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Mensajes de alerta para Trump

Los resultados electorales del pasado martes cuestionan el liderazgo del Presidente estadounidense, pero su agresiva política exterior
sigue con las manos sueltas. Una Doctrina Monroe «reconfigurada»

Autor:

Marina Menéndez Quintero

NO podrá decirse que la semana que acaba de concluir ha sido buena para el ejecutivo de Estados Unidos. Pero tampoco demasiado mala.

Los traspiés en las elecciones para gobernadores y autoridades locales del pasado martes tuvieron seguimiento en las protestas que esa noche se vieron en Washington, con consignas como: «Que se largue Trump», y que incluyeron el rechazo a su política antinmigrante, mientras el Tribunal Supremo de Justicia cuestionaba su guerra arancelaria, algo que ya rechazó el Senado y está pendiente de debate en la Cámara de Representantes.

Como consecuencia, un despacho de Reuters notificaba el jueves último que la mayoría de las principales monedas de América Latina subían en un escenario de retroceso global del dólar, y dudas sobre la legalidad de los aranceles impuestos por el Presidente.

Sin embargo, un proyecto de resolución introducido por legisladores demócratas en el Senado para frenar la posibilidad de un ataque militar inconsulto contra Venezuela, fue rechazado por apenas dos votos de diferencia el jueves. 

Ello sigue dejando las manos libres a la administración republicana para una medida de fuerza contra la nación bolivariana ampliamente rechazada en la región y, como se ve, por sectores políticos estadounidenses, ante lo que sería otra burla a los principios del Derecho Internacional que soliviantaría la paz declarada por América Latina y el Caribe, ya en juego.

Voces dentro y fuera de Estados Unidos denuncian el despliegue naval estadounidense en aguas caribeñas con la excusa de combatir el narcotráfico, pero prosiguen, impunes, los bombardeos —ahora también en el Pacífico— a lanchas acusadas sin pruebas de transportar drogas: un escalón superior en su agresividad e ilegalidad de la ya injerencista «guerra contra el narcotráfico» iniciada desde los tiempos de Richard Nixon, y ahora declarada narco-terrorismo por Trump-

Los ataques sumarían ampliamente más de una decena, y los muertos, considerados por muchos como víctimas de ejecuciones extrajudiciales, alcanzan la cifra de cerca de 70 personas.

Incluso, el presidente francés, Enmanuel Macron, de visita a fines de esta semana en México, se vio precisado a opinar sobre el asunto en rueda de prensa, conminado por la pregunta de un reportero.

«Con respecto a algunos bombardeos norteamericanos, no hago ficción. Solamente voy a decir que Francia respeta la soberanía de todo Estado y que la lucha contra los narcotraficantes nos une a todos, como ya lo dijimos con la señora Presidenta», declaró.

UN MENSAJE QUE DEBE SER ESCUCHADO

Entre otros triunfos del Partido Demócrata, sus victorias del pasado martes en la escogencia de gobernadores para los estados de Virginia, Nueva Jersey y Nueva York, han sido consideradas clave y estratégicas, y significaron un fuerte cuestionamiento a la política trumpista a menos de un año de su nuevo mandato, sobre todo en el plano económico, aunque también se consideró de peso en la votación que el Gobierno esté cerrado desde fines de octubre por falta de acuerdo entre republicanos y demócratas acerca del presupuesto, lo que ha provocado la suspensión de operaciones «no esenciales», entre otras secuelas lesivas para una parte de la población.

Ello resulta consecuente con los resultados de algunos estudios de opinión previos. Según encuestas, la situación financiera propia preocupa al 85 por ciento de los estadounidenses, reporte coherente con sondeos que registrarton que la gestión del magnate
inmobiliario solo cuenta con el respaldo del 37 por ciento de los ciudadanos.

Pero más inquietudes pudieron influir. Otro sondeo, este realizado por ABC News, The Washington Post e Ipsos, mostraron que una amplia mayoría de los más de
2 000 ciudadanos encuestados pensaban que el país estaba «muy seriamente desviado del camino correcto».

Tan calamitosas han sido las noticias recientes sobre la aceptación de Trump que, incluso, su antecesor, Joe Biden, fuera del escenario público desde que se viera precisado a renunciar a la candidatura de su partido en las presidenciales pasadas, se entusiasmó a echar leña al fuego durante un discurso en un evento de su Partido Demócrata.

«El pueblo estadounidense está enviando un mensaje a Trump y a sus seguidores», consideró luego de acusar al mandatario de socavar la democracia.

Algunos opinan que los resultados del martes último frenarían la agenda ultraconservadora de Trump.

Puede que la alerta mayor resultara la victoria en Nueva York de Zohran Mamdani, un joven de 34 años calificado como socialdemócrata y nacido en Kampala, donde vivió hasta los cinco años, de ascendencia musulmana, con padres de antecedentes indios y asambleísta estatal por Queens, en el estado más poblado de Estados Unidos.

El que será primer alcalde en la Unión con tales precedentes hizo estallar en júbilo los sentimientos de sus votantes luego de conocer su triunfo, con un discurso que habría sido considerado subversivo de no haberse pronunciado por el alcalde electo.

Mamdani reivindicó a los inmigrantes, a los transexuales, a las mujeres negras y a los funcionarios despedidos, a las madres solteras «y cualquier otra persona que se encuentre contra la pared», con inclusión de los judíos «que no vacilen en la lucha contra el flagelo del antisemitismo», y del más de un millón de musulmanes «que saben que pertenecen a Nueva York».

Según reportes, Trump ya ha amenazado repetidamente con cortar los fondos federales a Nueva York e, incluso, tomar el control, si Mamdani ganaba.

EN BUSCA DE LA «SEGURIDAD HEMISFÉRICA»

Pese a los tragos amargos en casa, la agresiva política trumpista en este hemisferio se mantiene intacta, impulsada por el secretario del Departamento de Estado, Marco Rubio.

Los afanes supuestamente «pacificadores» con que Trump ha pretendido «mediar» en el conflicto Rusia-Ucrania o, incluso, su plan para un adoptado pero incumplido alto el fuego en Gaza, palidecen ante la política violentamente injerencista que acomete en América Latina y el Caribe tras el tamiz de la lucha contra el narcotráfico —que ahora denominan «Organización Terrorista Designada»—, y luego de años durante los cuales se señaló a distintas administraciones estadounidenses no tener una estrategia activa para la región, y la pérdida de influencia en ella.

Mientras el jefe de la Casa Blanca trata de remediar algunos aranceles que le han costado caro al país como los impuestos a China —con cuyo presidente, Xi Jinping, se reunió Trump durante su reciente gira asiática, en la que se adoptaron importantes acuerdos—, su política de presiones y amenazas de intervenciones militares al sur de su país se incrementan.

Aunque fue derrotado en el Senado el proyecto de resolución que pretendía atar las manos al ejecutivo contra una posible intervención militar en Venezuela sin la autorización del legislativo como prevé la Resolución de Poderes de Guerra de 1973, la presentación del texto por dos senadores demócratas y un republicano, y los 49 votos obtenidos frente a los 51 que lo detuvieron, expresan rechazo a la posibilidad de una acción de esa naturaleza.

Ya había vencido el plazo de 60 días que otorga esa legislación para acciones bélicas, a partir de la notificación realizada por Trump al Congreso el día 4 de septiembre, cuando dio cuenta del primer ataque a una lancha que supuestamente estaría transportando drogas a EE. UU.

Desde entonces, no solo se ha reforzado la presencia bélica de gran poder en aguas caribeñas; los ataques se extienden al Pacífico, y lo que es más alarmante: Trump ha anunciado incursiones bélicas terrestres «tras los cárteles», y autorizado a la CIA para acometer acciones que ya no serán encubiertas.

Un interesante y reciente estudio del Henry L. Stimson Center, citado por el sitio Misión Verdad como uno de los centros de pensamiento más influyentes en materia de seguridad y estrategia en Washington, advierte que cualquier escalada militar dejaría a EE. UU.
en una posición más débil, aislada y vulnerable en los tres escenarios presumibles: mantener las acciones en el Caribe, extenderlas al territorio venezolano o apostar por un cambio de gobierno.

Con base en ese y otros informes, Misión Verdad estima que se está formando un «eje operativo entre la CIA y el Pentágono en el marco de una Doctrina Monroe reconfigurada», y que la política de fuerza de Washington en el Caribe responde a «una estrategia estructural de control hemisférico».

Esperemos que Trump ponga oídos a tantas advertencias.

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