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EE.UU.: Cambio climático puede esperar, la guerra no

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Juventud Rebelde

La inteligencia y las fuerzas armadas de Estados Unidos identifican el cambio climático como amenaza a la seguridad nacional, pero, paradójicamente, el gobierno le asigna a su combate solo un dólar por cada 88 destinados al presupuesto de defensa.

El informe Fuerzas armadas versus seguridad climática, del Instituto de Estudios de Políticas, indica que el presupuesto de defensa de 2008 suma 647 500 millones de dólares —más que el total del resto del mundo— frente a los 7 370 millones dedicados a combatir el recalentamiento planetario.

De ese total, apenas 212 millones de dólares se dirigirán a los países pobres para ayudarlos a obtener fuentes de energía limpia y renovable, menos de lo que Estados Unidos gasta en un solo día en sus operaciones en Iraq.

«Mientras no reparamos en gastos para hacer la guerra, parece que no tenemos dinero para evitar el desastre climático», dijo la autora del estudio, Miriam Pemberton, y agregó, «las advertencias cada día más alarmantes de los científicos dejan en claro que cambiar esas prioridades de gasto no puede esperar».

El informe se hizo público cuando existe una preocupación mundial sin precedentes sobre las consecuencias devastadoras del cambio climático. Los países más afectados serán los pobres, que por serlo cuentan con menos recursos para afrontar las amenazas.

Violentos fenómenos climáticos, prolongadas sequías y un aumento en el nivel de los océanos resultarán inevitables, opinan científicos, si no se estabilizan rápidamente y luego se reducen las emisiones de gases invernadero, en parte responsables por el recalentamiento global.

Esa preocupación fue subrayada el mes pasado, cuando se otorgó el premio Nobel de la Paz al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) y al ex vicepresidente de Estados Unidos (1993-2001), Al Gore.

El IPCC es una red de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), formada por miles de científicos, cuyas advertencias sobre la realidad y el impacto del recalentamiento global se han hecho cada vez más imperiosas durante los últimos 15 años.

Gore, con su documental de 2006 An Inconvenient Truth (Una verdad incómoda), aumentó significativamente la toma de conciencia popular sobre este tema, especialmente en Estados Unidos. Al aceptar el premio, hizo un llamado a las naciones del mundo para movilizarse y evitar el desastre climático, «con una urgencia y una resolución compartida que previamente solo se había visto cuando los países se movilizaban para la guerra».

Esa analogía marcial fue recogida por el Departamento (ministerio) de Defensa y las agencias de inteligencia de Estados Unidos, que elaboraron una serie de informes sobre el impacto del cambio climático en la seguridad nacional.

En mayo, un grupo de generales y almirantes retirados elaboró su propio estudio, en el que advirtieron que, entre otras consecuencias, el recalentamiento global podría causar caos político, migraciones, extremismo, y conflictos nacionales e internacionales por recursos vitales como el agua potable y los alimentos.

«El cambio climático actúa como un multiplicador de amenazas para la estabilidad en las regiones más volátiles del mundo», advirtió el informe.

A pesar de estas advertencias, el gobierno de George W. Bush no ha asumido las amenazas a la seguridad que plantea el recalentamiento global.

En 2001, apenas asumió el cargo, retiró la firma de Estados Unidos del Protocolo de Kyoto, tratado internacional que estableció metas de reducción de emisiones de gases invernadero para los países ricos.

El argumento del gobierno de Bush fue que el cumplimiento del acuerdo resultaría muy costoso para la economía de su país.

Aunque el gobierno ahora acepta que el problema es real y que las emisiones deben reducirse, continúa oponiéndose a la imposición de metas de cumplimiento obligatorio.

En términos presupuestarios, los fondos para atender la emergencia climática se han incrementado gradualmente respecto del gasto militar, según el análisis del Instituto de Estudios de Políticas.

La relación de 88 dólares a uno prevista para este año «es sin duda un avance» frente a la proporción de 97 dólares a uno de 2007, cuando se destinaron 37 000 millones de dólares a programas climáticos y 3,5 billones de dólares a la defensa.

«Pero también es, indudablemente, una mejora inadecuada, considerando la magnitud relativa de estos problemas. El terrorismo es un tema serio, pero no nos rodea. Los efectos del cambio climático sí lo harán», señaló el estudio.

Este año, la mayor parte del gasto en programas relacionados con el ambiente, casi 4 000 millones de dólares, se destinará al desarrollo de tecnologías, mientras que el Departamento de Defensa recibirá 77 000 millones de dólares para sus actividades de investigación y desarrollo.

A pesar de la casi unanimidad científica sobre la aceleración del cambio climático, la segunda partida presupuestaria más importante dentro de las partidas destinadas al recalentamiento global —unos 2 000 millones de dólares— se dedicará a ayudar a resolver «las fundamentales incertidumbres asociadas con el cambio climático».

La mayor parte de estos fondos, destaca el informe, irán a la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, cuyo director, Michael Griffin, declaró que, aunque no duda de la tendencia hacia el recalentamiento, «no estoy seguro sobre si es justo decir que se trata de un problema que debamos combatir».

Frente a los 212 millones de dólares de ayuda a los países pobres para enfrentar el cambio climático, Washington dedicará casi 10 000 millones de dólares en asistencia militar al extranjero.

El gobierno no detalló cómo utilizará los fondos de ayuda internacional en 2008. Pero en 2006, el último año sobre el cual dio a conocer esta información, 90 por ciento del total se empleó para mitigar los efectos de usinas eléctricas que utilizan carbón en los países pobres y promover tecnologías estadounidenses más eficientes.

Alrededor de ocho por ciento del total se destinó a programas para afrontar las consecuencias de sequías, inundaciones, pérdidas de cosechas o agua potable y otros efectos potencialmente catastróficos del cambio climático.

En su discurso anual sobre el Estado de la Nación, a fines de enero, Bush dijo que pediría al Congreso legislativo el aval para dotar 2 000 millones de dólares, a lo largo de los próximos tres años, a un fondo internacional dedicado al clima y la energía limpia. Pero no indicó cómo se asignaría ese dinero. (IPS)

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