Medea Benjamin. Foto: Roberto Suárez Pasó el primer día de este año en la cárcel, por intentar hacer una vigilia en honor a los soldados norteamericanos muertos en Iraq, país que ha visitado cinco veces. Con gran conmoción Medea Benjamin contó a JR los horrores que vio en el país árabe.
Y dice no tener miedo a regresar a los EE.UU., porque visita a Cuba como parte de la delegación que denunciará en la puerta de la ilegalmente ocupada Base Naval de Guantánamo las torturas, las detenciones arbitrarias y las violaciones a la Constitución estadounidense y a las convenciones internacionales. Medea Benjamin es cofundadora del grupo de derechos humanos Global Exchange y de la organización CODEPINK: Mujeres por la paz. Pequeñita de cuerpo, encierra sin embargo la grandeza que dan todas las causas justas y esa fortaleza la transmite en cada una de las múltiples acciones que organiza.
—¿Ha sentido el apoyo de Cuba para esta conferencia internacional y marcha por el cierre del centro de detención en Guantánamo?
—Estamos muy felices de que nos hayan dejado venir, ya que hay una situación muy delicada entre Cuba y los Estados Unidos.
«El gobierno de Cuba hace años se está cuestionando el derecho de los EE.UU. de mantener la ilegal Base Naval de Guantánamo, pero no a manera de enfrentamiento directo, y dejarnos hacer una protesta frente a la zona militar, para nosotros quiere decir que el Gobierno de Cuba reconoce lógicamente lo que está pasando en la base, y que el mundo entero está protestando contra esos abusos.
«La autorización a nuestro viaje a Cuba nos muestra la intención de poner aún más énfasis en este tema. La Isla entiende que el pueblo norteamericano no está a favor de lo que está haciendo Bush, tanto en la cuestión de la guerra en Iraq como en la cuestión de mantener a unos 400 hombres en Guantánamo, detenidos de forma indefinida y sin ningún derecho a lo estipulado por las Convenciones de Ginebra.
«Varios prisioneros han sido liberados de la cárcel sin juicios, explicaciones o disculpas por mantenerlos en prisión. Los liberaron porque no tenían cargos contra ellos; estaban en un limbo judicial.
«Un ejemplo es el joven Asif Iqbal, de visita aquí y parte de nuestra delegación, quien estuvo preso en Guantánamo sin cargos durante dos años y medio. Solo tenía 21 años cuando lo apresaron; y ahí encontramos otro hecho enjuiciable: en la prisión hay docenas de menores de edad, que no tienen nada que ver con los talibanes ni con Al Qaeda; son jóvenes que estuvieron en el lugar y el momento equivocados. Muchos de ellos alegan que el Ejército, o Estados Unidos, pagaron 5 000 dólares por cada uno que fuera capturado y que tuviera alguna supuesta relación con los talibanes o con Al Qaeda. Lo triste es que muchos nada tienen que ver con el terrorismo y Asif es muestra de ello.
«Hoy se reconoce que ese tipo de trato es completamente inhumano, y si nosotros como norteamericanos queremos vivir en un mundo más seguro, en el que no haya terroristas, tenemos que mantener una democracia y tratar a los ciudadanos de los demás países de una manera humana y no decir que estamos en una guerra contra el terrorismo y así atribuirnos la autoridad de invadir naciones y de violar derechos humanos».
—¿En qué otros lugares, aparte de la Base Naval de Guantánamo, van a protestar?
—El día 11, que marca el quinto aniversario en que llevaron a la base a los primeros detenidos, habrá una protesta muy grande en Washington DC. Cuatrocientos estudiantes vestirán de naranja, como los uniformes de los presos, y cada uno llevará un cartel en el pecho con el nombre de cada uno de los prisioneros. Ellos protestarán frente a la Corte Federal.
«También el próximo 11 de enero exigirán el cierre de la prisión y el fin de la guerra en las puertas de la sede del Comando Sur en Miami, que es la oficina encargada de la prisión en Guantánamo. Protestarán también en decenas de ciudades en los EE.UU. y en otros lugares del mundo, porque esta es una fecha internacional».
—¿Qué resultados considera usted que traerán sus actividades en Cuba?
—En octubre del pasado año se publicó la Ley de Comisiones Militares, que es la luz verde para continuar los abusos contra los prisioneros, ya que aprueba las torturas y agrega que los torturadores no serán sometidos a ningún proceso legal y los encarcelados serán juzgados en tribunales militares.
«Comenzaremos a protestar ante el nuevo Congreso en cuanto regresemos, para que se levante esa ley, se cierre la prisión y los encarcelados sean trasladados a EE.UU., se les presenten cargos y sean juzgados en tribunales civiles».
—¿Por qué cree que la guerra en Iraq debe terminar?
—La guerra en Iraq tenía varios intereses. El primero es el petróleo; otro era la estrategia geopolítica del gobierno de Bush, que quería tener otro aliado fuerte en el Medio Oriente, ya que casi todos los países de la región están en contra de los EE.UU., debido al apoyo que dan a Israel.
«Otro interés más sutil, pero importante, es que el gobierno norteamericano quiso cambiar toda la economía de Iraq. De un país que tenía un fuerte poder estatal sobre la economía, a uno que estuviera abierto a las operaciones de las compañías estadounidenses, no solo para privatizar el petróleo, sino para abrir el país a las corporaciones extranjeras. Creyeron que eso sería muy fácil, que ese modelo iba a tener éxito, y luego otros países del Medio Oriente, que también tienen un control fuerte en la economía de sus estados, iban a cambiar; pero ya vemos que eso no es así, nada salió como ellos habían pensado antes de que empezaran la guerra contra Iraq.
«Yo sabía que iba a ser terrible para los civiles, porque fui a Afganistán después de la guerra y vi que la mayoría de los muertos era población inocente, como los que murieron en las Torres Gemelas en Nueva York. Desde el inicio anticipé lo que iba a pasar en Iraq, y tuve razón. Es un país que ha sufrido mucho.
«He ido cinco veces a Iraq, tengo muchos amigos allí, y me duele mucho el corazón por ver cómo están sufriendo las mujeres y los niños, con miedo a salir de sus casas.
«Las mujeres iraquíes habían logrado varias cosas en la lucha por sus derechos, más que otras mujeres del Medio Oriente. Había abogadas, arquitectas, trabajadoras en todas las ramas de la economía. Hoy la mayoría se queda en su casa con miedo; son víctimas de la fuerte presión de los religiosos que no quieren ver mujeres en el mismo lugar de los hombres.
«El sufrimiento es demasiado grande, demasiadas muertes, por parte nuestra y por parte de los iraquíes, que ya suman 650 000, es una masacre».
—¿Cuál es la opinión del pueblo norteamericano sobre la guerra en Iraq?
—Hemos logrado mucho, porque a pesar de la propaganda de la administración y de la gran prensa, ahora la mayoría del pueblo cree que fue un error la invasión a Iraq y quiere que se vayan las tropas en menos de un año; eso lo manifiesta no solo el pueblo en general, sino las encuestas entre las mismas tropas, las cuales reflejan que un 72 por ciento considera que el regreso sería lo mejor.
«Dentro de poco Bush anunciará que va a enviar más tropas al país árabe, y eso va en contra de todo lo que quiere y piensa el pueblo norteamericano; de lo que quieren las tropas, y sobre todo de lo que quiere el pueblo iraquí, que también ha mostrado en las encuestas que se sienten más inseguros con la presencia de las tropas extranjeras en el país.
«A mí me irrita mucho percatarme de que Bush es ciego y sordo, que no escucha ni ve lo que está pasando y hace caso omiso a la voz del pueblo; solo un 10 por ciento del pueblo está de acuerdo con mandar más tropas, mientras el 90 por ciento dice que no».
—¿Ve usted ventaja en la mayoría recientemente obtenida por los demócratas en el Congreso?
«Sí, es mejor, porque hay muchos demócratas que son aliados nuestros, que están protestando y rechazan el posible envío de tropas.
«Nosotros hemos protestado miles de veces contra la guerra y Bush no hace nada, hace todo lo contrario; así que tenemos la esperanza de que con un nuevo Congreso haya más resultados.
«Claro, tampoco somos ingenuos, sabemos que siempre es más fácil para los congresistas que Bush esté a cargo del programa y criticarlo, pero no proponer nada realmente nuevo y que nos favorezca».
—¿Teme usted por lo que pudiera sucederle?
—En realidad no le temo a nada. He viajado a Iraq y he estado en Afganistán y en el Líbano cuando estaban cayendo las bombas. No tengo miedo de regresar a mi país y de estar haciendo este tipo de trabajo. Yo tengo miedo por el futuro del mundo, tengo miedo por los iraquíes, porque ellos sí están en una muy difícil situación, sin poder alzar su voz, a diferencia de nosotros, que a pesar de todos los problemas tenemos el derecho de usar nuestra voz.
«Estuve chequeando esta mañana el correo electrónico y leí muchos mensajes de odio, de cuestionamiento de por qué estamos defendiendo a “terroristas”. También el hecho de estar en Cuba incrementa las críticas de los conservadores, y lo más probable es que a nuestro regreso nos reprochen muchas de nuestras actividades.
«Estamos aquí porque Guantánamo está en la Isla de Cuba; si estuviera en Canadá allí estaríamos. Tenemos que mantenernos firmes, porque califican de terroristas a los prisioneros, y ¿cómo pueden saberlo, si nunca se les ha hecho juicio?
«Pasé el primer día de este año en la cárcel. Quisimos hacer una vigilia en el puente Golden Gate de San Francisco conmemorando los 3 000 soldados norteamericanos que han muerto en Iraq. San Francisco es una ciudad muy liberal, muy progresista, y sin embargo nos arrestaron a 10 personas.
«Así que el inicio de nuestro año fue en prisión, y es probable que sea un augurio, porque creo que vamos a pasar mucho tiempo en la cárcel este año.
«A pesar de los cambios en el Congreso tenemos que influir más que nunca en las personas, en la Casa Blanca y en el Congreso, porque los demócratas son más susceptibles a las presiones, pero eso es relativo, porque ellos quieren que las tropas salgan de Iraq, pero al mismo tiempo dicen que van a aprobar más de mil millones de dólares para seguir la guerra. El hecho de que den más dinero para continuarla significa que están de acuerdo, que no tienen una posición radical ante el asunto».