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Juan Carlos Camaño: Quieren matar la idea

Los esfuerzos de la derecha global también buscan recuperar los espacios perdidos en América Latina, asegura el titular de la Federación Latinoamericana de Periodistas

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Mantiene el mismo pelo lacio y un poco rebelde, como queriendo ir en andanadas hacia la frente, y la barba viva, aunque recortada; solo que en ambos asoma el color plateado que no solo dan los años, sino la experiencia de vivir… y de luchar. Pero lo que mantiene a Juan Carlos Camaño fiel al «original» que conocí hace algunos años no es su aspecto, sino eso que lleva dentro del pecho y, sobre todo, en esa cabeza desde la cual han salido las decisiones para dirigir por varios años a la combativa Unión de Trabajadores de la Prensa de Buenos Aires (UTPBA) y, más recientemente, a la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).

Visitante recurrente en una Cuba que por eso bien conoce, y de la que fue asiduo huésped durante los tiempos duros del período especial, llega ahora a La Habana encantado de una estancia en Santiago de Cuba, a la que encontró «muy cambiada» 25 años después de la última vez, y adonde acudió en esta ocasión para participar en los actos por el Día de la Prensa Cubana.

Pero las satisfacciones se dan la mano con esa indignación que le provoca la continuidad de una campaña mediática contra la Isla, cuya escalada, en su opinión, se inscribe ahora en «una vuelta de tuerca superior: la necesidad de la derecha global de ahogar a todos los sectores populares del continente».

«Y si Cuba es el faro de la idea, (para ellos) hay que matar ese faro», concluye.

En medio de la conversación, tras el acto donde JR reconoció a los reporteros que han reflejado las misiones de nuestros decenas de miles de colaboradores internacionalistas en tantos lugares del mundo, el tema, como contraposición a las falsas acusaciones contra la Isla, fluye de manera natural, casi solo.

Quien está frente a mí es un argentino que ni por su extracción, ni por su profesión, ni por sus sentimientos, puede estar ajeno a la nueva y tendenciosa andanada para intentar, otra vez, satanizar a Cuba: a una sociedad que, confirma, «está en la mira», así como Venezuela, que ha tomado la bandera de «la solución de los problemas de los sectores populares». Entonces, para aquellos, «también debe caer Venezuela; y todos “debemos escarmentar” con esos dos ejemplos que el imperialismo quiere dar: que se acabe con Cuba y se acabe con Venezuela».

Observador perspicaz de lo que ocurre en la región, Camaño no pasa por alto que los hechos se dan en un contexto —y ha sido ese el eje primero de nuestra conversación— en que no pocos apuntan el peligro de un giro a la derecha en Latinoamérica que él dice «no hay que dramatizar»; pero que entraña «enormes riesgos», porque «no es un cuento de caminos».

«No podemos olvidar que esta derecha estuvo a caballo del neoliberalismo estropeando la salud, la vida, la educación, el salario y el empleo de millones de habitantes en la región. Y la aparición de gobiernos de distinto tinte, pero que enfrentan la matriz de carácter productivo y distributivo del neoliberalismo, hace a la derecha volver por sus “reales” (su dinero)».

Para ellos, asegura, hay que volver a echar a andar las máquinas en función de la globalización neoliberal; y, ¡ojo!: eso se da cuando esa derecha «no ha perdido casi ninguno de los resortes, las herramientas que dinamizan las finanzas y la economía», advierte.

«Entonces creo que vamos hacia otro ciclo. Y este puede ser altamente peligroso si no tomamos debida conciencia de que hay que parar la vuelta de la derecha a ocupar todas las capacidades del Estado. Porque para ellos —antagónicamente a lo que ha estado ocurriendo— el Estado no debe existir. Por eso creo que estamos en una situación complicada».

—¿Qué papel puede desempeñar el movimiento popular y social para detener esos impulsos?

—Algunos de estos movimientos han crecido y se han desarrollado, y hoy tienen una fuerza superior. Creo que lo que deben hacer entonces es la conciliación de ideas y posiciones a favor de la unidad. Mucho más, cuando (en algunos lugares) empiezan a aparecer exigencias desmedidas en cuanto a la capacidad real de algunos gobiernos de torcerle la muñeca, de un solo golpe, al planteo neoliberal.

«Los gobiernos populares tienen nuevas capacidades, creo yo, pero también tienen que fortalecerse al interior de sí mismos y en la unidad con otros movimientos populares, sociales y políticos. También hay que fortalecer el carácter de la lucha. Y la cuestión no pasa simplemente por consignas o protestas. Esto tiene sus bemoles; no hay que darlo como un tema cerrado y resuelto. La construcción en ese sentido siempre será difícil, pero es eminentemente necesaria e imprescindible.

—Se ha hablado mucho de la asonada en Honduras como un golpe «no clásico» que pudiera repetirse. ¿Qué crees?

—La experiencia de Honduras demuestra que de alguna manera el imperialismo cumplió con ese propósito. Algo pasó ahí… o no hemos tenido la fuerza suficiente para impedirlo. Pero creo que de todas maneras se ha acumulado fuerza en la región que ha determinado, por ejemplo, que presidentes y gobiernos de Latinoamérica y el Caribe hayan tomado una decisión tan importante como la que recientemente adoptaron en relación con la OEA (la formación de una Comunidad exclusivamente latinoamericana y caribeña, sin los Estados Unidos ni Canadá). Si bien es una materia que se deber seguir resolviendo en el camino, esto es caminar con los propios pies y decidir con la propia cabeza.

«De todos modos, el golpe de Honduras está ahí y puede reiterarse de muchas maneras, en esta denominación que se ha dado en llamar “golpes suaves”. Yo creo que esos, al margen del momento y el tiempo exacto en que tengan lugar, se pueden convertir en aquellos clásicos golpes que conocíamos, porque el imperialismo, a sangre y fuego, quiere imponer su modo de vida».

Salvajismo o humanidad

En las postrimerías del acto que nos sirve de escenario, los continuos saludos entre mis colegas parece que no me dejarán escucharlo; pero Camaño se acerca y coloca la voz más grave y sonora.

«Venezuela está en la mira y Cuba siempre lo ha estado, porque indefectiblemente se ha comprendido —incluso en otras latitudes, como es el caso de Europa—, que atacar a esta Isla es atacar la idea. Y voltear la idea, y poner la idea de rodillas, sería darnos “un ejemplo” a todos de cómo “no se debe actuar” en este mundo dominado por el imperialismo.

«Ese es el papel que estamos viendo, triste y hasta indignante. Y te diría con toda la fuerza: da asco el papel de Europa», confiesa cuando habla de la manera falaz en que la Unión Europea secunda la gastada estrategia anticubana de Estados Unidos.

«¿Cómo los del Viejo Continente, sin ningún tipo de moral ni autoridad política, pueden decir qué es lo que tiene que hacer o dejar de hace Cuba en materia de derechos humanos?

«La ofensiva de la derecha es global —insiste—, y no podemos perder de vista que Latinoamérica venía recuperándose en esta última década».

—¿Cómo aprecias, desde la FELAP, esta campaña contra Cuba que empezó hace tanto tiempo?

—La pregunta se contesta con otra pregunta que puede parecer retórica. Pero, ¿se ha levantado el bloqueo contra Cuba? La Unión Europea, ¿qué gestiones hizo para que EE.UU. lo derogue? Al contrario, se ha reforzado ese bloqueo. Se trata de ahogar a este país desde hace más de 50 años».

Entonces es cuando, tal vez sin que Camaño siquiera se dé cuenta, salen a flote sus años de lucha desde la UTPBA y las imágenes, seguro no borradas, de las villa-miserias que en los 90, desaliñaron a aquella Buenos Aires tan hermosa como una postal de cualquier capital del Norte.

«Hay que vivir en este mundo, ver lo que pasa en nuestros países, la explotación y el maltrato de nuestra gente… Lo mismo que pasa en Europa: desocupación, persecución, salvajismo. Y todo eso que ocurre allí, ocurre también en Estados Unidos donde, además, se tortura, y se considera que es correcto aplicar la tortura.

«Como no aceptamos qué debemos hacer según ellos, entonces hay que aplicarnos eso a patadas, a golpes, matándonos. No se habla de lo que pasa en las cárceles de Europa, ni en las de Estados Unidos. Por eso siempre digo que nosotros, los periodistas, tenemos la responsabilidad política y social de multiplicar el discurso de los que no tienen voz.

«No es que nos abracemos a un dogma: es que ellos no abandonan su dogma. Y nosotros vivimos sufriendo las consecuencias de la aplicación de una política absolutamente nefasta para la humanidad.

«Creo que el desafío que debemos afrontar, en el campo social y político, es entender que estamos ante un reto de carácter superior, que se refiere concretamente a si en este mundo va haber humanidad, o para siempre va a haber salvajismo.

«En efecto, la campaña contra Cuba no empieza ahora: continúa, y se inscribe en la necesidad de la derecha global de ahogar a todos los sectores populares en el continente».

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