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¿Irán o no a una nueva guerra?

Autor:

Juana Carrasco Martín
El domingo, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, daba «seguridades»... «Pienso que las posibilidades de que vayamos a un enfrentamiento con Irán son muy bajas», le decía a la cadena CBS. Pero de inmediato ponía una excusa suficiente para andar por el empedrado caminito de la guerra: «Estamos preocupados sobre sus actividades en el sur. Estamos preocupados sobre las armas que están enviando — que siguen enviando — a Iraq».

Si la declaración de Gates buscaba sedar el ambiente, apenas lo logra. Días antes, el propio George W. Bush ponía a Irán en la misma cesta que a la red Al Qaeda, cuando los definía como «dos de las mayores amenazas para Estados Unidos en este nuevo siglo», y arremetía con todo: «Irán hace malas elecciones; Estados Unidos actuará para proteger nuestros intereses, nuestras tropas y a nuestros socios iraquíes».

Este lunes, le tocó el turno al consejero de seguridad nacional de Bush, Stephen Hadley, quien volvió a calentar el ring: «Irán es muy activo en la parte sur de Iraq. Ellos están entrenando a iraquíes en Irán, que van a Iraq y atacan nuestras fuerzas, a las fuerzas iraquíes y a los civiles iraquíes. Hay movimiento de equipos, de fondos... Vamos a cortar de la mejor forma que podamos ese flujo de combatientes, de armamentos y armas hacia Iraq».

Lo peor es que la «mejor forma» de Estados Unidos se empleó contra Afganistán y contra Iraq, donde sus tropas permanecen empantanadas, motivo suficiente para echarles las culpas a otros. También otro mandatario cargará en enero próximo con tan pesados fardos, y todavía este equipo bushiano parece dispuesto a darle tres tazas de tan indigesto caldo porque al decir de Hadley «la próxima administración, sea republicana o demócrata, heredará una estrategia... que está trabajando».

Pocos lo creen, pero desde hace rato, los bushianos construyen el entramado para justificar la apertura de un nuevo conflicto bélico en la región, y en este caso, a las acusaciones de que el desarrollo nuclear de Teherán tiene como propósito impulsar la fabricación de armas de destrucción masiva y no el fin pacífico de generar energía eléctrica, como afirman las autoridades iraníes, Washington agrega que Irán está armando y financiando en Iraq a las milicias chiitas.

Un nuevo ingrediente recién se añadía a la olla caliente: Israel —la única potencia nuclear del Medio Oriente— se conectará al sistema estadounidense de detección de misiles, aludiendo que necesita protegerse de «un ataque de Irán», según anunció un alto responsable del Ministerio de Defensa de Israel, que pidió el anonimato —una solicitud que casi siempre encierra la trampa de crear alarma justificante de las guerras por venir.

«Estados Unidos aceptó nuestro pedido», dijo el funcionario incógnito y la embajada de Estados Unidos en el país hebreo no comentó la información.

Mientras tanto, Irán repite una y otra vez que tiene «derecho natural y legítimo» de acceder a la tecnología nuclear y que sus actividades de enriquecimiento de uranio son pacíficas.

El acoso propagandístico pudo haber provocado que este lunes Teherán anunciara que posponía las conversaciones en Viena con la Organización Internacional de la Energía Atómica que preside Mohamed ElBaradei. Buscan «un momento más apropiado», dijo la agencia iraní de noticias IRNA.

Al menos verbalmente, son fuertes los presagios de tormenta.

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