El Departamento de Estado ha informado que EE. UU. vendió al menos 318 000 millones de dólares en armas a países extranjeros el año recién transcurrido Autor: Juventud Rebelde Publicado: 27/01/2025 | 06:06 pm
PARA unos sí, para otros no. La selectividad estadounidense es notable y, por supuesto, juega con sus intereses económicos, políticos y militares, una característica que se acrecienta ahora con el presidente a cargo del imperio, y hay datos con los cuales reinicia su administración bajo la premisa MAGA (Hacer a EE. UU. grande de nuevo) que le facilitan el negocio.
El Departamento de Estado ha informado que EE. UU. vendió al menos 318 000 millones de dólares en armas a países extranjeros el año recién transcurrido. Un negocio con cifra récord que incluyen más de 20 000 millones de dólares en armas pagadas como parte de la ayuda militar estadounidense.
«El valor total de los artículos y servicios de defensa transferidos y las actividades de cooperación en materia de seguridad realizadas en el marco del sistema de Ventas Militares al Extranjero fue de 117 900 millones de dólares», dijo el reporte que suma otros acuerdos negociados, concretamente «para las autorizaciones de Ventas Comerciales Directas (DCS) contratadas de forma privada para el año fiscal 2024 (que) fue de 200 800 millones de dólares».
En el primer acápite, el aumento respecto a 2023 fue de 45,7 por ciento que fue descrito así: «Se trata del total anual más alto de ventas y asistencia prestada a nuestros aliados y socios»; en cuanto a las ventas directas reconocen «un aumento del 27,5 por ciento, frente a los 157 500 millones de dólares del año fiscal 2023».
Está claro que las guerras propiciadas y financiadas por el presidente saliente Joseph Biden con su socio Israel y la de Ucrania han dado sus frutos podridos y estimularon que otros no involucrados de forma directa en los conflictos armados, también se equipen.
Como informa Libertarian Institute, «la mayoría de las ventas de armas se destinaron a aliados y socios de Estados Unidos en Europa, Oriente Medio o Asia Oriental». El adversario asiático que Washington tiene catalogado como «enemigo principal» es China con su poderío económico y tecnológico creciente, que aceleradamente parece destinada a bajar a EE. UU. a un segundo lugar en el mundo.
Si las guerras actuales —como es el caso del brutal aniquilamiento a que Israel somete al pueblo palestino y sus pretensiones de expandirse a otras naciones vecinas del Oriente Medio— no llegan a concretarse en los campos de batalla, no es óbice para que miles de millones de dólares se malgasten en las armas.
El viernes, el Departamento de Estado anunció que congelaba los fondos para casi todos sus programas de ayuda exterior, pero repetimos, hizo excepciones para la ayuda militar a Israel y Egipto. El presidente mismísimo Donald Trump, violando su promesa de que terminaría con esa guerra, anunció que ha levantado la suspensión al suministro de unas 1 800 bombas pesadas norteamericanas (superior a 900 kilos de peso) a Israel que había sido impuesto por Biden en mayo de 2024.
«Gracias Presidente Trump por cumplir su promesa de dar a Israel las herramientas que necesita para defenderse, enfrentarse a nuestros enemigos comunes y asegurar un futuro de paz y prosperidad», escribió el genocida criminal de guerra Benjamin Netanyahu en su cuenta en X. La farsa del presidente de los oligarcas se va develando.
Y aunque no se mencionó a Ucrania en la orden del Departamento de Estado, el Pentágono aclaró: «La asistencia en materia de seguridad a Ucrania no está sujeta a las restricciones de la reciente orden de asistencia exterior, ya que sólo se aplica a programas de desarrollo, no a apoyo militar». El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, hizo similar comentario.
Sin embargo, el corte de esos dineros afectan «a proyectos financiados por Estados Unidos sobre salud, educación, desarrollo, capacitación laboral, lucha contra la corrupción, seguridad y otros en varias partes del mundo», decía Los Angeles Times. La directora Oxfam America, Abby Maxman, citada por el diario angelino, con breves palabras señalaba la significación de la medida: «podría tener consecuencias de vida o muerte» para niños y familias en todo el mundo.
«Al suspender la asistencia al desarrollo extranjero, el gobierno de Trump está amenazando las vidas y futuros de comunidades en crisis, y abandonando la añeja postura bipartidista de Estados Unidos hacia la asistencia extranjera que apoya a las personas basándose en la necesidad, independientemente de la política», dijo Maxman en un comunicado.
Marco Rubio, el secretario de Estado, se ha otorgado 90 días de este congelamiento para revisar el tema y asegurarse de que esté «alineada con la agenda de política exterior del presidente Trump». Luego hará recomendaciones. No piense que habrá muchos cambios en cuanto a que esos fondos seguirán empleándose no para la ayuda humanitaria a los más vulnerables, sino para apuntalar la seguridad nacional, las inversiones, los intereses comerciales y la política de Estados Unidos.