización de Seguridad Cooperativa (CSL)», donde las naves se reabastecerían de combustible, para seguir camino a Ascensión. La distancia desde Charleston, Carolina del Sur —donde se encuentra una importante base aérea citada por el AMC en su nueva estrategia—, hacia Cayenne, es de 2 600 millas náuticas (MN) y de allí a Ascensión es de 2 400 MN, rangos que perfectamente puede cubrir el potente C-17.
La búsqueda de nuevas instalaciones CSL en Sudamérica y el Caribe que sirvan de trampolín hacia África continúa, y ha trascendido que la base de Palanquero en Colombia pudiera ser una de las fichas en el tablero.
El hilo que teje los puntos Charleston-Cayenne-Ascensión llegará finalmente hasta el oeste y suroeste de África, regiones muy valiosas para Estados Unidos. En esa gran porción se encuentra el Golfo de Guinea, donde Washington refuerza su presencia militar a la par que las petroleras (Marathon Oil, Exxon Mobil, Chevron Texaco, entre otras) buscan nuevas reservas que saquear. Fundamentalmente, Guinea Ecuatorial es una de las perlas más preciadas por estos consorcios.
En esa zona también se encuentra el gigante petrolero Nigeria, y Angola, otro de los grandes en el sector.
Nigeria y Somalia estuvieron entre los escenarios estudiados en los simulacros militares Unified Quest, efectuados en mayo de 2008 en el United States Army War College en Carlisle, Pennsylvania. El objetivo era evaluar la capacidad de respuesta de las Fuerzas Armadas norteamericanas ante una crisis en Somalia, que esperan acontezca para 2025 con el aumento de la piratería y la oposición armada; y en Nigeria, donde según los vaticinios de los tanques pensantes norteamericanos, el gobierno pudiera vérselas mal ante los ataques de las facciones rebeldes que operan el Delta del Níger, zona muy rica en pozos petroleros.
Las variantes manejadas para el caso de Nigeria en esas maniobras iban desde las presiones diplomáticas hasta la intervención militar directa, con el despliegue de miles de soldados para asegurarse el hidrocarburo. De seguro, cuando Washington estime conveniente, sus soldados y armamentos llegarán en horas, pues ya el AMC se encarga de crear la red de rutas que los lleve hasta allí. Y a Somalia le apunta desde muy cerca Camp Lemonier, la base ubicada en Djibouti.
En el Golfo de Adén y próximas a las costas somalíes se encuentran fuerzas de la OTAN y de la Unión Europea, que con sus modernos artefactos militares controlan esa importante ruta comercial, ayudadas por empresas mercenarias como las norteamericanas Xe —aunque cambie el nombre sigue siendo la Blackwater— y Hollow Point Protective Services; o las británicas Hart Security, Eos y Drum Resources Limited, entre otras.
En tanto, el AMC está instruyendo a la fuerza aérea de AFRICOM (la 17 AF), con la realización de misiones diarias hacia el continente, ejecutadas por los potentes C-17 Globemaster III, y los C-130 Hércules.
Según el coronel Bob Holba, jefe de la División de Movilidad Aérea para el Centro de Operaciones Aéreas y Espaciales de la base de Ramstein (Alemania) —uno de los puntos europeos que forma parte del engranaje de AFRICOM—, desde el 1ro. de octubre de 2008 hasta el 16 de junio de este año, el AMC realizó 1 086 operaciones con sus C-130, que transportaron más de 830 pasajeros y unas 500 toneladas de cargamento, cuya naturaleza no precisó. Entre los destinos se encontraban Darfur, Rwanda y Uganda.
Estados Unidos teje su telaraña de bases militares que le garantice ágilmente movilizar tropas y armamentos… y todos los caminos, desde Sudamérica, América del Norte o Europa, conducen a África.