Patrullaje blindado estadounidense en las inmediaciones de Manbij. Autor: AP Publicado: 16/02/2018 | 08:40 pm
En un innegable gesto revanchista, ante los recientes reveses sufridos en Siria, el secretario de Estado Rex Tillerson amenazó este jueves al presidente Bashar al Assad con un ataque militar directo de Estados Unidos.
La agresiva advertencia refleja un incontrolable desespero de Washington ante el giro desfavorable de la evolución de la guerra impuesta al Gobierno sirio hace casi siete años.
Al parecer, los estrategas del Pentágono y los consejeros diplomáticos del presidente Donald Trump apuestan a una exhibición del poderío de la superpotencia, a pesar del riesgo de provocar un incendio de mayores proporciones.
Tillerson inició el domingo una súbita gira por Medio Oriente, tras un choque relámpago entre la fuerza aérea israelí y la defensa coheteril siria, que para sorpresa de Washington les derribó un sofisticado cazabombardero F-16 made in USA.
Una vez más, el exgerente de la petrolera Exxon, escogido por el presidente Donald Trump para implementar su política exterior, esgrimió el gastado pretexto del probable o potencial empleo de armas químicas por Damasco para sofocar a los elementos que intentan derrocar a Al Assad, con el apoyo de la Casa Blanca.
En declaraciones a la cadena CBS News, difundidas este jueves, Tillerson citó a Trump, quien retomó hace poco el argumento del supuesto uso de armas químicas por parte de Siria para justificar el castigo de una implacable acción militar directa.
El belicismo de la administración Trump revela desesperación ante el avance sobre el terreno de las tropas gubernamentales sirias, tras la eliminación o desalojo de las bandas terroristas de extremistas islámicos y mercenarios extranjeros pagados y armados por potencias regionales.
En su entrevista con CBS News, Tillerson también alegó la «especial responsabilidad» de Rusia, como aliado de Siria, para garantizar que «no pueda realizar ataques químicos».
Washington acusa a Moscú de complicidad en un extraño caso de intoxicación reportado el 22 de enero en la localidad de Guta Oriental, controlada por elementos opositores, que nunca fue objeto de una investigación independiente y creíble.
Durante su breve escala en Beirut, como parte de su gira medioriental, Tillerson advirtió este jueves al Líbano que el armamento del Movimiento de la Resistencia Islámica (chiita) Hizbolah, aliado de Siria e Irán, representa un peligro para la seguridad del país.
En pose de buen amigo, el alto funcionario dijo que Estados Unidos está en contacto con Líbano e Israel para asegurar que su frontera permanezca en calma, pero aclaró que Hizbolah (partido político integrante del Gobierno libanés) sigue siendo a los ojos de Washington y su aliado israelí una «organización terrorista».
Israel considera a Hizbolah como la mayor amenaza contra sus fronteras, después que fue incapaz de destruir su potencial en la cruenta agresión contra el Líbano en 2006. Aquella también fue una operación de venganza, después que las acciones militares de Hizbolah lo obligaron en 2000 a una retirada incondicional de las tropas que ocupaban desde 1982 parte del territorio libanés.
El derribo el sábado pasado del F-16 israelí por la defensa antiaérea siria disparó las alarmas en Washington y Tel Aviv, que vio caer por tierra el mito de la impunidad de su aviación militar en los cielos de Siria, gracias al armamento defensivo recibido de Rusia.
Esa sola acción puso sobre el tapete la nueva correlación de fuerzas sobre el mapa del conflicto, que de hecho involucra a toda la región, y en la que salió mejor parada la alianza entre Rusia, Irán, Siria e Hizbolah, con un fuerte impacto político y sicológico a su favor.