Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La opción del sexo «desfalificado»

Hay muchas formas de regalar deleite sin perder la cordura, y la excitación resultante no perjudica porque puede encauzarse hacia el fin deseado mediante sencillas técnicas que, en las culturas orientales, se pueden aprender desde la pubertad

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

Hay una forma de explorar qué más se puede hacer en el sexo, sin llegar a hacerlo específicamente

Elizabeth McGrath, terapeuta sexual

Mucha gente suele tomar en cuenta el primer coito para calcular sus inicios en las relaciones sexuales, y decretan, con el último, el fin de su vida sexualmente activa. Pero esa mirada coitocéntrica no alcanza para describir las dotes sexuales de nuestra especie, pues deja afuera un sinnúmero de fantasías que comienzan a revelarse antes de la primera penetración y luego pueden disfrutarse sin límite de edad, unas veces como complemento y otras como práctica exclusiva.

Por falta de imaginación, hay quien reniega del sexo mientras guarda reposo para superar una enfermedad o si necesita enfocar su energía en una meta espiritual, creativa o competitiva. ¿Y las apetencias de la pareja? ¿Y la realidad estimulante que les rodea?

Hay muchas formas de regalar deleite sin perder la cordura, y la excitación resultante no perjudica porque puede encauzarse hacia el fin deseado mediante sencillas técnicas que, en las culturas orientales, se pueden aprender desde la pubertad.

En Occidente se otorgó supremacía al coito reproductivo hace poco más de un milenio, y ese falocentrismo (visto el falo como pene en capacidad de invadir el cuerpo ajeno), minimiza el bienestar obtenido en otras experiencias, como el roce durante la conquista o el noviazgo, el amor lésbico, el autoerotismo y el sexo a distancia usando tecnología de moda.

Para rescatar esa plenitud (que es derecho y privilegio humano), es preciso abrirnos como sociedad a una visión diferente, que llamaremos sexo «desfalificado»  a propuesta de la peña humorística de la Facultad de Matemática de la Universidad de La Habana, donde con mucha seriedad se tocó ayer este asunto.

Tal concepto engloba una amplia gama de acciones que no implican al falo natural ni a sustitutos artificiales: dígase miradas, poses, caricias, olores, requiebros, modulación de voz y cualquier ritual que de relevancia a la respiración, el alimento, el ropaje y los cantos y bailes sensuales.

Esas prácticas pululan en nuestras vidas de manera inconsciente y de ellas se vale la publicidad para reafirmar conductas u opiniones a su conveniencia. Lo legítimo sería reconocerlas a nivel individual, pactarlas responsablemente con las potenciales parejas y disfrutarlas sin discriminar edad, estado de salud, orientación sexual o circunstancias socioculturales.

En una historia que comienza, es natural y oportuno explorar al máximo esas sensaciones y refinarlas como fuente de placer indudable antes de incorporar otros estímulos invasivos, no solo porque garantizan un sexo más seguro (sin riesgo de ITS), sino además porque ayudan a mapear los cuerpos para descubrir qué puntos despiertan el deseo y cuáles llevan la excitación al extremo de generar orgasmos, habilidad que multiplica oportunidades y garantiza una vivencia superior. 

¡Ayúdame , Freud!

Por muy agradable que resulte, desde el punto de vista fisiológico la penetración tiene límites que tarde o temprano la llevan a ser rutinaria. El sexo vaginal, tan pertinente para reproducir la especie, reduce el goce cuando no existe una adecuada compatibilidad física (peso, proporciones, apetitos…). También El coito anal es valioso cuando se privilegia lo diferente, pero entraña riesgos para quien asume el rol pasivo y exige plena disposición fálica del activo. Incluso el sexo bucogenital y el táctil son caprichosos porque no despiertan lo mismo en todas las personas y momentos.

Ninguna práctica logra milagros por sí sola ni asegura el éxito acumulativo de una relación, pero el sexo fantasioso tiene un menú tan amplio como te atrevas a soñarlo y revela emociones del subconsciente que hacen de cada encuentro una experiencia única, lo cual genera un entendimiento sutil que los anima en cualquier entorno menos propicio.

Mantenerse sexualmente vitales es una de las razones que ayudan a despertar de buen ánimo cada día, pero no hablamos de la gimnasia exhibicionista que los audiovisuales venden como el mejor sexo del mundo, sino de ese intercambio mágico que irradia energía, embellece el cuerpo y ayuda a sanar tristezas y malestares.

Para prolongar ese privilegio, hombres y mujeres deben restar protagonismo al falo y entregarse en un contacto íntimo que rebase lo meramente corporal y premie la paciencia erótica. Las modernas píldoras actúan (a veces) sobre los mecanismos circulatorios que desencadenan una erección, pero no aseguran el esfuerzo osteomuscular y cardio respiratorio que exige el coito tradicional para el hombre y su pareja.

No obstante, «desfalificarse» no significa demonizar al pene: Hay muchas maneras de conservarlo funcionalmente feliz cuando se le trata con juicioso cariño. Una de ellas es la técnica de la penetración suave, que requiere mucho protagonismo femenino, pero ambos disfrutan del resultado por igual.

Lo ideal sería incorporar esos conocimientos desde los albores de la vida sexual, pero en un país cuya esperanza de vida roza los 80 años y casi el 20 por ciento de la población rebasa la tercera edad, no es descabellado impulsar una educación sexual geriátrica que compense tabúes de las décadas anteriores y promueva un enfoque más integrador y menos genitalizado de la sexualidad, como pondera el Cenesex.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.