Unas 130 000 personas sufren demencia y la cifra sigue en aumento. Ello deriva en una serie de problemas de salud, sociales y económicos que impactan en toda la sociedad, el sistema de salud y el Estado
La población cubana está envejeciendo y, en ese sentido, las perspectivas no son muy alentadoras. En el año 2020 el 25 por ciento de ella tendrá más de 60 años, o sea, uno de cada cuatro cubanos tendrá esta edad, y medio millón estará en la octava década de vida.
Dichas así, las cifras solo advierten el tan mencionado fenómeno del envejecimiento poblacional; sin embargo, más allá de los años, esta situación trae consigo una serie de problemáticas de salud, sociales y económicas, que serán experimentadas por el resto de los cubanos, el sistema de Salud y el Estado.
Una de las más preocupantes es el caso de las personas que padecerán demencias y lo que implican estas enfermedades para la familia, los cuidadores y la sociedad, que aún no están preparados para afrontar un contexto tan complejo.
El doctor Juan J. Llibre Rodríguez, presidente de la Sociedad Cubana de
Alzheimer, explicó que el número de cubanos con demencia se incrementará en 2,3 veces para el 2040 y llegará a sumar unos 300 000 casos, con lo que se elevará la demanda de cuidados y las necesidades que ello genera en la familia.
Se prevé que las demencias afectarán al menos al diez por ciento de la población que sobrepasa los 65 años, y en el 2030 el archipiélago tendrá unos 260 000 enfermos.
Las demencias, generadas por el Alzheimer en más del 70 por ciento de los casos, provocan en los enfermos la pérdida de sus hábitos, entre estos la capacidad para vestirse, realizar la defecación y la micción de forma planificada, dificultades para llevar a cabo cualquier actividad concreta, y hasta se puede llegar a la fase en que desaparece el vínculo con el medio real.
El doctor Llibre explicó que tiempo después el paciente se encama y, debido a diversas complicaciones como las escaras, neumonías, la degradación total de las funciones motoras y mentales, la persona fallece.
«Una de las dificultades que enfrentamos es que no existe un diagnóstico que sea del todo fiable. Algunos estudios de psicólogos y psiquiatras realizan la clasificación funcional de la evolución de la enfermedad», comentó.
Además, se pueden realizar otras pruebas —como la resonancia magnética— que detectan atrofias cerebrales, pero este no es diagnóstico certero de Alzheimer, pues esas afectaciones se presentan también en otras enfermedades.
«En la mayoría de los casos el paciente es llevado al médico de familia, quien dictamina alguna demencia. Pero tampoco se debe asociar algún signo de demencia solo con la edad, o suponer que es una enfermedad que toca a todos los ancianos, pues no todos serán víctimas de este padecimiento», advirtió.
Los factores de riesgo son la alta prevalencia de enfermedades crónicas. «Cuba, además de sufrir el envejecimiento progresivo de sus habitantes, tiene una elevada incidencia de hipertensión, diabetes, obesidad, estilos de vida no saludables», apuntó.
El especialista subrayó que cuando una persona comienza a padecer una demencia aumenta en cuatro veces el riesgo de muerte, pues se generan en su organismo una serie de trastornos de la inmunidad.
La demencia es la enfermedad que determina mayores necesidades de cuidados en la población. Más de la mitad de los pacientes con demencia necesitan atención la mayor parte del tiempo, incluyendo el período laboral de sus cuidadores y familiares, apuntó el experto.
«Justamente este es uno de los problemas que más está afectando a la familia cubana: la situación de los cuidadores, que por lo general no están preparados psicológicamente para lo que se les avecina con una persona demente, y puede ser muy afectado».
De hecho, las investigaciones internacionales han revelado que en los cuidadores la probabilidad de depresión es de tres a cinco veces mayor que en las personas comunes. La mayor parte de esta asociación se explica por la presencia de síntomas psicológicos y conductuales.
Para quienes sospechen de esta enfermedad, el doctor describe una serie de signos de alarma. Lo primero son los olvidos continuados de las acciones más comunes y cotidianas: la persona se pierde en los lugares conocidos, se vuelve más lenta, trastornos de conducta inexplicables…
«No obstante, el diagnóstico es esencialmente clínico. De hecho, más del 80 por ciento de los casos se detectan mediante ese primer reconocimiento.
«Además del médico de familia, en la atención primaria de salud deben estar activados también los equipos de salud mental comunitarios, que a veces no se explotan lo suficiente», señaló.
Llibre comentó que, por cada enfermo, al menos dos familiares se afectan psicológicamente al tener que cuidar a esa persona, y el 40 por ciento de los cuidadores deben dejar de trabajar para dedicarse al enfermo.
De ellos, un 90 por ciento son mujeres, que muchas veces deben sacrificar su desarrollo profesional o personal.
Pero la realidad ha demostrado que el mejor tratamiento sigue siendo la familia y su apoyo incondicional, aunque muchas veces se agota la paciencia, la asertividad y hasta el propio cariño es herido ante una persona que ya no es quien tanto queríamos.
Además del costo emocional que afecta a cada individuo, está el costo económico que va más allá del espacio personal. Informes de la Organización de Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud indican que en los próximos 30 años los gastos por las demencias se incrementarán hasta tres veces la cifra actual de 500 millones de dólares anuales.
El Informe Mundial sobre el Alzheimer estima que la enfermedad cuesta ya más de un uno por ciento de la riqueza mundial. Si la inversión en tratar a los enfermos de Alzheimer y otros tipos de demencia fuera vista como la economía de un país, este sería la decimoctava economía del mundo, entre Turquía e Indonesia.
El documento, divulgado en ocasión del Día Mundial del Alzheimer, calcula además que esa carga económica continuará creciendo en la medida en que los afectados por la demencia se tripliquen de aquí a 2050.
En Cuba en los últimos diez años se han desarrollado varias investigaciones dirigidas a conocer cuál es la magnitud del problema, como parte de un proyecto de la Organización Mundial de la Salud, auspiciado a su vez por la Asociación Mundial del Alzheimer, la cual trabaja con 77 países.
El doctor Llibre asegura que hay que empezar a prepararse, no solo para el envejecimiento, sino para todas las enfermedades crónicas que se asocian a él.
«Para ello lo primero es fortalecer la atención primaria del sistema de salud, capacitar a los médicos para el diagnóstico temprano de la enfermedad, y preparar a la familia para que acuda ante las primeras señales.
«La prevención de la demencia es posible, pero lo es si se establece durante toda la vida. La educación debe comenzar desde la infancia con estilos de vida más saludables.
«Nuestro país tiene muchas potencialidades para prevenir esta enfermedad desde la educación, mantenerse activo intelectualmente, más interacción social», argumentó.
La actividad física, el desarrollo de la capacidad intelectual, la estimulación cognitiva, disminuir el estrés, evitar el consumo de drogas, la obesidad, la hipertensión arterial, así como una dieta saludable, son factores que pueden ayudar a prevenir este mal.
También se hace imprescindible una intervención efectiva por parte de todos los componentes de la sociedad. Ampliar la promoción, información y educación, como soporte para las familias, reconociendo el rol que desempeña.
Es necesario —advirtió Llibre— trabajar en la importancia de la prevención y diagnóstico temprano por parte de la atención primaria de salud, e incrementar la investigación en todas las áreas: la biomédica, los factores de riesgo, la calidad de vida.
Dentro del desarrollo de los servicios médicos, entre otros factores, sería muy oportuna la implementación de Guías de Buenas Prácticas Clínicas en la prevención y manejo de las enfermedades crónicas con una proyección comunitaria.
Cuba tiene hoy una población de 11,6 millones de habitantes y una esperanza de vida promedio de 78 años. Solo en el 2010 fueron diagnosticados en el país 28 670 casos nuevos, lo que sumó unos 130 000 casos de demencia y 8 000 con Alzheimer.
Ante tales realidades los desafíos son grandes, pero no imposibles. No basta con llegar a la tercera edad, el reto está en la calidad de vida con que se llegue, para disfrutar de esa experiencia en armonía y felicidad.