La enredada madeja de cables caídos se complicó con el contrato a Whitefish Autor: Internet Publicado: 03/11/2017 | 08:59 pm
TANTO como el crudo apagón puertorriqueño —que todo indica se prolongará más allá de enero— centran la atención en la isla una pequeña firma contratista de Estados Unidos y los 300 millones de dólares que se iba a agenciar por trabajos para reponer la electricidad en algunos —¡solo en algunos!— sectores de la nación boricua.
Que huele a rata y a tomate han dicho algunos para ironizar un acuerdo del que se adivina, detrás, algo sucio… De todo huele si una se guía por los observadores: de todo menos a pescado, a pesar de que la empresa se llama Whitefish.
Tan minúscula es que solo poseía dos trabajadores el día que el huracán María asoló a Puerto Rico, según se ha revelado, y, tan joven que apenas cuenta dos años de experiencia. Pero apunta algún despacho con sorna que a la modesta firma de la ciudad de Montana le sobran las influencias políticas.
No obstante, las espinas son tantas que los tiburones tendrán que soltar…
El espinazo afilado salió afuera con el escándalo desatado hace una semana, cuando se supo del contraste entre la precariedad de la inexperta firma y la jugosa ganancia que se iba a llevar. Mucho más, incluso, que empresas de renombre.
Los cuestionamientos estallaron en Washington y están a la vista: el gobernador puertorriqueño Ricardo Roselló ordenó el miércoles que el contrato fuese anulado.
Pero todo indica que existe reticencia para que se vaya lejos de las costas boricuas este «pescado blanco».
Según reveló el jueves el diario Primera Hora, los trabajadores contratados por la firma (que suman ahora 300 sobre tierra boricua e iban a llegar a 700, pues Whitefish es, esencialmente, una contratista) no se habían ido aún, y no podrán hacerlo hasta dentro de unos días. En cualquier caso, Whitefish se hará ya de 20 millones de dólares de acuerdo con lo hecho hasta hoy.
Según líderes sindicales, los funcionarios de la boricua Agencia de Energía Eléctrica (AEE), que fue quien la contrató, siguen negociando con la empresa a pesar de que esta no ha cumplido con las expectativas, se quejan los gremialistas. También preguntaron con ironía si ahora les pagarán otros 300 millones a Wahitefish para que se vaya, toda vez que finiquitar el contrato puede requerir el abono de cargos.
Las autoridades de la AEE alegan que la compañía debe concluir aún la reparación de varias líneas, y aseguran que ninguna otra quería asumir cuando se firmó el convenio con ella.
Al menos, esta fue la única que rubricó sin pedir adelantos, ha dicho tranquilo el director de la institución, Ricardo Ramos, quien señaló que todo la alharaca alrededor del asunto es «un chisme» de alguien que quería el contrato en Estados Unidos.
Desde el mismo ojo de este otro huracán, donde él se encuentra, el titular de la AEE asevera que verificó la experiencia de la agrupación y al parecer alguna tenía, porque dice le había hecho trabajos nada menos que al federal Departamento de Energía, una de las instancias que investiga ahora los hechos.
El ruido llevó el asunto del Congreso en Washington al FBI y de ahí, de vuelta al subcomité de Energía de la Comisión de Energía y Recursos Naturales de la Cámara de Representantes que, finalmente, examinó el asunto de la oscuridad de Puerto Rico el jueves, en un panel donde participaron representantes del Departamento de Energía y del sector privado.
Lo bueno para el pueblo puertorriqueño en relación con el ruido hecho por Whitefish Energy Holding es que parece haber apurado esa mirada de las autoridades federales de Energía hacia Puerto Rico. Aunque la luz no llega.
En la audiencia se reconoció que la restauración de la electricidad fue mucho más rápida en Florida —cinco días— después del paso de Irma, que en Puerto Rico, donde la trayectoria del huracán María destrozó la red de electricidad —ahora se reconoce era precaria— y un mes después del azote solo un tercio de la población tiene energía.
En virtud de ese reconocimiento, se supone, los funcionarios iniciaron una evaluación para buscar posibles soluciones, a largo plazo, con vista a crear una red eléctrica «resiliente» en Puerto Rico. Algo es algo.
Lo triste es que esas mismas autoridades usaran ahora el contrato de 300 millones para volver a lavarse las manos de responsabilidad en lo relativo a la crisis que emergió con María.
En medio de las reiteradas quejas de los boricuas por la lentitud de la Casa Blanca en responder a las penurias que sigue viviendo hoy el «Estado Libre Asociado», culpar a los puertorriqueños por lo que les sucede —como ha hecho Donald Trump—, desmoralizaría sus justos reclamos.
Resulta que los líderes del citado subcomité, parapetados en el escándalo, manifiestan ahora «preocupación» por la forma en que la AEE —que ya estaba quebrada y con débitos, como todas las instituciones boricuas gracias a la deuda de 70 000 millones de dólares que ahoga al país— manejó la «crisis eléctrica».
La institución, que debió enviar representante a la reunión, estuvo ausente, razón por la cual los líderes del subcomité se viraron para los jefes de FEMA (la Agencia Federal para el Manejo de Desastres) en Puerto Rico, les preguntaron qué sabían de la manera en que se rescindiría el contrato, y solicitaron a su titular que facilite una sesión informativa a los asesores del Comité de Energía, a más tardar, el 15 de noviembre.
FEMA, en voz de su director en San Juan y para todo el Caribe, Alejandro de la Campa, se defendió diciendo que la labor de la dependencia es auditar y verificar que los servicios se brindaron acorde con lo estipulado.
«FEMA no revisa contratos ni los evaluamos o aprobamos», dijo… aunque ahora están revisando el contrato con Whitefish.
Lo podrido
Todavía, sin embargo, hay algo peor y puede explicar el olor a podrido que muchos perciben alrededor del caso.
Se trata de aquellas conexiones políticas de la firma cuestionada y de las influencias que pudieron pesar en el jugoso contrato.
En realidad, hay dos motivos que hacen dudar sobre la honradez del convenio, y levantan suspicacias.
Uno tiene que ver con el Presidente Trump. Indagaciones dadas a conocer por publicaciones como The Daily Beast aseveran que Whitefish está financiada por HBC Investments, firma fundada por Joe Colonnetta, un hombre que desembolsó mucho dinero para la campaña presidencial del mandatario.
Según la publicación, que recabó datos en la Comisión Federal de Elecciones, Colonnetta donó 20 000 dólares al Trump Victory PAC durante las elecciones; 2 700 para la campaña del aspirante republicano de cara a las primarias, y una cantidad similar con vista a las elecciones generales. Eso, sin contar los 30 700 dólares que le dio al Comité Nacional Republicano en el año 2016.
El otro motivo tiene que ver con el excongresista y actual ministro del Interior, Ryan Zinke, quien no solo es natural de Montana como Whitefish, sino que también tiene amistad con el consejero delegado de la compañía, Andy Techmanski, según reveló The Washington Post.
Pero, dijo CNN, los voceros de uno y otro si bien han reconocido esa amistad, niegan que el Secretario mediara para que se le concediera el contrato a su coterráneo.
En medio de ese entuerto una se pregunta cómo la quebrada AEE iba a pagar los 300 millones a Whitefish sin un salvavidas de créditos que la administración Trump aún no ha lanzado —como hizo con el papel sanitario—. Tampoco adoptó medidas para solucionar una situación que autoridades de la isla parece están tratando de resolver como puedan.
…Lo contante y sonante ahora es que la electricidad sigue sin restablecerse en Puerto Rico… y la Whitefish sigue allí.
El gobernador Roselló sin solución al problema.
Los coterráneos de Montana: Ryan Zinke y el presidente ejecutivo se Whitefish, Andrew Techmanski.
Puerto Rico es muy pequeño para quitarle el sueño al presidente Trump.
Una pequeña compañía de Montana con un contrato millonario.