Pasó el primer año, casi el segundo desde el inicio de la crisis de deuda y el panorama permanece hoy prácticamente invariable, o quizás peor, al menos para la mayoría de los europeos. Una realidad igual de pesimista los abruma después de tantos meses: elevado desempleo, más pobreza e incertidumbre, destaca PL.
Sin embargo, la experiencia parecer no tenerse en cuenta, al menos entre quienes tienen en su poder la posibilidad de adoptar determinaciones decisivas, ya que para crecientes problemas aún sin resolverse insisten en la misma receta: la austeridad.
Por ello, en días recientes, los ministros de Economía de los 27 países de la Unión Europea (UE) decidieron mantener la estrategia de ajuste fiscal como mejor fórmula para combatir la crisis.
En ese sentido, los países que han sido rescatados (Grecia, Portugal e Irlanda) y los que han requerido ayuda del BCE (Italia y España) tienen que aplicar los ajustes exigidos con el objetivo de reducir el déficit.
Sólo que en esta ocasión sugirieron a Alemania y a naciones como Suecia, Finlandia o Luxemburgo que tienen margen de maniobra presupuestario, un estímulo limitado a fin de impulsar el crecimiento y evitar que la austeridad ahogue las posibilidades de recuperación.
Lo cierto es que la crisis sigue haciendo de las suyas en el Viejo Continente, al punto de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticó que el crecimiento económico se desacelerará en 2012.
En un documento sobre las Perspectivas de la Economía Regional añadió que como el panorama mundial es más desalentador, aumenta la aversión al riesgo y las tensiones en la deuda soberana y en los mercados financieros se profundizan.
Al respecto, el director para Europa del FMI, Antonio Borges, insistió en la importancia de cambiar las políticas económicas, principalmente por la persistente crisis en el Viejo Continente.
También consideró que los bancos requieren una inyección de capital millonaria para recuperar la confianza de los inversores.
Sobre el segundo plan de salvataje para Grecia, decidido en julio pasado, destacó que es necesario revisarlo concentrándose más en la sustentabilidad de la deuda y el relanzamiento del crecimiento.
Según un informe de la Comisión Europea, la confianza en la economía de la unión cayó en septiembre 3,4 por ciento, principalmente por las dificultades en el mercado laboral.
En ese contexto, analistas consideran que el elevado desempleo, una de las consecuencias de la crisis financiera global iniciada en 2008, mantiene la incertidumbre entre los consumidores.
Quizá los más optimistas esperan que no tenga que continuar la cuenta progresiva después del dos para que se implementen recetas realmente efectivas. Ojalá y ser optimistas fuera suficiente.