Es auspiciado por la Sociedad Geológica de Cuba, y tiene como objetivo enseñar a las comunidades en riesgo a adaptarse a las nuevas condiciones del planeta
No hace falta una bola mágica para vaticinar el estado del planeta en el próximo siglo: significativa elevación del nivel del mar, oleaje extremo, más terremotos y derrumbes, más ríos crecidos e inundaciones, erosión y pérdida del suelo cultivable, contaminación de las aguas…
Saberlo no implica que debamos echarnos a morir: Más allá de nuestra «culpa» como especie autoerigida arbitrariamente en epicentro del orbe y responsable de la sobreexplotación de sus recursos, las actuales y futuras generaciones humanas debemos asimilar la nueva situación ambiental y adaptar nuestros estilos de vida a esa realidad.
Revertir las consecuencias de los fenómenos que se avecinan exigirá décadas de un comportamiento racional de todas las naciones. Aprender a convivir con estos lo más rápidamente es lo sensato. Cada quien desde su puesto, su ciencia y su saber, ha de tirar una pequeña piedra al lago de la conciencia con la esperanza de que las ondas se extiendan y se entrelacen a tiempo.
En un boletín del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), la licenciada Lilia Núñez Moreno reflexionaba sobre la necesidad de replantearse la relación medio ambiente y ciencias sociales atendiendo a la contribución recíproca entre ambos campos. Las posiciones se debaten entre incluir o no los procesos sociales en la conservación del planeta y transitan de la invisibilidad de las personas frente al fenómeno a la idea de ponerlas como foco principal en la cuestión ambiental.
Para la experta, el camino para un cambio mejorador es fomentar una visión de sustentabilidad que coloque en su centro a aquellos elementos implicados en el nuevo esquema de desarrollo deseable y que, de ser posible, parta de sus propias iniciativas.
Un buen ejemplo de enfoque multidisciplinario es el proyecto Protege a tu familia de…, auspiciado por la Sociedad Cubana de Geología (SCG), desde el que se apuesta a la educación comunitaria para propiciar nuevas conductas a través de materiales atractivos y fáciles de comprender a cualquier edad.
El doctor Manuel Iturralde, presidente de la SCG, es uno de los más entusiastas promotores de este proyecto, que parte de explicar los riesgos y proponer soluciones al alcance de la comunidad para reducir su vulnerabilidad ante los impactos ambientales, especialmente los de origen geológico.
Estos materiales se distribuyen gratuitamente en eventos e instituciones destinadas a la educación pública ambiental y están disponibles además en Internet para su reproducción gratuita por organizaciones y personas de todo el planeta.
Para Iturralde, el mayor mérito del proyecto radica en su enfoque novedoso para hablar de protección medioambiental partiendo de la protección de la propia familia.
En la elaboración de esta serie de folletos participó también el Instituto Superior de Diseño (ISDI). La iniciativa se inscribe en el Trienio del Planeta Tierra (2007-2009), que responde al lema Ciencias de la Tierra al Servicio de la Sociedad, y en el marco de la Década para la Educación del Desarrollo Sostenible, iniciada en 2005 hasta 2014.
El proyecto ha tenido una repercusión positiva en provincias como Camagüey, Guantánamo, Cienfuegos y la capital, sobre todo en el Museo Nacional de Historia Nacional, sede de la SGC e institución líder en la educación ambiental en el país.
Los folletos pueden obtenerse en este sitio y en la siguiente dirección http://www.medioambiente.cu/Planeta_Tierra/contribuciones.asp
Adaptación significa tomar decisiones inteligentes con suficiente antelación para reducir las afectaciones del cambio climático. Algunas de estas medidas son:
•Proteger las playas, los manglares y bosques de ciénaga, pues son una barrera contra la acción negativa del mar.
•Garantizar fuentes alternativas de agua potable captando las lluvias, y reducir la extracción desde los pozos a los niveles mínimos posibles.
•Reforestar terrenos desprovistos de vegetación con plantas resistentes a la sequía y las temperaturas más altas, preferiblemente de la misma localidad, que son las mejor adaptadas a esos ambientes, y también buscar semillas y desarrollar cultivos alternativos.
•Alejar las construcciones (casas, caminos, almacenes e industrias) de la línea de costa y terrenos bajos que pudieran inundarse, y aún lejos, colocar la casa sobre pilotes y en lugares altos, por encima del alcance de las crecidas e inundaciones.
•Averiguar con la gente más vieja de la localidad y expertos la altura máxima alcanzada en inundaciones pasadas y los pronósticos.
•Transformar sistemas de regadío con variantes más eficientes para evitar bombeo excesivo desde pozos y la salinización de los suelos.
•Definir hacia dónde evacuar el ganado y las aves de manera permanente cuando los terrenos queden anegados por el ascenso del nivel del mar y las inundaciones frecuentes.