Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un papá azul

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Provocó risas en el grupo y algún que otro comentario que pretendía etiquetarla «como salida de otro planeta». Sin embargo, ella se mostró convencida de su idea.

Mientras las demás hablaban de sus ideales del hombre idóneo y la pareja perfecta, anhelando —como en las películas— encontrarse con un príncipe azul, ella solo aseguró que «a mí lo que me interesa es encontrarme con un papá azul».

Utilizó el color que, según el estereotipo de los cuentos de hadas, se revela como el mejor para «colorear» a alguien. Y describió que, ante cualquier situación que pueda originarse entre ella y la pareja que la vida le ponga en su camino algún día, ella solo aspira a que esa persona se comporte como tal, aunque ser un papá «perfecto» aún está por describirse en algún manual.

Las paternidades han sido motivo de debate siempre, porque si bien es cierto que la mayoría de las historias de algún progenitor desentendido de su hijo o hija se encuentran en padres que, tras el divorcio o luego de tomar alguna otra decisión de vida, se alejaron de su descendencia, lo cierto es que en muchas ocasiones encontramos todo lo contrario: padres capaces, responsables, amorosos y, en algunos casos, los únicos ante una madre ausente.

Entonces valorar a todos por igual ante el comportamiento criticable de alguno es una actitud infantil porque cada uno posee una «película» en sí mismo. Lo más importante es que al cabo del tiempo, cuando se pase factura de lo vivido, tanto el padre como su hijo o hija, tengan la satisfacción de haber disfrutado de una bonita relación.

Lamentablemente en no pocas familias hallamos aún el esquema de que el padre provee de lo material y es quien otorga permisos y dice la última palabra con respecto a alguna decisión, sin que brindar cariño y confianza le parezca necesario. Los hay que, consecuentes con un modelo familiar más sano, son juzgados entonces «por hacer más de lo que les toca mientras la madre apenas hace lo suyo».

Y es que, en realidad, somos muy dados a juzgar la manera en la que viven los demás, y repito, no existen manuales. Lo que sí está claro es que cualquier individuo será una persona de bien si tuvo, en sus referentes más cercanos, las conductas en el ejercicio de cada rol familiar, basadas en el amor y la comunicación.

Ella quiso convencer a sus amigas de que los príncipes pueden «cabalgar» lejos un día, que los afectos pueden mutar entre ellos y no desearse más una unión... Intentó hacerles ver que la garantía de una felicidad no siempre puede ser vista en la relación que establecemos con el otro, porque cuando existen los hijos es más vital la calidad de la relación que se establece con ellos…

Les dijo entonces que un papá azul, como ella lo percibe, no cambiaría su manera de vivir con su hijo o hija aunque los lazos sentimentales con la madre ya no fueron los que sustentan una pareja; que disfrutaría al máximo la paternidad desde las necesidades y deseos de sus hijos y que, ante todo, lucharía por ello si en algún caso —como ha sucedido— ella pretendiera impedirlo, por despecho, desamor o exceso de él.

Que no aparezcan los arrepentimientos después. Que no se lamente el viejo Andrés, cuando ya las canas le pesen demasiado, por solo haberle enseñado a su hijo que el padre está para llevarle el dinero de la manutención cada mes y nada más. Que no sufra aquel por percatarse, al final de la vida, que su único actuar como padre fue al firmar el documento que le permitía la salida del país a su hija, aún cuando ni siquiera se acordaba del sabor de helado que prefería.

Que no sea tarde para inspirar desde el ejemplo y no desde el miedo, para leer cuentos antes de dormir y enseñar a montar bicicleta, para ayudar en una tarea escolar y aconsejarle a defenderse de los embates de otros, para educarlo en el amor hacia los animales y el respeto hacia los ancianos, para verlo crecer, para acompañarlo en sus tristezas y en sus triunfos, para apoyarlo y que aprenda a levantarse, para reír juntos, para soñar en grande… Que no sea tarde para ser, en definitiva, un papá azul.

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