La víspera, los talibanes celebraron en Kabul con una parada de la victoria en la que desfilaron con el armamento estadounidense ocupado. Autor: CNN Publicado: 02/09/2021 | 06:04 pm
Las fuerzas talibanes y los combatientes leales al líder local Ahmad Massoud lucharon en el valle de Panjshir en Afganistán el jueves, más de dos semanas después de que la milicia islamista tomara el poder, mientras los líderes talibanes en la capital, Kabul, trabajaban para formar un gobierno.
Panjshir es la última provincia que se resiste al gobierno de los talibanes, cuyo derrocamiento del gobierno respaldado por Occidente, cuando las tropas estadounidenses y otras tropas extranjeras se retiraron después de 20 años, ha dejado al país en el caos, dijo Reuters.
«Comenzamos las operaciones después de que fracasaron las negociaciones con el grupo armado local», dijo el portavoz talibán Zabihullah Mujahid.
Los combatientes talibanes habían entrado en Panjshir y habían tomado el control de algunos territorios, agregó. «Ellos sufrieron grandes pérdidas», dijo.
Pero un portavoz del grupo rebelde Frente De Resistencia Nacional de Afganistán (NRFA) dijo que tenía el control total de todos los pasos y entradas y que había rechazado los esfuerzos talibanes para tomar el distrito de Shotul, en la provincia de Parwan.
Desde que los talibanes llegaron a Kabul el 15 de agosto, varios miles de combatientes de las milicias locales y restos de las fuerzas armadas del gobierno se han manifestado en Panjshir bajo el liderazgo de Massoud, hijo de un ex comandante muyahidín.
Han estado resistiendo en el valle escarpado donde los ataques desde el exterior son difíciles. Los esfuerzos para negociar un acuerdo parecen haberse roto, y cada parte culpa a la otra por el fracaso, mientras los talibanes se preparaban para anunciar un nuevo gobierno.
Los talibanes impusieron una forma radical de sharia, o ley islámica, cuando gobernaron de 1996 a 2001, pero esta vez han tratado de presentar una cara más moderada al mundo, prometiendo proteger los derechos humanos y abstenerse de represalias contra viejos enemigos.
Estados Unidos, la Unión Europea y otros han puesto en duda tales garantías, diciendo que el reconocimiento formal del nuevo gobierno —y la ayuda económica que se derivaría de eso— depende de la acción.
Según Reuters la legitimidad del gobierno a los ojos de los donantes e inversores internacionales será crucial para la economía mientras el país lucha contra la sequía y los estragos de un conflicto de 20 años.