Con meridiana clarividencia, los de abajo han asumido que la batalla por el retorno de su presidente Manuel Zelaya es también por ellos y, aún más, por una Latinoamérica que no puede volver a la época del golpismo
Treinta días de gorilismo en Honduras han revelado las potencialidades de las masas, crecidas y radicalizadas frente a la bota que pisotea sus derechos en connivencia con las oligarquías y los halcones del Norte.
Con meridiana clarividencia, los de abajo han asumido que la batalla por el retorno de su presidente Manuel Zelaya es también por ellos y, aún más, por una Latinoamérica que no puede volver a la época del golpismo como vía para imponer los designios de los poderosos, ni a las dictaduras, ni a las desapariciones; ni volverá a ser apéndice de Estados Unidos.
En el transcurso de apenas un mes de lucha contra el golpe, esos que protestan se han entrenado como actor político que no solo resiste: traza estrategias y se ha constituido en la fuerza que decidirá los destinos de Honduras... El pueblo ha demostrado que no tiene miedo, y será quien devuelva a los gorilas a su cautiverio. (Más información en la página 3)