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El billete verde baja en las apuestas

Cada vez más naciones acuden al uso de monedas distintas al dólar: respuesta a la crisis mundial, y otro paso contra la hegemonía

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Vertiginosa, dicen algunos al apuntar la rápida manera en que el uso del dólar es sustituido en las transacciones comerciales y financieras internacionales.

Acuerdos bilaterales y posibles decisiones regionales están marcando un declive del uso del billete verde.

Es, sobre todo, una respuesta a la necesidad de sobrevivencia del Sur o de países fuertes igualmente agredidos por la política exterior estadounidense, como Rusia o China, que no está «sancionada» pero, junto a Moscú, se yergue como otro polo de poder alternativo al de Washington, basado en imposiciones y condicionamientos quiere manejar a su antojo. Los hilos que mueven al orbe.

Zafarse del dólar es también un paso hacia una mayor independencia. Disminuir su uso en las relaciones comerciales les permite a esas naciones libertad de acción para sortear las cortapisas del injusto orden financiero, económico y comercial —FMI por medio— en un momento de profunda crisis recrudecida por las sanciones contra Moscú.

Los entendidos apuntan que la desdolarización es un fenómeno que ya se venía verificando desde hace décadas. Mas, en los meses recientes ha tomado insoslayable impulso, aguzada por la caída pronosticada del PIB mundial, el sostenido incremento de la inflación y la nueva crisis del pago de la deuda externa que se avecina.

La necesidad de sobrevivir para países con las arcas vacías de dólares constituye argumento para las posiciones que se adoptan. Y esas medidas empujan a su vez el declive, lento aunque inexorable, de la unipolaridad.

Un desafío como este, a los instrumentos de dominación que dejaron los Acuerdos de Bretton Woods, no se había visto hasta hoy con tanta fuerza. 

No obstante, el proceso hacia la desdolarización que se verifica tiene su peso. Así lo ha reconocido el exmandatario de EE.UU. y candidato nuevamente a la presidencia, Donald Trump, quien en medio de la propaganda electorera frente a Joseph Biden, aspirante a la releección, se ha manifestado preocupado no solo por las repercusiones financieras del fenómeno, sino por sus consecuencias políticas.

«El mundo que nos rodea se está derrumbando, podemos incluso perder el estándar del dólar en todo el mundo. Y si perdemos el patrón dólar, sería como perder una guerra. En muchos sentidos es incluso peor que perder una guerra», ha reconocido el magnate inmobiliario.

Los expertos señalan que la hegemonía del dólar no solo constituye un privilegio, sino, además, una asimetría de poder a favor de la economía estadounidense.

Oxígeno y geoestrategia

Una de las noticias más recientes en este ámbito ha sido la puesta en vigor por Argentina de un acuerdo existente previamente con China para realizar transacciones comerciales entre ambos, en yuanes.

Según afirmó el ministro de Economía argentino, Sergio Massa, su país abonaría en la moneda china importaciones equivalentes a 1 040 millones de dólares durante el ya concluido mes de abril y 790 millones en mayo.

Ello, reconoció, «deja de pesar sobre el flujo de salida» de dólares, con lo que «mejora la perspectiva de reservas netas» para el país y se le otorga capacidad de maniobra.

Si para algún país puede resultar trascendente un acuerdo así es, precisamente, para la nación austral, endeudada hasta los tuétanos con el Fondo Monetario Internacional; cumpliendo a duras penas una reprogramación de pagos que ha dividido al país y abierto grietas en el gubernamental Frente de Todos, y víctima ahora de una sequía que ha terminado de apretar la soga alrededor de su cuello, justo cuando faltan pocos meses para una nueva elección presidencial.

Seguramente menos desesperada, y tal vez pensada con un sentido más geoestratégico, fue la decisión adoptada por el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, durante su reciente estancia en Beijing.

Entre los 15 convenios suscritos con su homólogo Xi Jinping se encuentra el que estipula la realización de intercambios comerciales en las respectivas monedas nacionales, medida considerada por analistas como «ayuda» para catalizar los cambios financieros necesarios a una nueva geopolítica.

En ese sentido se ubica la invitación lanzada por Brasil a adoptar una moneda regional en Latinoamérica, algo que ha conversado con su colega argentino Alberto Fernández, y que tendría antecedentes en el Sucre (Sistema Único de Compensación Regional): el proyecto que abrazaron los gobiernos del Alba en 2009 para facilitar el comercio entre sus naciones prescindiendo del dólar, y como antecedente hacia una moneda común.

Hugo Chávez, uno de sus impulsores, consideró la iniciativa en su momento como «un paso hacia nuestra soberanía monetaria para liberarnos de la dictadura del dólar, que el imperio yanqui le impuso al mundo».

Del yuan al Brics

Otras naciones han acordado en las últimas semanas prescindir del uso del dólar en determinadas transacciones comerciales como la India, Bangladesh, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Egipto, países que han acordado el uso de las monedas locales en esos intercambios.

Aunque no puede decirse que se erija como una moneda alternativa, lo cierto es que la «gripe antidólar» y la política económica y financiera china están beneficiando al yuan, en tanto Beijing refuerza su soberanía financiera.

Según reportó la consultora financiera Bloomberg citando a fuentes de la Administración de Divisas de Estados Unidos, la participación de la moneda china en los pagos y recibos transfronterizos de ese país aumentó hasta un 48 por ciento en marzo; es decir, que casi la mitad del comercio de China se realiza ya en su moneda.

Pero, además, se ha incrementado el impacto del yuan en el mundo.  

«La internacionalización del yuan se está acelerando a medida que otros países buscan una moneda de pago alternativa para diversificar los riesgos, y la credibilidad de la Reserva Federal no es tan buena como antes», reconoció un economista del DBS Bank, con lo que tocó también otra punta del fenómeno: la creciente falta de confianza en el dólar.

Pero dejó sentado que prescindir totalmente del billete verde podría ser un largo camino, y que «la participación del yuan en los pagos globales podría ser siempre pequeña».

Si una nación debe apostar a una moneda alternativa al dólar es la sancionada Rusia, cuya economía ha sorteado las medidas punitivas en su contra, en tanto ha fortalecido el rublo. A su presidente, Vladimir Putin, se le adjudican declaraciones relacionadas con el propósito de promover también el uso del yuan como moneda de pago en el comercio de su país con Asia, África y América.

Un grupo del que se esperan pasos importantes que contribuirán a la desdolarización es el que conforman, precisamente, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y al que han pedido su entrada formalmente 13 naciones en tanto otras seis han manifestado ese propósito. Se espera que su próxima cita cumbre, en agosto, el Brics dé a conocer acuerdos importantes.

Se comenta con fuerza que el grupo podría iniciar el proceso hacia la adopción de una moneda única, lo que también supondría poner en circulación otro medio de pago distinto al dólar.

Según el vicepresidente de la Duma Estatal rusa, Alexánder Babakov, esa moneda estaría respaldada no solo por el oro, sino también por recursos reales, como la tierra y los metales de las tierras raras. «Hay recursos», remarcó.

La titularidad de la expresidenta brasileña Dilma Rousseff al frente del llamado Nuevo Banco de Desarrollo del Brics, y la cercanía de su pensamiento geoestratégico con el de su mentor, Lula, se une a las potencialidades de la institución para significar una esperanza de alterabilidad al hegemonismo estadounidense.

El Banco del Brics posee fondos que, se afirma, superan los del Grupo de los Siete y casi igualan los del Banco Mundial, y se ha hablado que podría socorrer a los países emergentes altamente endeudados, lo que significaría, de paso, brindar salidas a las recetas inamovibles del Fondo Monetario Internacional.

El mundo del dólar no se ha muerto, pero se erosiona.

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