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Ya están «haciendo músculo» las legislativas de Venezuela

El segundo simulacro electoral de este domingo afina la técnica… y moldea la política rumbo al 6D 

 

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Las acostumbradas auditorías a las máquinas de votación y los simulacros que habitualmente adiestran a los electores, parecen esta vez más importantes en Venezuela: las elecciones legislativas del 6 de diciembre están impugnadas desde «antes de ser» por Estados Unidos y la Unión Europea, y la oposición interna «dura» no solo no participa, sino que llama a la abstención y se propone una ilegal consulta paralela.

En desafío a esas pretensiones, miles de venezolanos hicieron cola para «ensayar» durante el primer simulacro electoral del pasado 25 de octubre. Se espera que hoy, cuando tiene lugar el segundo «ejercicio de calentamiento» con vista al sufragio, el electorado ofrezca una muestra similar de participación que, desde ya, tiene el significado político de acallar a los cuestionadores, más allá de su adiestramiento técnico.

Como cada uno de los 24 torneos electorales que han tenido lugar en Venezuela desde la llegada de Hugo Chávez al poder, el encuentro con las urnas del 6D debe ser, ante todo, la relegitimación de un proceso político y social agredido desde el exterior por distintos flancos.

Esa relegitimación la dará, per se, la participación del electorado; luego, será importante ver cómo queda la composición de un legislativo que aumenta sus curules de 167 a 277, y al que han presentado más de 14 000 candidatos un centenar de organizaciones, lo que propiciará un legislativo más variopinto y representativo, donde debe haber también más debate y menos hegemonismo.

Además, contar con una Asamblea Nacional que legisle después de cuatro años de un parlamento inhabilitado por la desobediencia a las normas que lo colocaron «en desacato», terminará por completar un cuadro institucional imprescindible para desarticular el discurso que, tomando como argumento ese presunto atentado a la democracia, ha usado al mismo legislativo inhabilitado y de mayoría opositora, para hacer aprobar las medidas punitivas y de agresión que castigan a Venezuela.   

El contexto económico y social —que no político— es también ahora más grave que ante otras jornadas electorales. Se han incrementado las medidas económicas y financieras de presión que implementa EE. UU. desde que Barack Obama declaró a Venezuela como un peligro para la seguridad nacional estadounidense en el año 2015, y las consecuencias se han sedimentado y se acumulan, finalmente, sobre una ciudadanía que, pese a todo, ha sabido ver hasta hoy dónde está la causa de sus males, como lo demuestra el respaldo que la mayoría sigue dando al ejecutivo de Nicolás Maduro.

La esperada proclamación oficial de Joe Biden como nuevo titular de la Casa Blanca podría significar un respiro frente a la agresividad de un Donald Trump que pretendió desangrar a Cuba y Venezuela para ganar —como los ganó— los votos mayoritarios de Florida, pero a quien ese estado —y esa será su penitencia— no aseguró la relección. Sin embargo, tal respiro para los venezolanos no permite avizorar el levantamiento, del que Biden no ha hablado, del brutal asedio contra Caracas.

Mucha presión

La división de la derecha, una estrategia unitaria y de alianzas de parte del PSUV y el auspicio a la amplia presentación de candidatos de fuerzas minoritarias caracterizan estas elecciones que, frente al cuestionamiento de los sectores duros que las desconocen y no asisten, cuentan con el aval de la llamada «derecha democrática», cuyos exponentes repelen la actitud entreguista y saboteadora de sus paisanos y tienen aspirantes en las boletas.

No han faltado castigos desde Washington para los ejecutores de tal acto de desobediencia. Opositores derechistas conocidos que respaldan el proceso electoral como Claudio Fermín, del partido Soluciones para el Cambio, y quien estuvo también en las negociaciones con el Gobierno del año pasado, han sido sancionados por lo que el Departamento del Tesoro consideró «facilitar los esfuerzos» para «manipular» las parlamentarias, comentó hace algunas semanas el sitio digital Misión Verdad.

Según opina el Tesoro, Fermín y quienes le acompañan son «figuras clave» en el plan para «poner el control de partidos de oposición en manos de políticos afiliados al régimen de Nicolás Maduro, socavando cualquier desafío creíble de la oposición a dicho régimen».

La confesión exhibe dónde les duele…

Se ha dicho que a algunos miembros «desertores» de los partidos derechistas radicales agrupados en el llamado G4 (conformado por Voluntad Popular, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia) no les ha quedado de otra que postularse bajo las banderas de partidos pequeños.

Henrique Capriles Radonski, excandidato presidencial que compitió en las presidencias de 2012 frente a Hugo Chávez, y a quien analistas consideraban como figura capaz de aglutinar a la oposición democrática pues había manifestado su respaldo a los comicios, se ha desafiliado de esa postura al decir, después, que no hay condiciones para las legislativas, tal vez conminado por las presiones.

Con el también opositor Leopoldo López, prófugo de la justicia venezolana en España luego de largo refugio en la Embajada de ese país en Caracas, Juan Guaidó, el rostro escogido en su momento por EE. UU. para visibilizar «la alternancia» a Maduro, se ve cada vez no únicamente más débil, sino más solo.

Otra consulta

Como cuando el referendo de 2017 que derrotaron algunas semanas después los más de ocho millones de votos emitidos a favor de la Asamblea Nacional Constituyente, Guaidó promueve ahora otra consulta, con la cual planea seguir saboteando estos comicios.

El venido a menos «presidente interino» está convocando a un plebiscito cuestionado, incluso, por personajes más a su derecha como la opositora María Corina Machado y, según él, se realizará por vía digital y presencial desde un día antes de las legislativas hasta el 12, cuando está convocando a salir a las calles para rechazar lo que llama «el fraude». 

Tales pretensiones buscan una demostración de fuerza que tratará de sembrar caos e inestabilidad, a modo de empañar el ejercicio electoral del 6D, y seguir creando argumentos para la agresión externa… Veremos dónde hay más músculo.

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