Fidel en Angola. Autor: Archivo Publicado: 19/08/2023 | 11:32 pm
Ningún país en el mundo ha asumido su deuda con su raíz africana como Cuba. Ninguno en más de 400 años, cuando inició el genocida comercio de esclavos africanos, ha hecho tanto por esa parte esencial de su sangre y su cultura. Tantísimos son los hombres y mujeres que desde el inicio de la Revolución Cubana han prestado colaboración solidaria en los más diversos rincones de ese continente.
Cientos de miles acudieron con las armas para apoyar o mantener la independencia de muchas de esas naciones; decenas de miles, con su talento, fueron para contribuir en el largo camino de ayudar a salir del subdesarrollo a esa región que es cuna de las civilizaciones, madre del género humano.
Decenas de miles fueron también los niños, adolescentes y jóvenes, muchos de ellos víctimas de masacres racistas, que llegaron a la «isla-hija», donde recibieron abrigo, educación primaria y secundaria, así como formación universitaria. Para ellos, la Mayor de las Antillas se convirtió en «isla-madre». La devoción por Cuba en África es única.
Según explicaba en el pasado mes de mayo el embajador cubano Luis Alberto Amoró Núñez, en entrevista a la revista Resumen Latinoamericano, durante todos estos años, en las escuelas cubanas se han formado más de 30 000 profesionales de esas naciones, y hoy más de 4 000 muchachos cursan estudios en ellas. La cooperación en el campo económico y social tampoco ha cesado. Actualmente, más de 7 000 colaboradores trabajan en África en las más disímiles labores, aunque mayormente lo hacen en el campo de la salud.
Cuba mantiene relaciones con todos los países africanos y en 36 tiene embajadas. En La Habana se asientan 27 sedes diplomáticas de aquella región, lo que convierte a nuestro país en uno de los de América con mayor presencia de esas representaciones.
El apoyo de las naciones africanas a la Resolución contra el bloqueo económico, comercial y financiero que se adopta cada año en la ONU es masivo, y por 14 años consecutivos la Unión Africana aprueba en su seno una Resolución propia que exige el fin de esa política,.
Cuba es país observador en la Unión Africana (UA), la sucesora de la Organización de la Unidad Africana, creada el 25 de mayo de 1963. Uno de sus principios fundacionales fue apoyar la lucha contra el colonialismo y contra el apartheid, dos objetivos supremos en los que el papel de la Mayor de las Antillas ha resultado muy importante.
La UA tiene a su diáspora como una comunidad de «gentes de origen africano que viven por fuera del continente, independientemente de su ciudadanía y nacionalidad, quienes están dispuestos a contribuir al desarrollo del continente y a la construcción de la Unión Africana». A esta comunidad la definen como la Sexta Región, y a Cuba se la tiene como parte especial de esta, lo cual significa un reconocimiento invaluable a nuestro país.
Los intercambios de delegaciones políticas y diplomáticas
entre ambas partes son permanentes y fluidos. El alto nivel de las relaciones políticas, sin embargo, no se refleja de igual manera en lo económico.
Exceptuando los servicios, en los últimos diez años, por ejemplo, el intercambio comercial de mercancías ha tendido al estancamiento o la caída, según confirman las series del Anuario Estadístico de Cuba. No obstante, es intención de La Habana y también de muchos gobiernos africanos alentar las relaciones en el campo económico.
Fidel en África, África en Fidel
Decisivo fue el aporte de Cuba para la descolonización en África y el fin del apartheid. De entre todos los cubanos, sobresale un nombre: Fidel Castro Ruz.
De él, Nelson Mandela diría, en la conferencia de prensa conjunta que dio con el presidente Bill Clinton, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, el 27 de marzo de 1998:
«Fidel Castro es uno de mis grandes amigos. Me siento orgulloso de encontrarme entre aquellos que apoyan el derecho de los cubanos a elegir su propio destino. Las sanciones que castigan a los cubanos por haber elegido la autodeterminación se oponen al orden mundial que queremos instaurar. Los cubanos nos facilitaron tanto recursos como instrucción para luchar y ganar. Soy un hombre leal y jamás olvidaré que en los momentos más sombríos de nuestra patria, en la lucha contra el apartheid, Fidel Castro estuvo a nuestro lado».
El de Mandela, fue un sentimiento que compartieron todos los líderes progresistas de África, los padres fundadores de su independencia, con los cuales el Comandante en Jefe mantuvo profundos lazos de hermandad desde inicios de los años 60, los que se forjaron en el ideario y el hacer, en la lucha y el sacrificio.
El 12 de diciembre de 2005, en el acto conmemorativo por el aniversario 30 de la Misión Militar Cubana en Angola y el aniversario 49 del desembarco del Granma, Día de las FAR, Fidel meditaba sobre algunos momentos esenciales de la solidaridad de Cuba con aquellos pueblos, de la cual también es icónica y mítica la presencia del Che en el Congo.
«Ya en 1961 —narraba Fidel—, cuando el pueblo de Argelia
libraba una asombrosa lucha por su independencia, un barco cubano llevó armas a los heroicos patriotas argelinos y a su regreso traía un centenar de niños huérfanos y heridos de guerra. Dos años más tarde, cuando Argelia alcanzó la independencia, esta se vio amenazada por una agresión exterior que despojaba al desangrado país de importantes recursos naturales. Por primera vez tropas cubanas cruzaron el océano y, sin pedirle permiso a nadie, acudieron al llamado del pueblo hermano.
«También por aquellos días, cuando el imperialismo arrebató al país la mitad de sus médicos dejándonos solo 3 000, varias decenas de médicos cubanos fueron enviados a Argelia para ayudar a su pueblo. Se iniciaba de ese modo (...) lo que hoy constituye la más extraordinaria colaboración médica con los pueblos del Tercer Mundo que ha conocido la humanidad.
«En ese contexto —añadía el líder cubano— comenzó, a partir del año 1965, nuestra colaboración con la lucha independentista en Angola y Guinea Bissau, que consistió esencialmente en la preparación de cuadros, envío de instructores y ayuda material».
Y agregaba más adelante, a propósito de la Revolución de los Claveles (1974) y el inicio de la desintegración del imperio portugués: «Guinea Bissau logró la independencia en septiembre de 1974; allí alrededor de sesenta internacionalistas cubanos, entre ellos una decena de médicos, habían permanecido junto a las guerrillas diez años, desde 1964. Mozambique, tras dura lucha de su pueblo bajo la dirección del Frelimo y su líder, el inolvidable hermano y compañero Samora Machel, alcanzó su definitiva independencia a mediados de 1975, y en julio de ese mismo año, Cabo Verde y Sao Tomé lograron igualmente ese objetivo».
«En el caso de Angola, la más extensa y rica de las colonias portuguesas, la situación sería sumamente distinta», contaba Fidel.