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Todos no sonaron igual en Lima

La postura indoblegable de Cuba, junto a Bolivia, destacó en la plenaria de la 8va. Cumbre de las Américas: un concierto a ratos monocorde que, sin embargo, no siempre siguió la partitura de Washington y su instrumento, la OEA

 

Autor:

Marina Menéndez Quintero

LIMA, Perú.— La firme posición cubana marcó la diferencia en la plenaria de la Cumbre de las Américas, una cita donde, como en tantas otras, los documentos llegaron ya cocidos por los altos funcionarios sin aguardar los debates de los dignatarios (porque faltaron muchos presidentes), apenas hubo debate, y fueron visibles «las costuras del traje».

Sí, porque si bien la Gobernabilidad frente a la corrupción, eje temático de la Cumbre, estuvo presente en los discursos de todos los oradores, afloró en no pocas ocasiones el ya sabido propósito de Washington de convertir la cita en parte de su campaña contra Venezuela.

La intervención del enviado de Donald Trump a la reunión, el vicepresidente estadounidense Mike Pence, demostró sin ambages que ese era el objetivo cuando, apenas sin tocar el tema de la corrupción, declaró a la nación bolivariana que sanciona y bloquea como «Estado fallido», responsabilizó al presidente Nicolás Maduro con una alegada «crisis humanitaria» que, dado el caso, se debería a la agresividad de Washington y sus aliados empresariales de la derecha venezolana, y animó a «cada país» a tomar más medidas coercitivas contra Caracas.

Fue el presidente boliviano Evo Morales uno de los oradores que inició el debate y el primero que, con fuerza, se salió del pentagrama previsto por el Imperio y la OEA y condenó las sanciones unilaterales, las amenazas de invasión de EE. UU. a Venezuela, la ausencia del «desinvitado» presidente Maduro, y exigió el fin del bloqueo contra Cuba, así como la devolución a nuestro país del territorio usurpado en Guantánamo.

También lo haría a su turno el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, quien reiteró a Washington su defensa del derecho a la libre determinación de Venezuela, reiteró la solidaridad de Cuba con la unión cívico-militar en ese país y su Presidente, y alertó el peligro en el hemisferio del retorno al uso de la fuerza, en alusión a la agresividad estadounidense.

Otros oradores evitaron referirse a Venezuela, y hubo quien reprochó que se acusara a alguien en ausencia. Y también estuvieron quienes siguieron la pauta washingtoniana, no solo en lo referente a la nación bolivariana, sino en el enfoque del enfrentamiento a la corrupción.

Mientras la OEA (que no intervino en la plenaria) centra la importancia de combatir la corrupción, básicamente, en la necesidad de salvaguardar el modelo de democracia representativa que quiere imponer Estados Unidos, otros países señalaron la corrupción que se ejerce también por medio del poder transnacional, y denunciaron la manera en que la lucha contra ese mal se politiza contra los modelos y los partidos de izquierda.

Representantes del Caribe también apuntaron que no se trata de establecer una dicotomía entre Gobiernos democráticos y corrupción, pues hay muchos escándalos que testifican que la corrupción florece incluso en bastiones de democracia y gobernabilidad, dijo el representante de San Vicente y las Granadinas, Camilo Gonsalves, quien también dijo que la OEA debería combatir toda forma de corrupción, grande o pequeña.

«La corrupción sistemática generalizada nos afecta en muchas formas…», señaló.

En cuanto a Mike Pence, ni siquiera tocó el tema. No era su prioridad.

La declaración final, nombrada Compromiso de Lima, y de la que se ufanaron los organizadores pues, por primera vez en este foro, delinea posibles acciones, se aprobó por consenso mediante aplausos poco entusiastas cuando el presidente anfitrión, Martín Vizcarra, pidió su aprobación al inicio de la sesión, aun cuando no fue leída ante el plenario.

Llama la atención que el primero de sus puntos sea el compromiso de «fortalecer la gobernabilidad democrática», para lo cual se plasma, entre otros propósitos, el de fortalecer las instituciones «democráticas» para la prevención y el combate a la corrupción, y la promoción de una iniciativa hemisférica para articular esfuerzos.

Otros postulados tienen que ver con la transparencia, incluyendo la que debe existir en el financiamiento de los partidos políticos y las campañas electorales, el fortalecimiento de los mecanismos interamericanos anticorrupción, y la prevención del mal en obras públicas.

Más allá del tema central de la cita, fueron asuntos reiterados en las intervenciones la solidaridad con Ecuador por sus tres periodistas muertos, y la agresión de EE. UU. y algunos de sus aliados de la OTAN a Siria, una situación que lamentablemente fue enfocada muchas veces bajo el prisma de los agresores, quienes justifican sus apetencias en esa nación tras el supuesto del no probado uso de armas químicas por Damasco.

La Cumbre de los Pueblos, donde se escuchó la voz de los latinoamericanos y caribeños, devino en un escenario alternativo y auténtico frente a la cita de las Américas. Foto: Roberto Suárez

Fuera del plenario

Una pincelada que retrató la connivencia de la OEA y miembros del Congreso de Estados Unidos, junto a su administración, en la campaña antivenezolana, la dio la presencia aquí del senador republicano Marco Rubio, quien en una rueda de prensa insistió en su «preocupación» por la insistentemente mencionada «crisis humanitaria» que, supuestamente, vive Venezuela.

El agresivo congresista por Florida no ocultó su sinsabor porque la reunión no aprobara ningún texto de presión sobre la nación bolivariana, y quedó sin contesta cuando un colega de la prensa de la Isla le preguntó, a propósito de la cita hemisférica contra la corrupción, qué le diría a sus electores y si seguiría recibiendo dinero de la Asociación Nacional del Rifle, tan criticada después de la matanza en la escuela de Parkland, y de la que Rubio ha obtenido más de tres millones de dólares.

Habló entonces el aludido de que «las personas que están en desacuerdo con mi posición sobre la Segunda Enmienda tienen el derecho a votar en contra de mí», e intentó torcer el rumbo con la misma cantinela que desde EE. UU. intenta cuestionar la democracia participativa cubana, y la de Venezuela…

Pero no dijo nada del dinero.

¿Y la próxima?

La clásica foto oficial había abierto los debates en el Centro de Convenciones de Lima, donde el presidente Martín Vizcarra volvió a saludar a los participantes a su llegada.

Fue él también quien cerró la reunión, considerada una de las más apagadas de estas cumbres debido no ya a la ausencia de Trump sino de varios presidentes latinoamericanos, y acerca de lo cual invitó a reflexionar un representante caribeño.

Fue una cita cuestionada por la injusta exclusión de uno de los miembros del concierto continental, a la que la ausencia de Donald Trump pudo darle una estocada…

Exclusiones y agresiones se suman al expediente de estas cumbres, cada vez menos americanas...

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