El referendo está latiente en la tribuna de la calle, el espacio más colosal que origina por doquier un sinfín de criterios basados en la conformidad y hasta la divergencia en una espontánea tertulia, reflejo siempre del último suceso sea cual sea. Es la voz popular en la que siempre prima el juicio atinado por sobre cualquier desatino o manejos conscientes de suspicacias.
Ni más ni menos eso ocurre a escasos días de la consulta popular de este domingo del Código de las Familias. Muy pocos han quedado al margen de ese texto que aborda en su mayor amplitud las familias, esas células primordiales de la sociedad.
De hecho, eso representa por sí solo el primer punto a su favor en el empeño de legislar que las familias cubanas sean tan diversas en la ley como lo son en la realidad.
Esa virtud del texto, paradójicamente, genera en la tribuna de la calle discrepancias debido a que hay sectores de la sociedad que resultan más cautelosos o que por su propia creencia no admiten ni de oídas aceptar los derechos de las personas LGBTIQ y tampoco aceptan hablar sobre la identidad de género.
Los hay intencionados o confundidos, a pesar de las infinitas explicaciones, que hablan de que le van a quitar la potestad a los padres cuando en realidad se transita de un sistema de potestad a un sistema de responsabilidad en la relación de madres y padres para con sus hijos, que lejos de debilitarse potencia y refuerza las facultades de representación legal.
Nada ha quedado al azar para lograr el respeto absoluto a la dignidad humana de los hijos, que pasa por el deber de los padres de cuidarlos, brindarles amor, estabilidad emocional, educarlos sin violencia, y respetar sus propias características tomando en cuenta su crecimiento y desarrollo paulatino.
Tampoco el Código es solo fruto de un grupo de experimentados juristas, sino que muchísimos profesionales han
expresado sus criterios para enriquecerlo o corregir posibles errores.
Luego para finalizar el ejercicio democrático, previo al referendo, se efectuó la consulta con la población que tuvo lugar del 1ro. de febrero al 30 de abril de este año. Participaron 6 481 207 electores, de 8 535 742 que debieron hacerlo, lo que representa el 75,93 % de asistencia y hubo muchísimas propuestas que se han tenido en cuenta.
Ahí está reflejado el profundo análisis en que afloraron criterios diversos, pero la mayoría coincidentes en determinados objetivos y propósitos del texto.
El Código no regula lo socialmente inexistente, todo lo contrario, ajusta la norma a una realidad previamente existente y legitimada por la práctica social que no se debe desconocer, y es mejor legalizarla a dejarla al arbitrio de cada cual.
Entonces, vayamos resueltamente por el sí que dicta la sociedad.