La empatía por Cuba y su gente se hace notar en los ámbitos del Festival y al recorrer la ciudad de Sochi. Autor: Roberto Suárez Publicado: 20/10/2017 | 10:28 pm
SOCHI, Rusia.— Desde La Habana nos lo habían dicho: recorrer las calles de esta ciudad balneario es saborear Rusia. Esa misma impresión nos atrapó, hace unos días, cuando transitamos esta urbe ubicada en las riberas del mar Negro, inmenso y sereno, y de las agrestes montañas del Cáucaso.
Todo aquí parece confluir para entretejer una atmósfera mágica: la arquitectura, la geografía, el núcleo urbano con más de 400 000 habitantes, las instituciones históricas, el centro botánico de reconocimiento mundial, el acuario más grande de Rusia, los más de cuatro millones de viajeros que la visitan cada año, todo lo que recuerda los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014….
La empatía creció cuando —traductor mediante— conversamos con algunos de sus habitantes y descubrimos que esta también pudiera ser una parte de Cuba. Sí, porque jóvenes como Vladimir conocen a nuestra Patria como la palma de su mano y hablan de sus costumbres, de sus mártires, de sus calles, de La Habana…
Aquí vive Luda, una anciana que cuando vio nuestros pulóveres blancos con la enseña nacional comenzó a saltar de alegría y a decir en un peculiar «esparruso» el nombre de nuestra Isla. «Yo amo mucho a Cuba. Este es Fidel Castro, que murió a los 90 años de edad», aseguró, mientras uno de nuestros colegas le obsequiaba una pegatina con la imagen del líder revolucionario.
Frente a un centro comercial, una señora de nombre Fiona tomó la pegatina de la bandera cubana, sustituyó su solapín por ella y nos pidió una foto. Luego nos tendió la mano, sonrió y siguió en sus rutinas laborales. Tambien allí varios transeúntes exclamaban a su manera: ¡Viva Cuba! ¡Viva Fidel!, cuando miraban nuestras credenciales y descubrían que se trataba de hijos de nuestra tierra rebelde.
Estremece conocer a tantos admiradores de la Isla, ver sus rostros de alegría cuando identifican sus símbolos, por lejana que pueda estar de Sochi (10 531 kilómetros). Es como si de momento se nos fuera toda la nostalgia de tantos días de ausencia.