Sr. Presidente, Sr. Cheney, Srta. Rice y demás personas implicadas:
Ustedes han destrozado nuestro país y nuestros corazones. La sangre que se derrama innecesariamente por su culpa y, por consiguiente, también por la nuestra, ahoga la libertad, la seguridad y el sueño que pudo haber representado Estados Unidos, después de recuperarse de la tragedia del 11 de septiembre de 2001 y de haber sido despertado por esta.
Pero ahora se nos pide que autocensuremos cualquier palabra que pudiera considerarse incendiaria, si es que creemos que esta guerra debe terminar hoy. Nos atemorizamos cuando ustedes nos señalan con el dedo y nos dicen que «apoyemos a nuestras tropas». Bueno, ustedes y los expertos aduladores que están de su lado, aquellos que les apañan sus crímenes y errores, pueden tomar sus argumentos y metérselos donde mejor les quepan.
No nos vamos a dejar engañar nuevamente. Vamos a dejar las cosas bien claras. Sí, apoyamos a nuestras tropas desde nuestra posición, mientras ustedes los explotan a ellos y a sus familiares. El veredicto está claro. Ustedes mintieron, fueron cómplices y explotaron a sus propios compatriotas, y más que todo, a nuestras tropas.
Ustedes, señores Bush y Cheney, y usted señorita Rice, son personas villana y criminalmente indecentes, seres humanos espantosos, incompetentes incluso para cumplir su propio programa, diseñado para su propio beneficio, al tiempo que se comportan de manera trágicamente negligente y destructiva con respecto al nuestro y al de nuestro país.
Tengo una pregunta para sus hijas, Sr. Bush. Ellas ya no son niñas. ¿Apoyan ellas su política en Iraq? Si lo hacen, ¿cómo se atreven a no estar vestidas de uniforme, mientras los hijos de negros, blancos, asiáticos e hispanos pobres, y de todos los otros hombres y mujeres estadounidenses de clase trabajadora son masacrados, mutilados y enviados de vuelta a este país bajo el velo de las tinieblas?
Ahora, gracias a que he estado en las calles de Bagdad durante esta guerra de ocupación, fuera de la Zona Verde, sin protección —mientras que ustedes no—; ahora, he conocido a los niños que viven allí. En ese país de 25 millones de habitantes, estos niños han sido testigos de un diluvio de muertes de civiles a su alrededor, que suman el equivalente a doscientos 11 de Septiembre en solamente cuatro años de guerra. Doscientos 11 de Septiembres. Doscientos 11 de Septiembre.
¿Qué hay de los mil millones quinientos mil dólares que nuestras fuerzas armadas gastan en Iraq cada día, cuando el equivalente a tres semanas de lo que se gasta en la guerra sería suficiente para pagar el costo de un proyecto visionario para reconstruir Nueva Orleans y aliviar a todo el continente africano de la hambruna y la diseminación de enfermedades? Sin mencionar los fondos que ahora son necesarios, no solo para reconstruir los sistemas de educación y salud, sino también para dar ayuda y atención a los veteranos de esta guerra, tanto estadounidenses como nuestros aliados y amigos iraquíes que lo han perdido todo.
Ustedes dicen que hemos mantenido la guerra contra el terrorismo alejada de nuestras costas al responder a un criminal acto de terrorismo con una agresión unilateral patrocinada por el estado, en un país que no tuvo ninguna participación en el crimen inicial. Que esta guerra sería librada en Iraq o aquí. Ellos no son nuestro inodoro. Ellos son seres humanos, cuyas vidas, aunque una vez oprimidas por Saddam, ahora transcurren en el infierno de Dante.
Unámonos no solo para detener esta guerra ahora, sino también para que este gobierno rinda cuentas. Sin un juicio político la justicia no prevalecerá, ni en nuestro tiempo ni en el de nuestros hijos. Y aclaremos tanto a los demócratas como a republicanos que no estamos dispuestos a esperar hasta el 2008 para escucharlos decir otra vez: «Si hubiera sabido entonces, lo que ahora sé».
Es una tragedia que la dirección del Partido Demócrata en el Congreso se niegue a permitir que la Cámara vote en relación con la enmienda presentada por Bárbara Lee para lograr una retirada, con provisión total de fondos, de las tropas de Estados Unidos en Iraq para fines de este año. Los miembros de la élite estuvieron en contra de la propuesta, y pospusieron el día del juicio final que debe llegar lo más pronto posible, la retirada total de las tropas estadounidenses de Iraq.
Hay candidatos presidenciales que comprenden esto. Nosotros sí tenemos candidatos conscientes. Como están las cosas en estos momentos, votaré por Dennis Kucinich que ha luchado contra esta guerra desde el principio. Usted pudiera decir que Kucinich no va a ganar. Bien, nosotros tenemos una oportunidad para restablecer la credibilidad de la democracia de acuerdo con como la concibe el mundo en general.
Nosotros podemos destituir a nuestro actual presidente. Podemos escoger al próximo presidente. Usted y yo, el granjero en Wisconsin, los muchachos de Google, y Bill Gates.
Depende de nosotros escoger. ¡¿Por qué no lo hacemos?!
Comentarios en la reunión celebrada en el ayuntamiento por la congresista Barbara Lee, el 24 de marzo con motivo del cuarto aniversario de la invasión a Iraq.
(Fragmentos. Publicado originalmente por Hu-ffington Post, el 24 de marzo de 2007. Traducido por Cubadebate.)