MOSCÚ, diciembre 7.— Los presidentes Vladimir Putin, de Rusia, y Joe Biden, de Estados Unidos, sostuvieron su esperada videoconferencia de dos horas, en conexión cerrada, desde su residencia en Sochi, el primero, y la sala de situación de la Casa Blanca, el segundo.
La prensa solo pudo ver los intercambios protocolares previos al diálogo. El sitio ruso Sputnik refiere que, antes de iniciar la conversación formal, Biden dijo alegrarse de ver a Putin y lamentó que no pudieran reunirse durante la cumbre del Grupo de los Veinte (G20), en octubre. El mandatario estadounidense expresó su esperanza de que la próxima conversación con su par eslavo sea en persona.
En vísperas de la charla, Estados Unidos había asegurado que Biden expresaría a Putin su preocupación por el aumento de tropas rusas cerca de la frontera con Ucrania. En tanto, el Kremlin esperaba un diálogo extenso y detallado de los dos líderes, basado en el respeto mutuo.
La cumbre virtual de ambos de este 7 de diciembre fue su cuarto coloquio telefónico desde que Biden asumiera el cargo presidencial.
El 16 de junio de 2021, los dos líderes mantuvieron su, hasta ahora, única reunión en la ciudad suiza de Ginebra, que contribuyó a la vuelta de los embajadores de una y otra parte —que habían regresado a sus capitales—, a sus puestos de trabajo. Ese encuentro relanzó el diálogo bilateral sobre la estabilidad estratégica.
Vísperas del diálogo de este martes, el Kremlin era cauto sobre el resultado: «No se debe esperar avances en esta conversación. Es una conversación de trabajo en un período muy difícil, que se está desarrollando», dijo Dmitri Peskov, portavoz de la Presidencia rusa.
Sobre la postura de Putin, el vocero afirmó: «No tengo dudas de que nuestro presidente estará listo para expresar sus preocupaciones a su colega estadounidense, escuchar sus preocupaciones y darle una explicación adecuada».
El canciller ruso, Serguei Lavrov, declaró a la prensa en la antesala del diálogo que los rusos, «por supuesto, expondremos muy claramente nuestros enfoques sobre el arreglo ucraniano, sobre la necesidad de obligar al régimen de Kiev a cumplir con sus compromisos definidos explícitamente y negro sobre blanco en el conjunto de medidas de Minsk».
Moscú ha rechazado las acusaciones de que planea agredir a Ucrania. Por el contrario, según el Kremlin, las declaraciones sobre una presunta agresión rusa se utilizan como pretexto para colocar más equipo militar de la OTAN cerca de las fronteras rusas.